La dócil actitud que como Pueblo hoy vergonzosamente asumimos ante ante el Capitalismo Neoliberal y su creciente dominio, en nuestra realidad económica, política, social, cultural y espiritual, indudablemente es producto de un largo proceso de domesticación, impulsado desde el momento mismo en que en 1821, nos independizamos del decadente imperio español de la época, por […]
La dócil actitud que como Pueblo hoy vergonzosamente asumimos ante ante el Capitalismo Neoliberal y su creciente dominio, en nuestra realidad económica, política, social, cultural y espiritual, indudablemente es producto de un largo proceso de domesticación, impulsado desde el momento mismo en que en 1821, nos independizamos del decadente imperio español de la época, por los descendientes de los conquistadores hispanos que se afincaron en nuestra Patria y que, aprovechando su poder colonial, lo extendieron, fortalecieron y afianzaron en las principales estructuras que constituyeron los pilares mismos de nuestra Nación. Para ese propósito se consolidaron hegemónicamente posesionándose de las principales fuentes económicas de nuestra Nación y, de su superestrtuctura ideológica y represiva, factores con los cuales se adueñaron por completo del poder político, social e ideológico en nuestras tierras y nuestras mentes respectivamente, con lo que dominaron sin grandes problemas física y espiritualmente a nuestro Pueblo.
Esta domesticada actitud se ha mantenido en nuestro posterior desarrollo histórico como país de manera tal que, sin reacción alguna, hemos aceptado las formas de dominio material e ideológico que, las distintas potencias y en sus diversas manifestaciones e intensidades , han ejercido sobre nuestra sociedad. Así, desde mediados del siglo XIX , han pesado sobre nuestra nación las diversas formas de manipulación particularmente inglesas, francesas y alemanas desplazadas, eso sí, sistemáticamente por la imperial estadounidense que, luego de quedar intacta mientras las europeas se despedazaban en las Guerras Mundiales, no solo predominaron sobre toda América, sino sobre Europa y buena parte del resto del mundo quizá con la excepción de Rusia y China. El término Imperialismo Estadounidense, conocido popularmente como el «Imperialismo Yanqui » es el concepto empleado para hacer referencia al expansionismo que, utilizando cualquier medio -económico, político, cultural, militar, etc, etc.-, ha empleado el Gobierno de los Estados Unidos, a través de su desarrollo histórico y hoy en día, para imponer su dominio sobre el resto del mundo, fundamentando estas acciones en absurdas doctrinas como las del «Destino Manifiesto» -designados por su «Divinidad» para imperar en el Planeta-, la «Doctrina Monroe » -«América para los Americanos», con ellos autodefinidos como los únicos «americanos»-, incluyendo la deducción que de ella hizo el Presidente Roosevelt de «El Gran Garrote» -el empleo de la fuerza bruta en particular para imponer su «orden» en América Latina-; la de la «Seguridad Nacional», que impedía el avance del comunismo, entendido como cualquier lucha por la independencia de las naciones «protegidas» por los Yanquis y, hoy día, la «Lucha contra el terrorismo» a pesar de que el Imperialismo Yanqui es el gestor e impulsor de los principales grupos terroristas y, todos los demás instrumentos diseñados por los » Think Tank » -«tanques de pensamiento», es decir, grupos de «expertos»- de las grandes Empresas Transnacionales, que manejan como títeres los «gobiernos» gringos, y que éstos emplean para esclavizarnos y explotarnos cotidianamente .
