Guatemala está movilizada al día de hoy. La población -en principio parte de la clase media urbana de la ciudad capital, luego otros sectores como campesinos, pueblos mayas, trabajadores en general, estudiantes universitarios, etc.- se fueron sumando al clima de protesta cívica, de rebeldía. No es la revolución socialista (¿quién pretendería eso hoy día?, o […]
Guatemala está movilizada al día de hoy. La población -en principio parte de la clase media urbana de la ciudad capital, luego otros sectores como campesinos, pueblos mayas, trabajadores en general, estudiantes universitarios, etc.- se fueron sumando al clima de protesta cívica, de rebeldía. No es la revolución socialista (¿quién pretendería eso hoy día?, o más aún: ¿quién sabría cómo hacerlo?), pero es un sano ejercicio de protesta ciudadana, no visto aquí en décadas. O, quizá, nunca visto en toda la historia. Todo eso, obviamente, abre esperanzas. La gente protestando en la calle es siempre una buena noticia para el espíritu de transformación. Como se dijo por ahí: «mientras la calle no calle, hay esperanzas».
¿Dónde llevará toda esta agitación social? Nadie lo sabe. Sin dudas, se presentifican ahí proyectos políticos disímiles: la derecha (oligarquía tradicional, ejército, embajada de Estados Unidos) pretende afanosamente detener el estado de movilización, buscando una salida «pacífica», sin saltarse los marcos constitucionales (entiéndase: sin tocar ningún resorte del poder, algo así como «cambiar todo para que no cambie nada»). Por otro lado, para el campo popular puede ser una interesante opción de abrir brechas, de profundizar luchas, de darse fuerza. Es una manera de mostrar que el pueblo (aunque sea algo impreciso el término, por demasiado genérico), cuando se moviliza, representa un verdadero poder. Este espíritu contestatario que ahora se ha desatado puede llevar a situaciones novedosas. Por lo pronto, se está hablando de «refundar el Estado». Aunque ello pueda ser un tarea titánica, no hay peor lucha que la que no se hace…
En estos días, la consigna aglutinante de las movilizaciones ha sido «lucha contra la corrupción». Ello, en sí mismo, es maravilloso. La población en su conjunto, sin mayor distinción de diferencias sociales, se está alzando contra una práctica ya «normalizada» por la abominable casta política: la corrupción como norma, el Estado como botín. Reaccionar ante esa lacra es un síntoma de buena salud cívica. En estos momentos, si bien ya se abrió la campaña electoral para las elecciones de septiembre, debido a la desobediencia cívica despertada, los partidos políticos se las están viendo bastante mal, porque su descrédito es mayúsculo. ¡Más buena noticia aún!
Ahora bien: la corrupción es un síntoma de un sistema en sí mismo corrupto, injusto, macabro, basado en la explotación de una gran mayoría por una pequeña élite. La historia del país lleva hoy a la situación actual; y esa historia es una suma infinita de injusticias, de explotación, de exclusión de la gran mayoría, de asimetrías obscenas, de represión. La corrupción que hoy se manifiesta impúdica y contra la cual la población reacciona airada es la punta del iceberg de una situación de infamia crónica y estructural.
Para verlo en detalle nos pareció oportuno presentar aquí un documento que tiene ya 16 años de vida, donde puede apreciarse con claridad meridiana que lo mismo que se denuncia hoy se podría haber denunciado una década y media atrás (y, seguramente, varias décadas, o medio sigo, ¡o un siglo!). La injusticia estructural (la gran mayoría de la población sobrevive con escasas migajas, mientras que un pequeño puñado de familias tiene 200 veces más patrimonio que los más excluidos), la corrupción y la impunidad de los grupos de poder, el sometimiento de las grandes masas, todo eso es vieja historia en Guatemala. De ahí que abre esperanzadores optimismos esta reacción que hoy se vive.
En concreto: presentamos aquí una investigación (va completa en el PDF adjunto) realizada desde una organización no gubernamental que intentaba ver las consecuencias de la contaminación con plomo del que era víctima la población de una barriada pobre de la ciudad de Guatemala, específicamente los niños, producto de la impunidad reinante que permitió por años que una planta de fabricación de baterías para vehículos violara toda norma medioambiental con la más absoluta frialdad, con el beneplácito de las autoridades de turno.
Como acertadamente dijera una maestra de un establecimiento educativo del sector refiriéndose a la población infantil afectada con las emanaciones de plomo: «Lo increíble de estos niños no es su bajo rendimiento escolar. Lo increíble es que, pese a todo, aprendan.» Para ejemplificar lo que queremos evidenciar, nos permitimos citar en específicos tres capítulos de todo el trabajo.
