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Panamá

De Plataforma de Servicios Transnacionales a Estado Delincuencial

Fuentes: Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Panamá)

La Política Económica del Régimen de Omar Torrijos

Notas para una Exposición de 20 minutos sobre el tema «El Régimen de Torrijos: La Política Económico-Social», que me fue asignado por el Programa FLACSO-Panamá como parte de la Tercera Mesa del Ciclo de Análisis sobre La Construcción del Estado Nacional. Vice-Rectoría de Investigaciones y Post Grado de la Universidad de Panamá. Jueves 10 de Octubre de 2013.

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No parece adecuado tratar las principales características de la Política Económico-Social del Régimen de Omar Torrijos sin hacer referencia a 2 momentos inmediatamente precedentes y que revisten cierta importancia: el primero, el ‘momento productivo’ que inicia con la II Guerra Mundial y se extiende hasta el Gobierno de Remón, y el segundo, lo que denominamos ‘la ilusión del desarrollo’ en los años sesenta.

Trataré de sintetizarlos en extremo para no violentar el tiempo de exposición que me ha sido asignado. 1 Y me permitiré repartir algunas fotocopias de mi intervención que esta noche estará completa en la página web del Centro de Estudios Estratégicos cuya dirección les proporcionaré aquí.

Un momento productivo

La IIª. Guerra Mundial trae gran bonanza a Panamá. El mercado de la Zona del Canal -ampliado para algunas fracciones de la burguesía local gracias a la renegociación de 1936- incrementa enormemente su potencial. La población residente allí se duplica entre 1936 y 1943 y la población empleada pasa de 14,800 en 1939 a 40,000 en 1942. Si bien el tránsito de barcos comerciales desciende por efecto del conflicto, el de barcos beligerantes permite alcanzar la cifra récord de 9,000 tránsitos en 1945.

Dicha intensificación de actividades se tradujo en una potenciación de la demanda por bienes y servicios. Ello, aunado al desajuste de las rutas comerciales y el descenso de las importaciones que impuso la Guerra, presionó fuertemente en provecho del desarrollo de la producción interna.

Llega la hora -por única vez en la historia panameña- de las fracciones productivas -es decir, agrarias e industriales- del capital.

En estos años, la superficie sembrada de arroz, frijoles y maíz aumenta un 50%. El beneficio de ganado vacuno aumenta un 70% entre 1939 y 1948. La producción de azúcar un 70%, la de leche condensada un 80%. El consumo de energía eléctrica crece un 62% y un 73% en las Ciudades de Panamá y Colón, respectivamente. La participación de la Zona del Canal en el PIB alcanza 21% (1945). Hacen su aparición empresas productoras de cemento, de productos de arcillas, de materiales de construcción.

Las fracciones del capital productivo, diferenciadas al calor del auge bélico, logran en la inmediata postguerra compartir la hegemonía en el aparato del Estado con las fracciones improductivas del capital, por primera y única vez en la historia de la formación social panameña.

Este, el Estado, dispone en estos años de recursos suficientes como para abordar tareas de infraestructura (carreteras), fomento (a la agricultura, fundamentalmente) y ampliación del personal encargado de cumplir las tareas de administración, control y represión que le son propias.

La actividad de la ruta, una vez más, gravita sobre las posibilidades de crecimiento y consecuentemente, la inmediata postguerra, como era previsible, sume a la economía en otra recesión. La venta de bienes a la Zona del Canal se reduce un 20%, la de servicios un 50%. En 1950, el mercado de la Zona representa sólo un 8.2% del PIB. El desempleo alcanza 11.4% de la fuerza laboral total y 22.3% de la fuerza laboral no‑agrícola. 2

No obstante, el impacto de la recesión es amortiguado gracias a los activos líquidos, acumulados por las clases dominantes durante el auge precedente.

Un cierto grado de diversificación de la estructura productiva impide que la recesión golpee con idéntica brutalidad a todas las fracciones del capital. El efecto amortiguador se expresa, primero, en la evolución de la demanda interna, particularmente de los gastos de consumo privado y, desde 1950, en la ampliación del gasto público tanto en consumo como en inversión.

A pesar de ello, las pugnas interburguesas por el control del Estado se exacerban. Los primos riñen : en tres años ‑ 1949 a 1952 ‑ se suceden cuatro Presidentes de la República. Las fracciones burguesas productivas exigen un gobiemo «intervencionista», que fomente y proteja la producción para el mercado interno.

El gobierno fuerte del Coronel Remón, imponiéndose a otras fracciones y estratos dominantes, expresa ese tardío impulso al desarrollo «hacia adentro» 3 .