Hoy en día en Costa Rica esta neocolonización imperial ha logrado instalarse en la mayoría de nuestra población casi por completo, gracias a la complicidad de los gobiernos de turno afines a la metrópoli, sin aparente violencia pues ha sido sutilmente impuesta mediante el renovado uso de la manipulación ideológica de manera tal que, usando los medios de comunicación , la religión -en particular la neopentecostal que acertadamente J.L. Rocha define como «Las megaiglesias del capitalismo sagrado» (en «Viento Sur» del 02/11/2012)-, la educación » domesticadora «, en contraste con la «liberadora» -términos acuñados por el pedagogo brasileño P. Freire – e, incluso, los variadísimos recursos que ofrecen hoy día los medios electrónicos, nos ha sometido con tal fuerza que nos tienen hablando su idioma, comiendo sus chatarras, reproduciendo su música, consumiendo sus baratijas, imitando sus vicios, sus antivalores , sus peores costumbres y, lo que es más degradante aún, permitiendo, casi agradecidos, que nuestro país y nuestro Pueblo, se sometan económica, política, social y culturalmente a las formas de explotación e instrumentalización que se les antoje hasta, incluso, renegar de nuestra natural hermandad con el resto de países latinoamericanos , convirtiéndonos en enemigos de muchos de sus Pueblos que, digna y ejemplarmente , luchan por su segunda y definitiva independencia.
Posiblemente a muchos estos planteamientos les parecerán trasnochados vestigios de épocas superadas pero, es muy importante tener presente que, después haberse ensañado en contra del medio Oriente y, ante el desprestigio y la repulsa que de los Pueblos dignos de esa zona obtuvo por sus demenciales crímenes de rapiña y, dado que muchos recursos naturales que los valientes patriotas de esas tierras han empezado valientemente a recuperar se encuentran también, en mayor cantidad incluso, en América Latina, el Imperialismo Yanqui a vuelto sus ojos hacia «Nuestra América», repleta de esos recursos geográficamente muy cercanos a sus industrias y ha decidido recolonizarnos a toda costa, eso explica indudablemente sus intervenciones veladas y descaradas, con la complicidad de sus títeres en los gobiernos de Mexico , Colombia Chile y Perú -por citar los mayores- y de algunos chicos, como el nuestro costarricense, para imponer a secuaces como Macri en Argentina, Temer en Brasil, destituir, mediante un golpe descarado al progresista Zelaya e imponer a sus cipayos en Honduras, hacer lo mismo con Fernado Lugo para sustituirlo por sus fichas en Paraguay y, en este momento, agredir por todos los medios al gobierno » chavista » de Maduro, con la colaboración de la vende patria MUD en Venezuela y continuar con su labor de zapa contra el gobierno de Evo en Bolivia y contra Lenín Moreno en Ecuador.
En este contexto, liberarnos de la neocolización de nuestra patria costarricense, se pone realmente cuesta arriba pues, el Imperio y sus secuaces locales, gracias a sus recursos infinitos fundamentados, entre otros factores, en la emisión libre de dólares -sin sustento real pero avalados por la fuerza bruta que, como sistema económico imperante ostentan- han controlado en Costa Rica tanto la ideología imperante, según ya lo destacamos, como los aparatos represivos del Estado, cada vez más pertrechados con la manida excusa de la lucha contra el tráfico nacional e internacional de drogas, como lo demuestran las crecientes cifras destinadas en el presupuesto nacional a esa tarea y la criminalización sistemática y constante de la protesta social. ¿Qué esperanzas reales de redención popular nos quedan? Por dicha son varias, veamos someramente algunas de ellas: reacción casi instintiva contra la neocolonización , gracias a la toma de consciencia sobre la esencia genocida y ecocida del sistema Capitalista Neoliberal impuesto por el Imperialismo Yanqui y sus esbirros locales, que cada día oprimen y explotan más cruelmente a nuestro Pueblo y destruye nuestros recursos naturales; el consecuente agotamiento de sus mentiras reformistas de solución a estos grandes problemas populares y de protección a nuestro entorno natural; el desprestigio que sufren, hasta el desencanto final por parte de su electorado, los partidos tradicionales ofrecidos como opciones por el capital nacional e internacional; el lento pero creciente despertar que, ante los ineludibles factores anteriores experimentamos como Pueblo, la comprensión de la realidad a que nos obliga este despertar y, la cada vez más clara certeza de que, nuestra liberación, solamente la podremos alcanzar unidos y movilizados. Todo lo anterior, esperamos, nos llevará a la acción propia como mayoría política y, a la consecuente recuperación del Poder, la Dignidad y la Soberanía plena para nuestra Nación y nuestra nueva sociedad auténticamente Humanitarista y EcologIsta.
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