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Con ocasión de la salida de Zelaya

Balance de la experiencia de Honduras (I parte)

Fuentes: Rebelión

«Tenemos motivos para festejar; la noche del bipartidismo se acerca a su fin; ahora la aurora de la lucha nos ilumina, en un camino que ha de ser duro pero no insalvable. Ya no importa lo que pase, sabemos donde están los enemigos del pueblo y cual es su casa.» Ricardo Salgado [1] Este artículo […]

«Tenemos motivos para festejar; la noche del bipartidismo se acerca a su fin; ahora la aurora de la lucha nos ilumina, en un camino que ha de ser duro pero no insalvable. Ya no importa lo que pase, sabemos donde están los enemigos del pueblo y cual es su casa.»
Ricardo Salgado [1]

Este artículo lo elaboro con información que me han hecho llegar diversas personas desde Honduras. Por ello, si algunos de los planteamientos no se ajustan a la realidad, de antemano pido disculpas. Sin embargo, a fin de aprender más a fondo de esa experiencia me atrevo a plantear estos puntos de vista. El debate y la réplica me enseñarán.

Lo que ha sucedido en Honduras debe motivarnos a pensar con mucha mayor profundidad sobre la táctica y estrategia que impulsamos los movimientos sociales populares y los partidos políticos democráticos y alternativos de Indo-afro-euro-América. Evaluar a fondo qué fue lo que ocurrió en ese país hermano es indispensable. No se trata de buscar culpables pero hay que ir más allá de las simples justificaciones.

Casi todos los balances resaltan el papel impositivo y represivo del imperio y la oligarquía hondureña. Eso ya lo sabíamos de antemano. Se requiere hacer un balance de mayor fondo sobre los aciertos y errores cometidos antes, durante y después del golpe, no sólo por el presidente Zelaya sino por los gobiernos del Alba, la dirigencia de los sectores sociales organizados y de los movimientos de Izquierda, muchos de los cuales desconfiaban de Zelaya y sólo reaccionaron después de ocurrido el golpe.

Ese aprendizaje nos servirá a todos. A los hondureños para continuar fortaleciendo la resistencia y avanzar. A los pueblos de los demás países para prevenir – con claridad y con tiempo – los golpes directos e indirectos que ya preparan los imperialistas de toda calaña.

Antes del golpe

Me comentan que mucha gente no entendía por qué antes del golpe muchos dirigentes de izquierda e incluso de movimientos sociales no respaldaban plenamente a Zelaya. El pueblo en general veía con buenos ojos los cambios que estaba impulsando el gobierno, pero no había una decisión unánime y firme de las organizaciones populares de participar en ese proceso democrático. Faltó – me dicen – mayor claridad política para superar el sectarismo y el abstencionismo, dado que Zelaya provenía de la clase hacendataria y hacía parte de los partidos tradicionales (liberal).

De parte de Zelaya podemos decir, con mucho respeto y consideración – dado el temple y la consecuencia que ha demostrado a lo largo de este trance -, que fue bastante ingenuo. Todas las acciones realizadas por la elite derechista para impedir la realización de la consulta ciudadana (encuesta) y el comportamiento de los altos mandos del ejército hondureño enviaban mensajes de lo que eran capaces de hacer y de lo que preparaban.

Avanzar hacia la democracia participativa (consulta ciudadana pro-constituyente) – así fuera mediante una «encuesta» no-formal -, atentaba contra el poder oligárquico hondureño e imperial gringo. Es claro que a posteriori es fácil decir que se preparaba «un golpe militar anunciado», pero es indudable que hubo muchas señales.

De parte de los gobiernos del ALBA, especialmente de Venezuela, se apoyó incondicionalmente a Zelaya en su gestión. Eso se reconoce y aplaude. Sin embargo pareciera que faltó asesoramiento político estratégico. Se sobredimensionó la fuerza acumulada en ese país y en toda la región latinoamericana. Se subestimó al imperio y a la oligarquía. Eso es grave y exige más revisión, porque el aparato «neo-con» del Pentágono no duerme y está bien aceitado.

Además, se opina dentro de Honduras que se hizo muy visible el papel del presidente Chávez. Ello dio margen para que los medios de comunicación oligárquicos manipularan la información aprovechando que importantes sectores del pueblo hondureño están influidos (como en Colombia, nuestro país), por el falso nacionalismo. Mucha gente tiene todavía en mente el conflicto bélico con El Salvador («guerra del futbol», 1969) y existen grandes prevenciones frente al sandinismo nicaragüense de Ortega, a quien pintan como «agente chavista».