La recesión de postguerra, las luchas contra la legalización de las bases militares norteamericanas en 1947 y el deterioro del nivel de vida de las masas (el índice de precios de los alimentos en la Ciudad de Panamá se incrementó en un 75% en los años de la guerra) estimulan el avance de las luchas populares. La pequeña burguesía es capaz de ofrecer un cierto grado de conducción al movimiento de masas través de la Federación de Estudiantes de Panamá (1943), el Magisterio Panameño Unido (1944) y el Frente Patriótico de la Juventud (1944).

El Estado empieza a jugar un papel más directo en la acumulación. Por una parte, incrementando el gasto público, que retoma niveles importantes desde el primer gobierno de Belisario Porras (1912‑1916). Por otra, subsidiando directamente la producción agropecuaria. Por último, implementando mecanismos de sobreprotección a la industria, a través de los llamados «Contratos con la Nación» 4 .

Fortalecido el capital productivo y hegemonizando por vez única el aparato del Estado, se plantea un nuevo re‑pacto de la renta canalera. El Tratado Remón-Eisenhower de 1955 lleva el sello de estas fracciones.

A partir de ese momento, las manufacturas panameñas están libres de la aplicación del Buy American Act. Estados Unidos promete suspender la producción de manufacturas en la Zona del Canal, tan pronto se compruebe que éstas pueden ser elaboradas en Panamá. El Estado, enfrentado a nuevas tareas, redefine sus relaciones con el enclave y se fortalece, gracias a la captación de nuevos recursos, el incremento del personal administrativo y la consolidación del cuerpo represivo, que se militariza en 1953.

Las fracciones productivas hegemónicas, protegidos tras barreras arancelarias, profundizan la sustitución de importaciones y ya para 1960, la producción interna abastece el 90.4% de la carne, el 88.0 % de las frutas y legumbres y el 86.9% del consumo de alimentos en general. Las importaciones de éstos, que en 1951 representaban el 19.9% del total de importaciones, descienden a 15.1% en 1955 y a 12.1% en 1960. En los sectores dinámicos del agro, la penetración de relaciones de producción específicamente capitalistas es a tal grado acelerada que los asalariados, que en 1950 representaban un 4.5% de la fuerza laboral agrícola, en 1961 ya representan un 22.8%.

Los ’60: La ilusión del Desarrollo

Los años sesenta constituyen, con los de la II Guerra Mundial, los de mayor crecimiento sostenido de la economía. Las exportaciones de bienes y servicios se triplican y la venta de bienes crece a una tasa de 12.9% anual entre 1961 y 1970.

Esta rápida expansión de las ventas externas permitió financiar niveles cada vez más altos de importación, acelerando así la formación de capital y el desarrollo del sector secundario : la inversión total creció a un ritmo de 13.6 % durante la década y, cerca de 1970, el 25% del PIB se destina a la formación de capital. La inversión en maquinaria y equipo se duplica entre 1960 y 1965 y lo hace nuevamente en el quinquenio siguiente.

La re‑negociación de 1955 no sólo aumentó la renta directa percibida por el monopolio de la propiedad territorial, sino que amplió el «mercado intemo» de la Zona del Canal. Esta vez no sólo para los primos ganaderos y cerveceros, sino para todos los que fueran capaces de elaborar alguna manufactura. Gracias a ello, la industria aborda lo que, a efectos locales, podemos considerar la segunda fase sustitutiva de importaciones.

Como otras veces en su historia, ésta burguesía, estructuralmente rentista, corrupta y cicatera dejó a otros la tarea y, por supuesto, la mayor parte del beneficio. Es el capital extranjero el que se encarga de llenar los intersticios que aún ofrece el abanico de oferta industrial (química, caucho, plásticos…). De las 22 empresas de inversión directa extranjera presentes en el sector en 1968, 18 fueron establecidas en esa misma década. La mayoría, sin embargo, fueron inversiones de poca monta. Al final de la década, el proceso sustitutivo de importaciones ya aparece definitivamente estancado : la participación de la producción nacional en la oferta manufacturera total, que en 1961 era de 32%, en 1968 llega a 35%.

Agotado, más que el patrón o el estilo de crecimiento, el espacio para el crecimiento sustitutivo en el segundo quinquenio y comprometida la expansión general de la economía que caracterizó el primero, toman cuerpo dos proyectos «alternativos» de desarrollo que se expresan en otras tantas expresiones políticas. Por un lado, la pretensión de continuar el desarrollo de los sectores productivos transfiriendo excedente, a través del Estado, desde los sectores terciarios. Por otro, un proyecto que postula – explícitamente – lo que llamaron la «hongkonización» de Panamá. Vale decir, abrir aún más la economía al capital extranjero, propiciar una mayor internacionalización de los sectores terciarios y controlar el costoso desarrollo industrial, anulando la sobreprotección.

