Nazanín Armanian

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Nos arrancan un centenar de derechos conquistados para luego devolvernos uno, con un no tan sofisticado malabarismo, y nos inyectan luego la falsa sensación de que ¡lo hemos conseguido! «¡Yes we can!» sin tocar ni un pelo del estéril sistema: espejismo como táctica y estrategia.

La principal diferencia entre Biden y Trump es la previsibilidad del primero, que encaja dentro del comportamiento «lógico» de una superpotencia que hace y deshace las normas internacionales cuando le conviene, aunque Biden, al igual que Obama, utilizará el chantaje y la amenaza desde los organismos mundiales atrayendo la complicidad de otras potencias.

La táctica del Pentágono y la OTAN ha sido ignorar a su comandante-presidente: no ha cumplido con sus órdenes de retirar a los soldados de Siria, Iraq, Afganistán, entre otros países ocupados; es más, los generales de EE.UU. han barajado un golpe de Estado para derrocarle.

El 27 de septiembre empezó una nueva ronda del choque armado entre Armenia y Azerbaiyán, y esta vez tuvo lugar en la zona fronteriza de Tavush, que no en la región Nagorno Karabaj [puesto que los armenios la llaman Artsaj, utilizaremos el término «Karabaj-Artsaj»].

A dos meses de las elecciones, todas las encuestas dan la victoria al candidato demócrata Joe Biden. Pero, no se fíen: si por un lado puede haber voto oculto o incluso no «diagnosticado», por otro Donald Trump, el candidato a presidente más impopular de la historia reciente de EE.UU. después de Gerard Ford, hará todo lo posible para permanecer en la Casa Blanca, sino quiere entrar y salir en los tribunales en los próximos años.

Es como escupir hacia arriba afirmar como se afirma en Estados Unidos que Rusia, a la que no se considera más que una «potencia media», haya podido colocar a su hombre en la mismísima Casa Blanca

El intervencionismo militar ha sido uno de los pilares de la política exterior de los presidentes demócratas. Aunque son los Bush quienes tienen la fama de ser presidentes de guerra, ha sido el demócrata Barack Obama un presidente en guerra por lanzar acciones militares contra siete países. Debido a su principio de no interferir en los asuntos internos de otros Estados, la política oficial china es no respaldar a ninguno de los candidatos de EEUU, aunque lógicamente han discutido sobre cuál de los dos beneficiará a los intereses de China.

Trump para poder llegar la Casa Blanca prometió en su campaña electoral a los lobbies israelí y árabe (de los que recibió millones de dólares), castigar a Irán.

Soleimani, el Bin Laden de Trump

Donald Trump, acosado por continuos escándalos, necesitaba una victoria. Dice el exembajador del Reino Unido en el Líbano Tom Fletcher que Soleimani era una «figura mucho más poderosa que Bin Laden o al-Bagdadi». En mayo del 2011, cuando la popularidad de Obama habia caído por los suelos, mandó a rematar el fantasma de Bin Laden, convirtiéndose por unos meses en un superhéroe.

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