Fuera de la mediatizada escaramuza «pastoriana» y del berrinche de René Castro, ¿Qué se puede estar jugando actualmente en Centroamérica? En el caso de Costa Rica, de julio a noviembre de 2010 el gobierno de Laura Chinchilla ha profundizado el discurso en torno a la necesidad de «militarizar» la seguridad y el país en su […]
Fuera de la mediatizada escaramuza «pastoriana» y del berrinche de René Castro, ¿Qué se puede estar jugando actualmente en Centroamérica?
En el caso de Costa Rica, de julio a noviembre de 2010 el gobierno de Laura Chinchilla ha profundizado el discurso en torno a la necesidad de «militarizar» la seguridad y el país en su conjunto. En julio de este año y so pretexto de la amenaza «narco», la Asamblea Legislativa dio luz verde a la navegación en aguas costarricense y uso de puertos a la Fuerza Naval de los EE.UU. De acuerdo con Chinchilla, «la situación actual es peor que la de 1856, ya que el invasor tiene rostros difusos y ya está enraizado en el suelo nacional», en referencia a la presencia «narco» en el país.
Asimismo, en palabras del actual Ministro de Seguridad Pública José María Tijerino, la situación demanda de los EE.UU. un «un plan específico y consecuente«, es decir, un Plan Colombia«centroamericanizado».
En el caso de Nicaragua y es que a pesar de las «diferencias» de Daniel Ortega con los EE.UU., la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua, Amcham, expresó a través de un comunicado oficial «las pretensiones expansionistas del gobierno de Costa Rica de querer violentar los legítimos derechos de la República de Nicaragua con relación a su integridad territorial».Este «surrealista» comunicado no hace sino que clarificar las relaciones mutuamente beneficiosas entre el «caudillismo político rentista» del «sandinismo» y el gran capital nica-estadounidense. Así, con un pie en la retórica «revolucionaria» y otro en la mesa de los grupos empresariales y la iglesia católica, se les ha permitido a través de arreglos y pactos gobernar Nicaragua «a sus arcas» y las arcas de los grandes empresarios nicaragüenses y estadounidenses.
No lejos de las fronteras nicaragüenses el gran capital guatemalteco ha limitado al mínimo las acciones del Gobierno de Álvaro Colom, sumándole un golpe de estado televisivo y otra intentona de golpe de estado en julio pasado, asistidos y patrocinados, según el propio presidente por el gran empresario guatemalteco Dionisio Gutiérrez, dueño entre otras empresas del Holding de Multi-Inversiones y Pollos Campero.
El caso de Mauricio Funes en El Salvador, es también paradigmático, pues denota que sólo es posible el «gobierno temporal» a través de la legitimación del «gobierno permanente» (iglesia, gran capital y ejército). Un ejemplo, según Roberto Kriete dueño entre otras cosas del grupo TACA: «Ya van quince meses y el gobierno de Mauricio Funes no ha hecho ninguna locura. La credibilidad se gana y él se la está ganando«. Así, el gobierno de Funes se ha visto sometido a la «aprobación» del gran capital Salvadoreño, para quien sólo es «posible» un gobierno de «izquierda» a lo «Brasil», es decir, según Carlos Araujo, un gobierno que «ha logrado trabajar juntamente de la mano con la empresa privada para poder desarrollar la economía del país y para poder desarrollar la confianza«.
Y por supuesto Honduras, en dónde el concubinato Iglesia Católica, ejército y gran capital hicieron de la «democracia» una mala palabra.
Estás dinámicas entre «gobiernos temporales y permanentes», la «legitimidad» de los gobiernos y las disputas «territoriales» pasan por convertir a la región en un «todo de inversiones» desde México a Colombia, que sirve como un espacio para la expansión de los intereses y ganancias del gran capital centroamericano y estadounidense, así como para el aprendizaje de futuras expansiones extra-regionales.
Este «todo» es a su vez, jurídicamente protegido por los esquemas «comerciales» NAFTA-CAFTA que han favorecido nuevas reglas de inversión y el fortalecimiento de los «derechos» del capital privado. Sin embargo, la«mano invisible del mercado no funcionará jamás sin el puño invisible», de ahí que la creciente militarización sea imperativa para el blindaje de la región.
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