De todo ello pueden deducirse, al menos, tres puntos importantes:
1. La situación de exclusión de grandes mayorías de guatemaltecas y guatemaltecos no se debe SÓLO a la corrupción que campea impune. Es una combinación de causas estructurales e históricas. El robo al erario público por parte de autoridades venales contribuye al estado de postración de esas mayorías, pero no es su única causa. El Estado es raquítico y casi inservible porque los factores de poder así lo deciden.
2. La corrupción y la impunidad son constantes en la historia nacional, enquistadas ya como parte del paisaje normalizado. Obtener un cargo político de elección popular es un pasaporte para el rápido enriquecimiento. Todo ello generó una cultura de normalización de la corrupción que hace que la misma se encuentre en cada rincón de la vida diaria como práctica cotidiana (desde el pequeño soborno al agente de policía hasta el robo descarado que está cometiendo hoy el Poder Ejecutivo).
3. El Estado ha sido históricamente deficiente, puesto exclusiva -y sanguinariamente- al servicio de la clase dirigente, de espalda a las necesidades de la población, todo lo cual se agravó exponencialmente con la entrada en vigencia de las políticas neoliberales que se impusieron desde hace algunas décadas. En ese sentido, las Organizaciones No Gubernamentales -ONG’s- hacen las veces de colchón que socorre esa ausencia de Estado.
El documento al que hacemos referencia es la » Investigación con Niños/as Contaminados con plomo (Zona 17 de la Ciudad de Guatemala)», realizada a solicitud de la Alianza para el Desarrollo Juvenil Comunitario -ADEJUC- en el año 1999 en un barrio pobre de la ciudad de Guatemala. Para entender qué se quiere decir, permítasenos presentar tres fragmentos del estudio (además del dossier completo, para quien quisiera revisarlo): las «Consideraciones generales» (para situar el problema), las «Consideraciones previas a la conclusión» (para entender la dinámica en juego) y las «Conclusiones» propiamente dichas -en un sentido: ¡desgarradoras!-.
Consideraciones generales
En el kilómetro 10.8 de la carretera al Atlántico, Zona 17 de la ciudad de Guatemala, en medio de un área densamente poblada, desde hace aproximadamente 20 años la fábrica de acumuladores y recicladora de plomo Iberia mantiene su proceso de producción sin guardar las normas mínimas de seguridad. Durante todo ese tiempo ninguna autoridad competente, pese a haber habido denuncias al respecto, tomó cartas en el asunto. Consecuencia de ello los habitantes de las colonias vecinas a la planta se vieron sometidos a un proceso crónico de contaminación, debido fundamentalmente a la cantidad de deshechos de plomo impunemente arrojados al aire.
Alianza para el Desarrollo Juvenil Comunitario (ADEJUC) desarrolla su programa de Área Urbana, desde el año 1995, en algunos barrios del sector Nororiente de la ciudad capital, justamente donde se encuentran estas comunidades damnificadas. Conocedora de esta situación, y a pedido de la misma población, intervino en este proceso a partir de mediados de 1996 brindando su asesoría y acompañamiento.
Desde ese entonces se desarrolló un acalorado y complejo proceso de lucha entre los habitantes aledaños a la fábrica (algunos de los cuales trabajan ahí mismo) y la empresa. El objetivo de la movilización fue conseguir terminar con la fuente contaminante; inclusive se planteó como meta el cierre definitivo de la planta industrial. Toda la historia del conflicto desatado fue larga, dura, y no exenta de elementos irritantes: presiones, intimidaciones, sobornos. Resultado de todo ello fue la difusión pública del problema planteado con la consecuente intervención de diversas instancias gubernamentales. Así las cosas la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) decretó el cierre temporal de las instalaciones, fijándose una multa de 5,000 quetzales, y la conminación a introducir las mejoras del caso en el proceso fabril para garantizar la no polución futura, quedando sujeta a control periódico por los próximos 5 años.
Durante el transcurso del enfrentamiento vivido entre las partes ADEJUC, intentando contribuir con ello a la apoyatura de cualquier acción a emprenderse por parte de la comunidad, facilitó la realización de exámenes de sangre para determinar el porcentaje de plomo depositado, y una medición de la calidad de aire. En ambas pruebas se encontraron niveles considerablemente altos, indicadores de una prolongada exposición a factores contaminantes.
La organización que se había dado la comunidad en los primeros momentos de todo este proceso fue resquebrajándose y, finalmente, la comisión de vecinos que lideraba las negociaciones con la empresa – sin que esto pueda demostrarse fehacientemente, pero aparentemente producto de las intimidaciones y/o del soborno que refiere la población – firmó documentos en los que se comprometía a no continuar ninguna demanda judicial, en tanto que la fábrica tomaba la obligación – no firmada – de pavimentar las calles del sector y de construir un nuevo edificio escolar.