Las elecciones presidenciales de 1968 fueron expresión de las contradicciones, pero sobre todo de virulentas pugnas por el control con uñas y dientes de un aparato estatal, cuyo nivel de gastos se había quintuplicado en la década y crecía a ritmos superiores al 20% anual. Su control era condición indispensable para privilegiar, más que uno u otro espacio de acumulación, uno u otro espacio de enriquecimiento por la vía de las exacciones al Tesoro Nacional. El débil desarrollo ideológico, político y orgánico de las clases y capas populares – y la ausencia de un instrumento partidario propio – las hizo fácil presa de una u otra coalición de primos.

En 1968, el vacío político, el desgaste institucional, el sprit de corps de la oficialidad de la Guardia Nacional y el grado de autonomía que había logrado desde su militarización en 1953, llevó a un grupo de oficiales a ocupar el Estado. Los entreveros del Golpe Militar han sido extensamente documentados. A nosotros lo que nos interesa destacar – que es el tema asignado – es la política económica-social del Régimen.

Detrás de todo Golpe de Estado hay intereses de clase, fracciones o estratos de clase. No entenderlo es entender poco o nada de la dinámica de una formación social concreta. La política no es – no puede ser – sino la expresión concentrada de la economía, señala Lenin con justa pertinencia.

A cinco semanas del golpe de Estado, hicieron público su programa básico:

«Los objetivos de nuestra política económica son : (…) A mediano plazo (…) 1. La ampliación vigorosa de las operaciones de la Zona Libre de Colón; 2. La conversión del aeropuerto de Tocumen en un centro de producción y reventa de bienes y servicios para el transeúnte y para el incipiente negocio de carga aérea en las Américas; 3. Turismo; 4. La explotación de recursos minerales recientemente descubiertos en la zona atlántica; 5. La promoción de Panamá como centro financiero internacional con base en la banca nacional y extranjera existente en el país; 6 . La continuación racional y prudente de la política de sustitución de importaciones» 5 .

El proyecto planteado no requiere explicaciones. Apologistas y detractores deberán coincidir en que se cumplió.

En este punto quiero leer una cita del Prólogo a la Primera Edición de El Capital, fechada el 25 de Julio de 1867 y que comparto plenamente:

«… aquí sólo nos importan las personas en cuanto personificación de categorías económicas que representan intereses y relaciones de unas clases determinadas. Mi punto de vista, que considera el desenvolvimiento de la formación económica de la sociedad como un proceso histórico-natural , no es compatible, como lo sería otro, con hacer responsables a los individuos de relaciones de las cuales son socialmente criaturas, aunque subjetivamente traten de elevarse sobre ellas».

Así pues, como «reflexionar sobre una política económica es, antes que nada, preocuparse por sacar de las sombras los intereses de clase que la han inspirado « 6 , es útil dejar establecido que fueron las fracciones improductivas del capital local e internacional quienes inspiraron, implementaron y usufructuaron la política económica global que desde 1968 y sin interrupción alguna hasta la fecha es hegemónica en ésta formación social.

«Represión, demagogia y tímidas reformas en el agro y en la administración caracterizaron el primer año de gobierno militar» 7 . A partir de diciembre de 1969, conjurado un contragolpe de derecha, el régimen se plantea ‑ junto al cumplimiento de su programa básico, corregido y aumentado por la «Estrategia para el Desarrollo Nacional» ‑ la necesidad de completar las tareas de modernización que plantearon.

Se intensifican las inversiones públicas en infraestructura, educación, salud y vivienda, con cargo a la deuda externa, que se triplica ya en los primeros cuatro años de gobierno. 8

La denuncia de los Anteproyectos de Tratado sobre el Canal de 1967 pone nuevamente en el tapete la necesidad de renegociar el status canalero. El gobierno concita a la «unidad nacional» como «única forma de enfrentar al imperialismo».

Los ’70: La modernización autoritaria, los bancos y el nuevo pacto de renta.

La Plataforma de Servicios Transnacionales

La modernización

Desde los gobiernos del liberalismo activo no conocía ésta sociedad una presencia tan importante del Estado en la vida económica contingente.

La bonanza de los años 60 y el dólar fácil de los 70 9 alcanzaron para el primer quinquenio del gobierno militar. No obstante, para 1974 se acusan ya señales de desaceleración.

De una tasa anual de crecimiento del PIB de 6.5% en 1973, desciende a 2.0 % en 1974 y a 0.0% en 1976. El deterioro, sin embargo, no es homogéneo. Mientras las manufacturas, la construcción e incluso el comercio decrecían en el trienio, los sectores improductivos, especialmente el bancario – financiero crecía a tasas anuales de 21.3, 9.5, 9.5 y 7.9% de 1973 a 1976.

