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Cada vez más migrantes climáticos en Perú

Fuentes: El Correo de la Unesco [Imagen: Evacuación de víctimas de El Niño en la región de Piura, en el noroeste del país, donde las lluvias torrenciales provocaron el desplazamiento de unas 300.000 personas en 2017]

Con más de 3.000 km de costa y ecosistemas particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático, Perú es uno de los países donde la relación entre los eventos meteorológicos y la movilidad humana es mayor.

Entre 2008 y 2019, de los 33 millones de habitantes de Perú, unos 656.000 se vieron obligados a desplazarse por catástrofes naturales, según el Observatorio de Desplazamientos Internos (IDMC, por sus siglas en inglés). Se calcula que para 2100 los riesgos por movimientos humanos podrían incrementarse hasta niveles sin precedentes y dispararse la frecuencia e intensidad de los peligros ambientales.

«La palabra mágica aquí es ‘huaico’, explica Liliana Márquez, camarógrafa de la televisión limeña. «Así les llamamos a los desbordes que se originan por el fenómeno de El Niño, casi cada verano, y que se han convertido en una constante en un país donde el primer gran movimiento de población asociado al clima se remonta al siglo XVIII, cuando se desbordó el río de Zaña y toda la ciudad tuvo que emigrar».

El fenómeno ENOS (El Niño-Oscilación Sur) es el impulsor de variabilidad climática natural más trascendental de Perú. Caracterizado por eventos de calentamiento (El Niño) y de enfriamiento (La Niña) de la temperatura de la superficie del mar en el Pacífico, ENOS acarrea cambios atmosféricos que pueden modificar profundamente el clima, especialmente el patrón de precipitaciones.

Su último episodio costero, en 2017, generó 300.000 desplazamientos. Pero más allá del fenómeno El Niño, cada uno de los tres ecosistemas peruanos está expuesto a riesgos específicos que pueden generar inmensas oleadas migratorias.

El último episodio costero de El Niño, en 2017, ocasionó 300.000 desplazamientos

Riesgos naturales al alza

Los habitantes de la costa, región que concentra la mayor parte de la población y la economía del país, sufren en primera línea los efectos de ENOS pero además se ven afectados por sequías recurrentes, períodos sin lluvias y, en menor medida, por temperaturas altas y extremas, incendios forestales y fuertes vientos.

En la sierra, la zona de las tierras más altas,  la mayoría de los peligros meteorológicos están vinculados al agua, aunque también predomina la exposición a altas temperaturas y calor extremo en algunas zonas, y temperaturas muy frías y heladas en lugares como Cusco. Uno de los mayores peligros, cuya aceleración podría generar la migración del 28% de los habitantes de las zonas altas, es el retroceso de los glaciares, que pone en riesgo una de las principales fuentes de agua del país.

En la selva, por último, cada vez se producen más inundaciones de grandes proporciones y, en el polo contrario, sequías severas,  derrumbes de las riberas de los ríos, erosión, deforestación y riesgo de estrés por calor extremo.

En un país con un índice de pobreza de más del 20% y donde las desigualdades sociales se han incrementado considerablemente por la pandemia, estas amenazas acentúan aún más la vulnerabilidad socioeconómica de la población.

En la actualidad, la mitad del territorio nacional peruano es susceptible de sufrir peligros recurrentes, una tercera parte de la población vive en espacios inseguros, más de 9 millones de personas están expuestas a lluvias intensas, inundaciones, huaycos y deslizamientos de tierra, 7 millones a temperaturas bajas y muy bajas, y casi 3,5 millones a sequías.

En el peor de los escenarios, esto es en un calentamiento global de +4ºC para 2100, tres grandes amenazas se cernirían sobre el país andino generando decenas de miles de desplazamientos: el estrés por calor extremo en la región amazónica, la pérdida casi total de los glaciares de los Andes, y eventos de El Niño más intensos que pondrían en peligro a las poblaciones asentadas en la costa.

Desplazamientos internos

La migración en Perú, permanente o temporal, interna o externa, es una constante histórica. Tradicionalmente, más personas han emigrado que ingresado, lo hacen para mejorar sus condiciones laborales, sociales o educativas y, ahora cada vez más, para escapar a presiones medioambientales. Estos flujos históricos han ido creando sólidas redes migratorias que atraen migración hacia las ciudades y la costa y promueven el envío de remesas al Perú rural.

