Querido Hermano Francisco: Alguien dirá que ¡qué igualado ese tipo que le llama «compañero» a Su Santidad! En realidad, usted es de la Compañía de Jesús y yo también, de modo que -con todo respeto- somos compañeros. Dicho lo dicho, paso a exponer algo de lo que probablemente usted ya ha sido informado, pero pensé […]
Querido Hermano Francisco:
Alguien dirá que ¡qué igualado ese tipo que le llama «compañero» a Su Santidad! En realidad, usted es de la Compañía de Jesús y yo también, de modo que -con todo respeto- somos compañeros. Dicho lo dicho, paso a exponer algo de lo que probablemente usted ya ha sido informado, pero pensé que mi deber era comunicarlo también.
Son ríos de tinta los que han corrido hablando de usted. La mayoría de las cuestiones que he leído son positivas y sobre todo, me dan esperanza. ¡Qué bueno que el Obispo de Roma nos dé esperanza! Es lo mejor que he sentido con respecto a usted en estos seis meses. Gracias por contagiar esa virtud, que bastante falta nos hace.
Acá dicen que usted va a recibir en audiencia al presidente de Panamá. Aunque otros obispos de Roma han recibido a militares asesinos como Pinochet, Videla y Ríos Montt, pienso que ahora podría ser diferente. Hace un año, dos años, tres años, fueron asesinados unos indígenas y gente de organizaciones populares, por la policía de Panamá, y el principal jefe de ella es el presidente que usted va a recibir. ¡Ni siquiera se ha pedido perdón por esos asesinatos! Por supuesto, han quedado impunes.
Pero ahí no queda todo: tengo 67 años y, desde que tengo memoria, no había visto ni presenciado tanta corrupción como en el gobierno actual. Su único afán es el dinero, la ganancia al precio que sea. Es otra forma de matar: la impunidad, la corrupción, el engaño, el robo del dinero público.
Es cierto, los datos de crecimiento económico son fantásticos (¡casi 11% en 2012!), pero somos el segundo país de América en inequidad. Hay mucho dinero, pero el 62% de los niños indígenas están desnutridos y el 93% de la población indígena vive en pobreza. ¿Qué crecimiento es ese? ¿Se está matando a la gente en nombre de la economía?
En ese afán desmedido -alocado- por ganar dinero, se han construido hidroeléctricas de manera no planificada -causando el consiguiente daño- y se están explotando minas que están dando al traste con el equilibrio ecológico de un país tan pequeño como este. Es otra forma de matar.
La educación formal en este país va de mal en peor. Las culturas, la historia, la educación sexual son temas apartados de la enseñanza. Sin hablar del pésimo estado de las escuelas en las zonas más pobres y del miserable pago que se da a los maestros. ¡Y eso que la ministra es miembro del Opus Dei! ¿Se quiere matar la cultura?
La organización de la salud está enfocada al negocio, no a la prevención ni a ayudar a los que más la necesitan. En los hospitales nacionales ha habido envenenamientos y muertes múltiples por descuido de las autoridades y todo ha quedado en nada.
Ese es gobierno que preside el señor Martinelli, quien lo va a visitar. Ojalá le pueda decir que piense un poco más en la gente pobre, en los que no son empresarios grandes, en los que no le damos ganancias. Que reconozca de manera efectiva las muertes que se han provocado y a ver cómo hay, por lo menos, una indemnización justa. Que se organice la educación y la salud en función del pueblo y no del negocio. Que la ecología se respete porque es el regalo de Dios para nosotros, que todos tenemos derecho a vivir en plenitud.
En fin, hermano Francisco, ojalá que en esta visita -gracias a sus palabras- el presidente de Panamá logre iniciar un camino de conversión en beneficio del país. Gracias por escucharme. Su hermano, pecador y sin embargo, llamado a ser compañero de Jesús,
Jorge
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