Transcurrido el primer tercio de la década, la crisis energética, la recesión y la inflación internacionales, hicieron sentir duramente su impacto en una economía extraordinariamente frágil, volcada al exterior, sin producción de combustibles y sin mecanismos monetarios defensivos. A los factores externos se sumó el peso de los domésticos : el descenso de la venta de servicios a la Zona del Canal; la brutal caída de los niveles de construcción, con serias repercusiones en las industrias intermedias y metálicas; el crecimiento casi vegetativo de las industrias tradicionales, particularmente las alimenticias que no hacen sino acompañar el crecimiento poblacional; la contracción del crédito interno y la contracción de la inversión privada, particularmente en los años 1975 y 1976.

En los años 70 las inversiones y la formación bruta de capital social corren esencialmente por cuenta del Estado. En tal sentido, debemos destacar dos elementos : Uno, la deuda externa. Otro, las inversiones públicas.

La primera se septuplica en los primeros 7 años de Gobierno militar. Si de 1950 a 1960 y de 1960 a 1968 la deuda externa creció a un ritmo promedio de 15% anual, en estos años lo hace a un ritmo de 30% anual. «Panamá se endeuda abruptamente, a un alto costo del dinero, a plazos perentorios, fundamentalmente con fuentes privadas norteamericanas, de forma que se denota una espiral de endeudamiento, que compromete al conjunto de la economía, favoreciendo la extranjerización y monopolización de la misma » 10 .

Vale la pena hacer un punto aparte al tratar el problema de la inversión pública y las empresas estatales. La inversión pública, de 1970 a 1976, alcanzó 703.6 millones de dólares, es decir, un 34.6% de la inversión total en el sexenio. Entre 1973 y 1975, creció un 53% y, en el último bienio, alcanzó los 310.6 millones de dólares, de los cuales 72% correspondió a construcciones, 22% a bienes de capital y sólo el 6% restante representó aumento de existencias.

Buena parte de la inversión estatal se orientó a los programas básicos de la modernización, particularmente la electrificación. Y es normal que así fuera. No debe perderse de vista – como acertadamente señala Alvater por citar a uno entre tantos – que «si existe una necesidad perentoria de ampliar la ‘infraestructura’ que requiera inversiones de carácter especial, en ese caso el capital descarga esta necesidad sobre las espaldas del Estado 11 «. No es otra la misión del Estado, en su tarea de garantizar las condiciones materiales de la reproducción.

Otra parte importante fue destinada a proyectos de vivienda, educación y salud. Los de viviendas, por expeditos y faltos de control fueron una de las fuentes predilectas de enriquecimiento ilícito en obras gubernamentales: piénsese en Don Bosco, Santa Librada, Villa Lorena, Cerro Batea, San Joaquín,…Los de educación y sobre todo los de salud tuvieron más éxito. A fin de cuentas las tareas de capacitación y de reparación de la fuerza de trabajo ‑que eso y no otra cosa son, stricto sensu, en el capitalismo estos programas‑ cumplieron además en estos años funciones redistributivas del ingreso, junto con el crecimiento desenfrenado del aparato estatal que absorbió un promedio de 5,000 burócratas por año por 20 años (en 1970: 55,000 empleados en el Sector Público; en 1989: 151,000).

El resto de la inversión pública se orientó a programas de producción agropecuaria e industrial de carácter estatal y para‑estatal.

Estos últimos han sido sobredimensionados a menudo estrictamente por razones ideológicas: tanto por ‘la derecha’ como por ‘izquierdistas’ interesados en destacar el carácter revolucionario de lo que en esencia, como muy bien señala Jorge E. Illueca, fue un proceso de modernización del Estado 12. Modernización estrictamente capitalista, preciso yo. Los datos de realidad son los siguientes: todas las Empresas Estatales del sector industrial, en 1975 -el año cumbre de la socialización (!) del agro y la industria‑ representaron un 3.7% del total de la producción manufacturera y un 2% de la fuerza de trabajo en el sector. En el agro, los 236 asentamientos campesinos llegaron a ocupar menos del 5% de la tierra cultivable e involucraron sólo un 5% de la fuerza de trabajo ocupada en explotaciones agropecuarias.

Los bancos

Como otras veces en la historia de esta formación social, sus formas específicas de inserción en la Economía Mundial, poco o nada tiene que ver con los determinantes de la acumulación interna ni con las decisiones de las clases dominantes locales. Es el caso del llamado Centro Bancario Internacional.

