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Blindaje, desguace y subjetividad neoliberal: una experiencia (tardía) uruguaya

Fuentes: Rebelión

Noventa días de gobierno de coalición de derechas en Uruguay. Familias patricias, empresarios proxenetas, directores de think tanks en cargos decisivos del gobierno, tramas de corrupción y blindaje mediático. Ataque a los sindicatos y a todo lo popular; botas bendecidas con agua bendita cuasi siglo XX y una pandemia que nos obliga a una nueva normalidad siglo XXI. 

Se suele decir en este pequeño país, que todo llega tarde. Eso muchas veces es una virtud y otras tantas un defecto. En esto último, en los avances tecnológicos (que es normal en un país periférico con un capitalismo deforme y dependiente), con lo que refiere a lo virtuoso, es la capacidad de poder anticiparnos o tomar recaudos ante hechos que van a suceder inevitablemente. 

Estos últimos años vimos sucederse golpes de Estados blandos, dictaduras así sin más, victorias y derrotas de gobiernos progresistas, retornos de las derechas, cambios y convulsiones a nivel continental. El fallecimiento de grandes líderes y genocidas muriendo en su baño. Mientras todo eso sucedía y más, en Uruguay gobernaba un partido policlasista de centro izquierda, el Frente Amplio. 

Una calma anodina y traicionera fue la consejera del neodesarrollismo oriental. Con grado inversor complaciente para los organismos multilaterales, con políticas sociales atomizadas y muchas veces superpuestas, se desarrollaron tres lustros de la vida política con estos trazos gruesos que comparto. 

La fuerza política gobernante no se anticipó a los hechos que acaecían en el continente, donde el avance de la derecha era inminente. En un octubre de 2019 prendido fuego, tres elecciones marcaron la tónica de los meses venideros. Argentina retomando la senda progresista luego de la debacle macrista, en Bolivia golpe de Estado a la vieja usanza y en Uruguay la restauración neoliberal con rasgos noventosos. 

El Frente Amplio perdió en segunda vuelta  por 30.000 votos: eso aplacó la autocrítica y la guardó en un cajón. Mientras tanto, el plan neoliberal liberaba amarras. El buque insignia de su embestida se llama Ley de Urgente Consideración (LUC). Una ley de 501 artículos que es el plan de vuelo del gobierno que le va a generar más de una turbulencia en las calles, y que salvo la fuerza popular lo frene, la colisión es inevitable.

Mercantilización de la educación, criminalización de la protesta, desmembramiento de las empresas públicas; recorte del gasto público, afectando a sectores claves como la salud y una rebaja de cuatro millones de dólares en los gastos de inversión en equipos científicos, además de la desaparición de áreas protegidas como bosques y reservas.

Retroceso en varios derechos conquistados por las organizaciones sociales en contexto progresista, leyes favorables al lavado de activos, medios de comunicación afines al gobierno protegidos por la LUC. 

Todas estas cuestiones han generado crispación y reclamos en vastos sectores del campo popular, sindicatos, gremios, partidos, asociaciones y colectivos. Es un buen síntoma ante tanto retroceso latente que el jueves 14 se convocara a una movilización contra esta “ley ómnibus” frente al Palacio Legislativo.

Pero también vale apuntar que a la izquierda parece que la une el espanto y se fragmenta por matices.

El relato 

Desde Uruguay se autopercibe que muchas cosas que sucedían a su alrededor no iban a suceder aquí, o por lo menos a ese tenor, por esa cuestión republicana y de bajo perfil que nos atribuimos. Ahora, nada de eso ha sucedido. El gobierno de Lacalle Pou no comete tantos exabruptos como los de Jair Bolsonaro o no muestra tan burdamente la corrupción como el gobierno de Mauricio Macri. Pero nacieron del mismo embrión y tienen el mismo horizonte. 

Así es que las operaciones mediáticas están a la orden del día, los informativos de canales privados se han convertido en los voceros de Presidencia, y la vida del Presidente es un reality show 24/7 de sus actividades “espontáneas”.

La demonización del Frente Amplio y afines es pan de todos los días, el relato de la corrupción campea a sus anchas. Parece que fue una “fiesta de corrupción” de 15 años. Ya poco importa si fue cierto o no, o en qué medida, porque la voluntad de las almas, Aharonian dixit, ya está comprada. 

Por el bazar de las noticias diarias pasan los elefantes de la corrupción de este novel gobierno y no son advertidos. Casos como el del hermanastro del ex presidente Julio María Sanguinetti (artífice de la Coalición Multicolor), acusado de participar de la trama de corrupción de Odebrecht, teniendo cargos en el Estado, son apenas una perla del collar.

A esto se suma la esposa del Ministro de Educación, acusada de lavar dinero en esta misma trama, causa que fue sorpresivamente archivada en 24 horas. Un diputado del Partido Colorado procesado sin prisión por explotación sexual de menores, junto con un exjuez y un empresario de fiestas electrónicas en Punta del Este. A su vez el abogado defensor de uno de ellos es el suplente de la candidata a la Intendencia de Montevideo, Laura Raffo, de la derechista Coalición Multicolor.

Diarios, que en su momento fueron afines a la dictadura, hoy lanzan editoriales con lenguaje de barra brava. Se nombra a un ex candidato a la intendencia de Montevideo como director de medios públicos y en su primera misiva pública se declaró prácticamente como un censor. Mientras, un Ministro compara cifras de abigeatos con femicidios. 

Están los hechos, están los datos y también los discursos que configuran un clima de época y una construcción de subjetividad que abona al proyecto neoliberal, que no es solo económico y político. Es un proyecto civilizatorio que como tal está llegando a su fin, pero va a vender cara su derrota. 

La izquierda no construyó los diques necesarios para tiempos del aguacero de ajuste y represión. Hoy la realidad demanda salir a las calles a pesar del temporal. Van 90 días de neoliberalismo con botas agazapadas, quedan mil 736.

Nicolás Centurión licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)