Luego de 10 meses de inactividad, y tras haber realizado cambios en sus equipos, la empresa reabrió sus puertas. De hecho se registraron cambios favorables en las condiciones de habitabilidad de las colonias; la misma población comenzó a manifestar la terminación de la crónica irritación de garganta y ojos, sufrida durante todos los años de exposición al plomo en el medio ambiente. En las pruebas realizadas ahora los niveles de plomo en aire y en sangre están descendiendo a niveles no peligrosos o normales. Lo curioso a destacar es que las medidas correctivas introducidas, por la forma en que finalmente acabaron las negociaciones, no son sentidas por los vecinos como un triunfo. Contrariamente hay una sensación generalizada de fracaso y un desinterés muy grande en cuanto a participar para asegurar el monitoreo continuo de las condiciones en que la planta sigue operando. Prima la desunión, la desconfianza incluso.
Unos meses después de estos acontecimientos ADEJUC, recogiendo un interés nunca totalmente desaparecido en la comunidad, promueve una investigación sobre el estado de salud de la población infantil, con el objetivo de constatar de qué manera las modificaciones introducidas influyeron en la misma. Surge así el proyecto de un estudio multidisciplinario (médico, psicológico y social; epidemiológico en otros términos), del que aquí se presenta una síntesis en la forma de Resumen Ejecutivo. A partir de los resultados obtenidos en este diagnóstico se plantea determinar las líneas de acción a futuro con respecto a esta problemática puntual de la contaminación por plomo, siempre en el contexto del desarrollo integral con énfasis en la niñez.
La idea original fue centrarse en los problemas de aprendizaje derivados de la contaminación, objetivo que luego se amplió enfocándose la salud en un sentido más general. Para la implementación del estudio se contó con una batería de instrumentos de investigación, enfocando cada uno de ellos aspectos parciales de todo el fenómeno: 1) chequeo clínico-médico, 2) entrevista psicológica, 3) exámenes bioquímicos de sangre, 4) monitoreo de la calidad de aire en todo el sector, 5) análisis de la situación socio-demográfica e historia de las colonias en cuestión. Se investigó toda la población infantil en edad escolar de los sectores afectados, al par que se hicieron similares exámenes en otros grupos de comparación no sometidos a contaminación, de igual nivel socioeconómico que los niños/as contaminados, y de clase media y alta. Recogidos todos los insumos, y debidamente procesados, se procedió a formular una interpretación global, de la que se desprenden las correspondientes conclusiones y recomendaciones.
Los niños y niñas sometidos a esta fuente contaminante son habitantes de colonias pobres. Los servicios básicos de que disponen son deficitarios. Provienen de hogares humildes, con ingresos muy bajos y con gran cantidad de hijos (un promedio de 5 por familia). En general padecen de un estado de sub alimentación crónico, sin llegar al estado de la desnutrición. Sus condiciones generales de salud son malas, y la escuela pública a la que mayoritariamente asisten presenta muchas y variadas carencias. Sus expectativas de desarrollo personal a mediano y largo plazo no van mucho más allá de terminar los estudios primarios, los básicos en algunos casos, para rápidamente entrar al mercado laboral en el caso de los varones, para pensar ya en la maternidad en el de las mujeres.
Procesada toda la información obtenida se realizaron interconsultas con otros expertos en áreas anexas con el fin de apoyar oportunamente las conclusiones.
Consideraciones previas a la conclusión
(…) El desarrollo de toda la indagación, especialmente la combinación multidisciplinaria de sus diferentes insumos y no sólo el resultado de un diagnóstico psicológico, nos confirma, nos muestra pormenorizadamente y nos fuerza a denunciar que los niños y niñas habitantes de las colonias adyacentes a la fábrica de acumuladores Iberia sufren de un estado de exclusión crónico , donde la contaminación del aire por los deshechos con contenido plúmbico es un elemento más que deteriora su calidad de vida.
No hay nada (¿podría agregarse felizmente ?) que de un modo contundente pueda ligar esa polución con un bajo rendimiento escolar. En todo caso una lectura global de toda la situación muestra que diferentes elementos combinadamente no estimulan la excelencia académica; por el contrario la alejan como posibilidad. Subalimentación crónica, malas condiciones higiénico-sanitarias, familias numerosas y con escasos recursos, padres en general no alfabetizados o analfabetas funcionales, una política gubernamental respecto a la educación pública que definitivamente no la fomenta, y además presencia de materiales tóxicos en el medio ambiente, hacen que los niños/as estudiados de las colonias periféricas no presenten los mismos resultados en su aprendizaje que aquellos otros de los colegios privados de los grupos de comparación. (…)
Conclusiones
1. Durante aproximadamente 20 años la fábrica de acumuladores y recicladora de plomo Iberia estuvo trabajando sin ninguna medida de protección medioambiental, contribuyendo de esa manera a la contaminación de sus áreas circunvecinas.
