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Italia: sobre comunistas, católicos y homosexuales

Consistencias y contradicciones concentradas

Fuentes: Rebelión

Daniel del Pino daba en cuenta el pasado domingo, 12 diciembre de 2010, en Público -«La prueba de fuego para la izquierda italiana. La oposición sigue sin encontrar un líder convincente» [1]- de algunas caras de la sin duda compleja situación política italiana. Mientras Italia ha vivido en las últimas semanas protestas masivas en las […]

Daniel del Pino daba en cuenta el pasado domingo, 12 diciembre de 2010, en Público -«La prueba de fuego para la izquierda italiana. La oposición sigue sin encontrar un líder convincente» [1]- de algunas caras de la sin duda compleja situación política italiana.

Mientras Italia ha vivido en las últimas semanas protestas masivas en las calles contra las reformas del gobierno Berlusconi, señalaba Del Poino, los estudiantes incluso habían llegado a bloquear el tráfico ferroviario, la oposición seguía languideciendo: la izquierda italiana, en su opinión, «vive sumida en una crisis existencial que se agrava con episodios de esquizofrenia cuando se nombra a Berlusconi». Si triunfa la moción de censura del próximo martes, que no es trece y Dios nos quiere oír ese día según parece, la izquierda tiene que cambiar de discurso.

Pero, añadía Del Pino, Pierluigi Bersani, el líder del PD italiano, no debería engañarse: si cae Berlusconi se inicia un nuevo comienzo, «el de la elaboración de un discurso que no le eche la culpa de todo a Il Cavaliere». Bersani ganó las primarias del PD en 2009 y hasta el pasado septiembre, añade el corresponsal de Público, su liderazgo ha estado en entredicho. Transitando por lugares mediáticos muy frecuentados, Del Pino apunta que se esperaba «que para optar a algo serio, la izquierda se sacara de la manga a un joven (sic) capaz de mover (sic) masas (sic). Y Bersani, a sus 59 años, no es esa persona».

El resto del pastel de la izquierda, la expresión tampoco parece muy democrática ni alejada de una visión tradicional y netamente oxidada de la política, se lo reparten, según Del Pino, la «Italia de los Valores», de Antonio di Pietro, el ex fiscal, e «Izquierda, Ecología y Libertad, de Nichi Vendola. Este último, prosigue Del Pino, «es el más joven de los tres, tiene carisma y domina internet y las redes sociales», otro ataque de postmodernidad periodística, y ha sido bautizado por si fuera poco como el «Obama italiano», despertando tantas expectativas que incluso la mismísima BBC le ha dedicado un reportaje la semana anterior. Pero Vendola, concluye Del Pino, concentra en sí mismo demasiadas contradicciones. ¿Contradicciones? ¿Qué contradicciones? La de ser «comunista, católico y homosexual».

Dejo de lado si el mapa político de la izquierda italiana, y la desaparición de la tradición comunista en la descripción, es ajustado o no. No es éste ahora el punto. El asunto es: ¿un corresponsal de un diario de centro-izquierda puede dar cuenta de un ciudadano, o de un dirigente político pongamos por caso, que sea católico, comunista y homosexual, todo ello en el mismo plano, apuntando que concentra en sí mismo «demasiadas contradicciones»? ¿Demasiadas? ¿Y cuántas no hubieran sido demasiadas? ¿Qué es una contradicción? ¿Ser católico, ser comunista, ser homosexual en sí y para sí, o bien ser comunista, católico y homosexual al mismo tiempo?

Pero ¿no fue comunista y homosexual Lucino Visconti y no fue una contradicción en sí? ¿No se declara comunista y católico Gianni Vattimo? ¿No fue, entre nosotros, Alfonso Carlos Comín un cristiano comunista? ¿No hay en América Latina numerosos católicos practicantes que abonan admirablemente la tradición marxista-comunista no dogmatica? ¿No habrá, con alta probabilidad, algunos homosexuales entre ellos? ¿Qué noción de contradicción permite escribir que alguien concentra un conjunto de ellas, demasiadas según parece, al ser comunista, católico y homosexual? ¿De qué se habla cuando se habla de contradicciones?

Aprovecho para recordar que en España, cuando muchos ciudadanos estaban preparando oposiciones y seguían de vacaciones políticas, muchos comunistas y muchos católicos, y muchos comunistas católicos, luchaban, sin cálculos electorales y con riesgos asumidos, por los derechos de homosexuales y lesbianas. Tuvieran o no, ellos y ellas, esa orientación sexual. No era ese el punto, no es éste el punto.

Notas:

[1] http://www.publico.es/internacional/351247/la-prueba-de-fuego-para-la-izquierda-italiana

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.