La razón de ser y el motivo por el cual existe hoy un Centro Bancario en Panamá fue la aprobación del Bank Holding Act por el Congreso de Estados Unidos en 1970. El Acta permitió de inmediato la expansión de los bancos norteamericanos que sólo en el año 1972 abrieron 106 oficinas fuera de sus fronteras. ¿Razones operativas? Tres: (i) la ausencia de un banco central y, consecuentemente, de una política monetaria propia y (ii) el uso del dólar norteamericano como moneda de cuenta y de curso corriente, desde el Convenio Taft de 1904 y (iii) la existencia, desde 1932, de una Ley de Sociedades amplia y muy permisiva.

Se cursaron instrucciones precisas a varios abogados en plaza y la Ley Bancaria -a gusto y medida de los bancos norteamericanos- se aprobó mediante un Decreto de Gabinete en Julio de 1970 bajo la supervisión de uno de los gurús de los Chicago Boys 13 . Banqueros de planta local, del Chase y el Citi colaboraron en detalles menores.

Toda la política económica de los años ’70 se orientó, en lo fundamental, al desarrollo y consolidación de una Plataforma de Servicios Transnacionales 14   y la señal de partida la dio la Ley Bancaria.

El número de bancos en la plaza panameña ‑que en 1960 eran 5‑, pasó a 23 en 1970, a 73 en 1977, a 122 en 1984 y se estabiliza en poco más de un centenar de manera permanente. Los depósitos en poder del sistema evolucionaron de US$ 341 millones en 1968 a US$ 700 en 1970; US$ 6,000 en 1974; US$ 11,000 en 1976 y US$ 50,000 en 1982…

Las condiciones internas que permitieron tan sano desarrollo fueron resumidas, al alimón, por la Asociación Nacional Bancaria y el Ministerio de Planificación y Política Económica «la libre circulación del dólar, la ausencia de todo control para el ingreso o egreso de capitales, las exenciones tributarias sobre utilidades, la ausencia de impuestos a los depósitos y el clima de estabilidad social que prevalece aquí . 15 »

¿A qué intereses responde? (i) El Centro Bancario en Panamá va de consuno con la necesidad del sistema de internacionalizar el proceso de valorización del capital. (ii) En segundo lugar, libre de controles, facilita la función del gran capital financiero como el nexo que articula los procesos de producción dislocados internacionalmente con los procesos de circulación, tanto del capital efectivamente valorizado como del capital especulativo 16. (iii) En tercer lugar, facilita el reciclaje de los capitales flotantes y la especulación bancaria. (iv) En cuarto, ofrece un mecanismo expedito de expansión crediticia, allí donde las necesidades de las grandes transnacionales lo exijan 17. El Centro Bancario Intemacional se complementó con otros dos elementos que constituyen lo que dio en llamarse el Centro Financiero Internacional: los seguros y los reaseguros.

El «Plan Nacional de Desarrollo 1976‑1980» se planteó como meta lograr un incremento del aporte de los sectores terciarios al PIB de 48% en 1975 a 58% en 1980. Se cumplió con creces.

El nuevo pacto de renta

El deterioro de la acumulación, a pesar del expediente de la deuda externa y del dinero fácil de los años ’70, entraba el principal recurso político, institucional e ideológico para el re‑pacto de la renta canalera: «la Unidad Nacional». Una estrategia posible y viable gracias a que el reflejo en la conciencia de la apropiación de una renta derivada del monopolio de la propiedad territorial permitió plantear ‑a los militares que ocupaban el Estado y a las fracciones hegemónicas a nombre de las cuales lo hacían 18– un elemento aglutinador y de agitación: «la recuperación más colectiva posible de la Zona del Canal».

Uno de los polos de la política de Unidad Nacional -‘los izquierdistas’ 19– compraron (¿ellos compraron?) todo el discurso. El otro polo -los empresarios- exigieron algo más que agitación. En noviembre de 1974 se emite la «Declaración de Boquete», un primer intento de institucionalizar el diálogo con las organizaciones empresariales. La declaración fue evaluada oficialmente como «…una dimensión importante y esencial de la política de unidad nacional que han lanzado el Jefe de Gobierno y el Presidente de la Republica» 20

Las medidas concretas para reforzarla no se hicieron esperar: establecimiento de nuevos incentivos a la inversión, a la reinversión de utilidades, a la producción, a la exportación, subsidios a las tasas de interés para préstamos agropecuarios e industriales, autorización para reiniciar las exportaciones de carne de vacuno, modificación de las leyes de vivienda y, como culminación, modificación del Código de Trabajo promulgado en 1972, condicionando la estabilidad de los trabajadores, permitiendo la extensión de las jornadas de trabajo y suspendiendo temporalmente las negociaciones colectivas.

