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Como saben hasta las piedras en Chile, el comportamiento de las leyes y los dispositivos judiciales va a depender en gran medida de lo poderoso que seas. Las cárceles están llenas de pobres que optaron por el delito, mientras tanto los criminales de alta alcurnia escasean como si aquella gente no delinquiera.
El drama de Marco Antonio y su rehén, parte por una pensión de $500. Una bala para fusil de francotirador cuesta $1.800.
No ha habido una sola ley que no pasara antes por la opinión de la derecha buscando su anuencia. No se atrevieron a enfrentar con decisión las bases fundantes de una cultura asentada en el abuso, la explotación y el más pleno convencimiento de que los derechos de las personas son un negocio más.
La justicia ha sido siempre una expresión de la clase dominante. Su estructura y generación reproduce y profundiza las desigualdades propias de un orden autoritario, inamovible, patriarcal, machista, milico y casi feudal. Es el brazo judicial de los poderosos.
El enemigo sabe que no hay ningún riesgo en lontananza. Ni en vicinanza.
Ella es parte de la purulenta heredad de una cultura parasitaria, cuyos antecedentes se hunden en la noche de los tiempos, cuando en el horizonte aparecieron los primero tercios españoles que nos venían a civilizar Biblia y espada mediante.
Por donde lo miremos, sigue siendo un martes once, nublado, con aviones y traidores.
Hay una dignidad llamada Salvador Allende que es más alta que la cordillera de Los Andes y más profunda que el Océano Pacífico. Y que habita en los corazones de aquellos que hacen con su esfuerzo la patria de verdad, no la de los símbolos etéreos y falsificados.
Lo veremos transitar como un político conservador que repetirá que la gente es pobre porque quiere, que es necesario levantarse más temprano, que esta es tierra de emprendedores, que este sistema es bueno, pero hay que corregirle algunas cosas y que él se asume como la deriva adelantada, actualizada y necesaria de los que lo antecedieron.
El presidente chileno anda de gira por Emiratos Árabes Unidos. No se sabe de algún tuit o declaración en la que observe con ojo crítico y preocupado los graves atentados a los derechos humanos que esa monarquía impone a quienes piensan distinto. Donde rige la condena muerte y a las mujeres se las trata como subpersonas, entre otras guindas.