La oligarquía hondureña, siguiendo los mandatos norteamericanos, venía haciendo un fuerte trabajo ideológico para presentar al presidente Zelaya como una «marioneta» del líder bolivariano. Era fácil y posible convertirlo mediáticamente en un «traidor a la patria». Y siguen haciéndolo aún ahora.

Durante el golpe

Que ad-portas de un evento tan trascendental como la consulta popular que se realizaría ese domingo 28 de junio/09, el presidente Zelaya estuviera tan desprotegido, es muy diciente sobre la ingenuidad ya señalada. La capacidad de reacción fue mínima en lo inmediato, fue más fuerte en el campo internacional que en el mismo Honduras, dado que nadie estaba preparado realmente para ese tipo de ofensiva.

De acuerdo a informes de inteligencia obrera y popular, los rumores de golpe eran muy fuertes. Un pequeño equipo operativo de espionaje hubiera detectado con cierta facilidad los planes de los Michelettis, porque bastante torpes sí son. Pero de nuestro lado parece que se creía en el «respeto a la institucionalidad» de parte del actual jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras Romeo Orlando Vásquez Velásquez (error cometido por Allende, 1973), instruido por las fuerzas norteamericanas establecidas en la Base de Palmerola, y enteramente a su servicio. Eso fue mortal.

Que la oligarquía hondureña no se haya atrevido a asesinar al presidente Zelaya es muy significativo. Es síntoma que era consciente de la simpatía popular que éste había logrado despertar, pero además parece, que lo necesitaban vivo para consolidar el Plan Regional. Porque el golpe no era sólo contra la débil democracia hondureña. Era un «golpe estratégico regional».[2]

Primera reflexión

El hecho de que hayamos escogido la vía pacífica, civilista, no armada, electoral e institucional para avanzar en los procesos de cambio en América Latina, no significa que creamos que el imperio y las oligarquías no sean capaces de recurrir a la violencia para defender sus privilegios. Ya lo han hecho y lo harán las veces que puedan.

Esa estrategia nos obliga a estar alerta. Ir sumando y ganando a las mayorías. Calcular, calcular y calcular mil veces, porque nos estamos jugando la vida y nuestra única fuerza verdadera es el pueblo consciente y organizado. Por ello es que se insiste tanto en aislar al enemigo principal, identificarlo, denunciarlo, tenerlo en la mira, mientras neutralizamos a las fuerzas vacilantes o contradictores menores, y procuramos ganar a todas las fuerzas y sectores susceptibles de ser unidos, como planteaba el cura Camilo Torres.

Sólo así mantendremos el avance de los procesos. Un movimiento o proyecto de hegemonía popular que no vaya en ascenso permanente, que no acumule fuerza, que caiga en la inercia o en la pasividad, que se deje llevar a la defensiva estratégica, está condenado a fracasar. Ello no quiere decir que nos desesperemos y nos lancemos en tropelía. ¡NO! Significa que debemos apoyarnos y confiar en los pueblos, captar con sensibilidad su estado de ánimo, alimentar su organización y participación, construir con ellos la nueva institucionalidad. Que el pueblo se apersone de su revolución.

Cuando el imperio y la oligarquía logran colocarnos a la defensiva, sólo errores garrafales como los cometidos por los gorilas Carmona Estanga y Cía., en Venezuela (abril, 2002), nos dan nuevas oportunidades. Si no evaluamos por qué hemos perdido la iniciativa, o porqué entramos en momentos dificultosos cómo los que hoy viven los gobiernos nacionalistas de Chávez y Correa, entonces, esas coyunturas van a ser aprovechadas por el enemigo. Ellos sí aprenden.

Por ello es que vienen impulsando la estrategia de la «De-constituyente» . Es lo que vienen haciendo en Argentina, Paraguay, Venezuela, El Salvador, Ecuador, etc., que consiste en fomentar conflictos de poderes, agudizar pugnas inter-institucionales, crear toda clase de desórdenes hasta producir la parálisis de los gobiernos incómodos. Es la fase previa a golpes de facto, golpes solapados, que cómo en Honduras son legitimados posteriormente. Ya tienen la fórmula.

Próximo artículo: Después del golpe

[1] http://alainet.org/active/35409

[2] Ver: Golpe en Honduras: Experimento Estratégico Regional. http://www.kaosenlared.net/noticia/golpe-honduras-experimento-estrateg ico-regional

[3] Concepto elaborado por Tito Pulsinelli.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.