Valga una digresión con cargo a validarla documentadamente en un próximo texto, pero pertinente porque creo que puede contribuir a desfacer viejos y reiterados entuertos que ya han pasado a ser parte de la ‘falsa conciencia’ de los sectores populares.

El punto de inflexión del Proyecto Torrijista

No es éste el lugar para el análisis completo -necesario aún a nuestro juicio- de lo que ha dado en llamarse el Proyecto Torrijista. Dos hechos, sin embargo, debemos destacar: (i) No hay bases militares en Panamá (al menos por el momento); y (ii) el Canal está en manos panameñas. (La condición ética de la cúpula de la ACP es otro tema).

A mi juicio, el punto de inflexión en los contenidos directamente populares del proceso de modernización del capitalismo panameño llevado adelante por el General Torrijos, lo sitúo en la coyuntura de los meses de Julio a Octubre de 1976.

Cito:

(….) La subversión del arroz y la leche: El alza de los precios del arroz y la leche marcan un hito en el rosario de concesiones señalado. Ya no se trata sólo de dar garantías a las distintas fracciones del capital, de hacer concesiones a ganaderos, agricultores, industriales, constructores, aseguradores y propietarios de inmuebles; se trata, y eso es lo novedoso, de hacer esas concesiones aún a costa de golpear directamente el nivel de vida de las masas. Si bien las concesiones anteriores golpeaban a éstas a mediano plazo – v.gr., desviando recursos estatales hacia la dinamización del proceso de acumulación global o a los procesos de acumulación ‘parciales’ propios de cada una de las fracciones del capital; contribuyendo a fortalecer el papel de ‘Plataforma Internacional de Servicios’ que el imperialismo asigna a Panamá en su reordenamiento económico-político latinoamericano; renunciando a ingresos fiscales en aras de brindar mejores condiciones de desarrollo a la acumulación privada; etc., etc., no se golpeaba directa sino indirectamente las condiciones de vida del pueblo. Con las últimas medidas no sólo se favorece a un sector importante de los empresarios: los grandes agricultores, particularmente de las provincias de Coclé y Chiriquí, sino que -por primera vez en forma tan desembozada- se afecta duramente el nivel de vida de las masas afectando el precio del componente principal de su canasta de consumo. La cosa no va a detenerse allí. Las alzas de precio son una de las medidas de reactivación de la economía. Son necesarias. Son una condición importante, no sólo para devolver la confianza perdida a los diversos sectores empresariales; el problema va más allá de «recuperación de la confianza». Se trata de una recuperación más importante de la cual «la confianza» es sólo un reflejo : se trata de recuperar la tasa de crecimiento global de la economía que es negativa para la economía en su conjunto en lo que va del año 1976. No lo entienden así los principales grupos de izquierda. Una vez más, se equivocan. Sobreestiman los márgenes de «autonomía relativa» en el Estado. Al tiempo que se producían protestas y demostraciones sindicales y estudiantiles, la posición de ambos fue propiciar el ‘control’. Las consignas hablan por sí solas: «La derecha está en la calle. A detener la escalada de la derecha. El confusionismo favorece al fascismo, Viva mi General. Viva el Torrijismo»…

(…) Recesión y Reformas: Un Binomio Impopular. Las otras medidas para remontar la crisis tampoco se harán esperar. Las principales de ellas están contenidas en una docena de Ante-Proyectos de Leyes que, desde la última semana de Agosto (1976), al menos, están en manos del Consejo de la Empresa Privada (Conep) para su discusión, sugerencias y -¿por qué no decirlo?- modificaciones. De ellos los más importantes son: 1. Proyecto sobre el descuento obligatorio de alquileres; 2. Modificación al artículo 709 del Código de Trabajo sobre deducciones de renta gravable; 3. Proyecto sobre depreciación de edificios industriales que se construyan o contraten; 4. Proyecto que otorga incentivos fiscales a la inversión; 5. Proyecto mediante el cual se otorgan incentivos a la capitalización de utilidades; 6. Proyecto mediante el cual se legisla sobre ajustes de precios en obras o actividades de construcción; 7. Reformas a la Ley 108 de 1974 sobre Certificado de Ahorro Tributario (CAT); etc., etc. Como puede apreciarse a la sola lectura de los títulos, las leyes planteadas beneficiarán sea al conjunto de los empresarios sea a sectores de ellos….las más altas autoridades del Gobierno explicitaron, por primera vez a ese nivel, la necesidad de «repensar» algunas disposiciones del Código de Trabajo que permitan «una interpretación más realista», a objeto de «impedir el cierre de otras 300 pequeñas empresas»… En buen romance, no sólo se disminuye el salario real de los trabajadores a través del alza de precios de productos de consumo masivo, sino que, además, se reducirá el margen de maniobra de los trabajadores, sus posibilidades de lucha en el terreno de la distribución, a través de «una interpretación más realista» del Código de Trabajo. El conjunto de medidas, las tomadas y las por tomar, se traducen en mejores condiciones para el desempeño de las empresas, descargando sobre los trabajadores el peso de la recuperación.