Cuando se trata del clima, los migrantes se mueven principalmente dentro de sus fronteras, donde las dinámicas dependen de líneas sociales de diferenciación: edad (los jóvenes se marchan más a menudo), privaciones (las personas de escasos recursos tienen más probabilidades de migrar) y género (los hombres se desplazan un poco más).

En la costa los pescadores se desplazan a lo largo del litoral en función de la disponibilidad de recursos marinos determinada por ENOS y los agricultores de Piura (norte) migran temporalmente para diversificar sus ingresos durante las sequías.

En la sierra los efectos del cambio climático han acelerado las grandes corrientes de emigración histórica y migran por olas de frío, congelamiento y heladas, por la escasez de agua provocada por el retroceso de los glaciares, por cambios en las precipitaciones y sequías, y también por las inundaciones en el norte. En regiones de la selva, los agricultores migran principalmente de manera preventiva y temporal durante la temporada de lluvias para mitigar la inseguridad alimentaria.

Los destinos donde van a parar, muchas veces están acompañados de amenazas y peligros (cauces de río, llanuras aluviales, cerros con problemas de abastecimiento de agua en la periferia de las ciudades, etc.) y, como señala la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), esto puede tener un «alto costo psicosocial entre las personas que pierden sus hogares, medios de subsistencia y bienes».

En este contexto, el papel de los medios en la gestión de los desplazamientos climáticos es cada vez más importante. «Víctimas del huaico de 2017 tres años después, siguen viviendo en carpas en Lima», señala Liliana Márquez. «Hemos observado un interés creciente por las historias humanas vinculadas por la migración climática», constata por su parte Pablo Escribano, especialista de la OIM para las Américas de migración y cambio climático.

«Estas historias juegan un papel importante porque acercan al recipiente a la realidad de las personas que se ven afectadas por el cambio climático y la migración forzada».

Un fenómeno planetario

El aumento de la migración climática de Perú, al igual que el de otros países con altos índices como Bangladesh, Gana, Fiji o Tanzania, se inscribe en el marco de una tendencia global.

El pasado mes de abril el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) publicó un informe que mostraba que, durante la última década, los eventos relacionados con el clima provocaron un promedio de 21,5 millones de nuevos desplazamientos cada año, más del doble que los desplazamientos causados por conflictos y violencia. 

Según datos del IDMC, en 2020 un total de 30,7 millones de personas en todo el mundo se vieron obligadas a desplazarse a causa de las catástrofes naturales.

«Nuestro informe muestra además que la mayoría de las personas que se están convirtiendo en desplazados por estos desastres se quedan en sus países de origen», explica la directora del IDMC, Alexandra Bilak, que teme que los riesgos «exacerben además las desigualdades socioeconómicas».

Una respuesta organizada

«El modelo de Perú sirve para ver los impactos del cambio climático y la degradación de los ecosistemas como amplificadores de los riesgos de desplazamiento humano y migración», opina Johan Rockström, director del PIK, el Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático.

«Dado el hecho de que Perú comparte ecosistemas (sierra, costa, selva) con los países limítrofes», señala Escribano, «algunas realidades pueden ser compartidas. Lo que cambia es la implicación de las autoridades».

«La región latinoamericana ha sido pionera en el desarrollo de políticas sobre migración, medio ambiente y cambio climático, quizás a la par con el Pacífico. En varios países de la región, como Perú, Guatemala, Belice, Chile, se están avanzando esfuerzos para mejorar el enfoque político de la migración climática», agrega.

Aunque todavía quedan algunos vacíos legales, desde el año 2000 Perú ha establecido varios marcos de referencia sobre cambio climático y actualmente dispone de una amplia variedad de instrumentos jurídicos y políticas aplicables en el marco de la migración climática.

Si bien la mayoría de la migración climática sigue siendo interna y por lo tanto competencia de los Estados, también se están llevando a cabo iniciativas regionales, tal y como señala Escribano.

«En América del Sur, el organismo regional que ha desarrollado un enfoque más adelantado sobre la migración climática es la Conferencia Sudamericana sobre Migraciones, que actualmente trabaja en un mapeo de políticas sobre migración, medio ambiente y cambio climático». Una necesidad cada vez más evidente, a la luz del impacto de los riesgos naturales en la población del continente.

Fuente: https://es.unesco.org/courier/2021-4/cada-vez-mas-migrantes-climaticos-peru