2. Durante todo este período ninguna autoridad competente, conocedora de la situación de irregularidad, tomó alguna medida al respecto.
3. Los barrios que se expandieron en torno a la planta industrial lo hicieron en terrenos donde se permitieron lotificaciones sin ningún estudio previo de impacto ambiental, desconociéndose el nivel de riesgo a que se verían sometidos sus futuros habitantes.
4. Solamente forzadas por una considerable movilización de las comunidades afectadas las autoridades pertinentes emprendieron acciones tendientes a rectificar la situación creada.
5. A partir de las acciones correctivas ejecutadas en el transcurso del año 1998 se comenzó a modificar positivamente el estado de contaminación padecido por los habitantes de las colonias adyacentes a la fábrica.
6. El estado de salud de los niños y niñas sometidos por años a la fuente contaminante es malo. La presencia de partículas de plomo en el ambiente contribuye a desmejorar más aún una situación desfavorable, sumándose y potenciando carencias que obedecen a su estado socio-económico, tales como mala alimentación crónica y acceso deficiente a escasos y pobres servicios básicos.
7. Algunos indicadores biomédicos de los niños y niñas expuestos a la contaminación, considerados comparativamente con aquellos de los de los grupos de control, demuestran un estado clínico general más deficiente: mayor presencia de disfunciones oftalmológicas, peso y talla por debajo de lo esperable con una frecuencia mayor, mayor presencia de cefaleas y dolores gastrointestinales, una mayor prevalencia de anemia.
8. Este grupo poblacional en su conjunto, y especialmente los niños y niñas, constituye un grupo de alto riesgo en términos sanitarios (por tanto de especial prioridad en función de una continua vigilancia epidemiológica a futuro), por cuanto se ve sometido a la interacción de a) elementos socioeconómicos que inciden negativamente, aumentando b) los peligros derivados de hallarse expuesto a una fuente contaminante que históricamente no estuvo sujeta a regulación alguna sino hasta muy recientemente, y que, considerando esos antecedentes, no queda absolutamente garantizado que no vuelva a incumplir normas de protección.
9. Entre los niños y niñas de las colonias adyacentes a la planta industrial no se registran particulares problemas de aprendizaje, eventualmente asociables a su estado de contaminación plúmbica.
10. El rendimiento académico de los niños y niñas de estas colonias está dentro de los parámetros normales manejados por el Ministerio de Educación y no es distinto del de otras áreas urbano-precarias no expuestas a similares fuentes contaminantes.
11. Comparativamente considerado el universo estudiado con grupos de una situación socioeconómica más favorable hay diferencias marcadas en su grado de calidad y de expectativas como base para un futuro desarrollo post educación primaria.
12. La educación primaria recibida por los niños y niñas que habitan los barrios periféricos a la fábrica, fundamentalmente la impartida en la escuela pública, no contribuye de ningún modo a la excelencia académica, siendo por el contrario, en términos generales, propiciadora de precariedad en el aprendizaje, y por tanto, como resultado final de todo el proceso, no estimuladora del desarrollo.
13. Si se consideran los déficits físicos (mayor incidencia de problemas visuales, mayor frecuencia de baja talla y bajo peso, mayor índice de anemia) de los niños y niñas estudiados atribuibles a la contaminación por plomo como un elemento que puede contribuir a dificultar su proceso educativo, en ese sentido puede decirse que, indirectamente, la intoxicación a que se han visto sometidos tiene un grado de influencia en su bajo rendimiento escolar.
14. La forma en que terminó el proceso de lucha llevado a cabo por los habitantes de las colonias afectadas contra la fábrica Iberia, con acusaciones de soborno y compra de voluntades de algunos de los dirigentes por parte de la empresa, trajo como consecuencia, en el ámbito de la vida comunitaria, una fuerte desunión y un desinterés por continuar dándole seguimiento a todo el problema.
15. En todo el proceso de lucha durante los años ’97 y ’98 jugó un papel de mucha relevancia la presencia del Programa de Área Urbana de ADEJUC, como asesor y apoyo de la población afectada.
16. Combinando los dos factores anteriores (14 y 15), y considerando que el presente es el último año de presencia regular del programa de ADEJUC en el sector, se abre el interrogante respecto a la sostenibilidad de los monitoreos a que debe verse sometida continuamente la planta industrial, garante de las buenas condiciones de producción que posibiliten, concomitantemente, buenas condiciones medioambientales, y por tanto sanitarias para la población.
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