(…) El Espantajo del Desempleo. …Los empresarios, aguijoneados por la recesión, plantean con renovados bríos la necesidad de reformar el Código. Los personeros del Gobierno, urgidos de una justificación, agitan el espantajo del desempleo. El problema no es fácil. Pero dejemos que nos lo explique el Ministro de Trabajo y Bienestar Social [Adolfo Ahumada, JM]. Ante la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimientos…afirmó : «es un problema sensible y complicado que no sólo tiene aspectos económicos y jurídicos, sino que es un problema de carácter político…porque no es fácil si no se toman las medidas adecuadas para conducir este país por los senderos de una mejor economía, pero   también hay que tomar en cuenta que de no hacerlo debidamente se puede disminuir la imagen revolucionaria de este proceso». ….La herramienta también es clara: agitar es espantajo del desempleo -real, por lo demás-, y acudir a una «solidaridad de clase» mal entendida, para que los trabajadores -especialmente los sindicalizados- renuncien a determinados artículos del Código en aras de que se propicien mayores inversiones que generen empleos para sus hermanos de clase actualmente desempleados. ‘Que los actuales trabajadores renuncien a su nivel de vida actual, para que futuros trabajadores compartan con ellos un nivel de vida inferior para todos’, en buen romance, así se traduce el razonamiento oficial… El 25 de Octubre de 1976, la Central Nacional de Trabajadores Panameños (CNTP), frente sindical del Partido del Pueblo emitió un comunicado sobre «Las Reformas que se pretenden introducir al Código de Trabajo» …»el artículo 213 del Código de Trabajo -dice el comunicado- enumera 26 causas justas para despedir». Este estilo de argumentación inquieta sobre cuáles serán los planteamientos de la izquierda respecto a las reformas planteadas. No es el manejo más o menos lúcido de las herramientas de la economía vulgar, el que señalará la ‘conveniencia’ o ‘justificación’ de anular conquistas populares expresadas en el Código. El problema es un problema de clase y como problema clasista debe ser planteado. Pero no es eso lo más importante del comunicado. Lo que nos interesa señalar es el «llamado de atención» del PC local a través de su frente sindical: «…¿por qué tiene que ser a costa de las conquistas sociales de ese pueblo que se pretende resolver el problema inflacionario? Ello no se considera justo, ni propio de un proceso revolucionario…lo que se busca…es el divorcio de los sectores populares con el Gobierno, se quiere restar al Gobierno apoyo popular. Ello no se debe permitir de manera alguna». Para no permitir ese «divorcio» de «manera alguna», la principal fuerza de la izquierda panameña llevará adelante -hasta el límite último que sus bases le permitan- la política de desmovilización permanente. Seguirá jugando el papel de colchón amortiguador de las demandas populares y contribuirá -equivocadamente y sin pretenderlo- a desarmar política, orgánica e ideológicamente a las clases y capas populares, entregándolas maniatadas a la voracidad del capital». 21 .

Altemando con la »Unidad Nacional», el gobiemo dispuso de otra arma de negociación frente a Estados Unidos: la internacionalización del problema panameño. Si en los años sesenta, sucesivos gobiernos habían luchado «en soledad intemacional» 22 por modificar el reparto de la renta y acceder mejor al excedente canalero, los primeros años ´70 permitieron una solidaridad latinoamericana con la causa panameña más allá de las declaraciones protocolares. La reunión en Panamá del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Marzo de 1973) prometía la intemacionalización masiva del problema. No obstante, la consolidación en América Latina de los Estados de la Contrainsurgencia modificó cualitativamente el componente de la solidaridad continental. La destitución del Canciller Tack y de algunos miembros de su competente equipo de asesores marcaron el punto de inflexión : el problema canalero podría latinoamericanizarse, pero en un ningún caso se intemacionalizaría realmente 23 .

Aguijoneados por la recesión, los empresarios exigen no sólo modificaciones de la política económica que desgastan la frágil «Unidad Nacional», sino también una solución rápida al diferendum 24. Presionado además por el imperialismo y en pleno desarrollo los regímenes contrainsurgentes en América Latina, el gobierno renuncia a internacionalizar el problema. Melladas las armas de la negociación, el régimen firma el Tratado de 1977.

Este nuevo Pacto de Renta es, si cabe, el principal logro histórico del período.

En este sentido, es muy decidor revisar los documentos de la Conferencia Anual de Ejecutivos de Empresa CADE-77. Ninguno de los representantes oficiales u oficiosos de las fracciones‑estratos no‑hegemónicos menciona siquiera el receso de los partidos políticos. Pidieron, eso sí, participación directa en la Comisión Nacional de Legislación 25. Los gremios patronales habían demostrado ser un mecanismo excelente y expedito de presión y respuesta: el interlocutor válido para quienes ocupaban el Estado a nombre de los sectores hegemónicos.

El nuevo pacto de renta culminado en 1977 y algunos de los elementos ideológicos que animaron la política exterior del Presidente Carter (Trilateral Commission, Derechos Humanos, Democracias Viables…) impusieron una resurrección artificial ‑y por tanto innecesaria‑ de los viejos partidos políticos. Desde Junio de 1978 ‑ con la llegada al país de Amulfo Arias ‑ Panameñistas, Liberales, Republicanos, Socialdemócratas (MID) y hasta Demócratacristianos (PDC) intentaron constituirse en altemativas políticas tratando de recomponer cierto grado de consenso entre las diversas fracciones del capital.

Fundado el PRD, fallecido Torrijos y la cosa pública en manos de determinados militares y civiles, que son quienes efectivamente toman las decisiones por casi una década, se va consolidando la llamada Plataforma de Servicios Transnacionales en medio de niveles crecientes de corrupción en el manejo del Estado.

Llegado 1989, la XIX Intervención Armada de los Estados Unidos reiteró que lo prioritario, lo esencial para los Estados Unidos en Panamá es el Canal Interoceánico y la Posición Geográfica que lo hace posible y que protegerán dicho interés estratégico con relativa prescindencia de los entretelones domésticos.

Este período, sin embargo, supera el marco histórico que se me ha solicitado tratar.

No obstante, como en las formaciones sociales hay continuidades históricas, y lo que a todos nos interesa es el presente, no debo terminar esta intervención sin mencionar que sobre todo en los últimos 20 años, la Plataforma de Servicios Transnacionales anunciada el 17 de Noviembre de 1968 las metas a lograr ha evolucionado sobre dos ejes principales: primero, sobre la apropiación y desnacionalización de las Riquezas Nacionales y segundo sobre el desarrollo de un sistema de gobierno que hemos caracterizado como una Mafiocracia, mutando en los últimos años hacia un verdadero Estado Delincuencial.

Hoy el proceso de apropiación privada de las Riquezas Nacionales (electricidad y energía, puertos, telefonía, carreteras y transportes,…) presenta otra faceta. Ya no son las grandes transnacionales las que sistemáticamente se van apoderando de recursos y empresas antes propiedad del Estado o de particulares panameños.

El proceso incluye ahora una amplia gama que se ha ido operando por ‘oleadas’. Primero fueron por las empresas vinculadas al sector de más rápido crecimiento en el momento (construcción) y así fueron adquiridas por capital extranjero Plásticos Nacionales, Industria Galvanizadora, el Grupo Metalplas, Acero Panamá, Cemento Panamá, Cemento Bayano, Durman y Esquivel,… Una segunda oleada adquirió empresas productoras de alimentos: Pascual, Estrella Azul, Café Durán, Conservas Panameñas, Bonlac, Nevada, Pan Ideal….Y una tercera oleada adquiere empresas terciarias y de servicios en general: Estaciones de Gasolina Puma, Call Centers, Novey, Cochez, Office Depot, la Agencia Mercedes Benz, FASA, Price Smart, PayLess, Multiplaza, MetroMall,…

A ellos se suman, porque las masivas inversiones en infraestructura del Gobierno Martinelli permite tratos más rentables y discretos con empresas extranjeras: ICA de México, Odebrecht de Brasil, FCC de España, MECO de Costa Rica; aunque éste último es un caso especial: ni su tamaño ni sus capacidades se compadecen con la envergadura de las obras en las que participa ni con las alianzas empresariales a las que es capaz de acceder. La razón de su éxito hay que buscarla en determinantes más allá de su fortaleza o capacidad empresarial: en sus relaciones directas con el Poder.

En las últimas semanas ha empezado a ser evidente el control por capitales colombianos de un sector clave en cualquier formación social: el bancario-financiero.

El saldo neto que arroja hoy las formas específicas que ha ido adoptando la Plataforma de Servicios Transnacionales que constituyó el principal elemento de la Modernización del Régimen Torrijos y siguientes, vale decir, las aceleradas y muchas veces fraudulentas y engañosas transferencias de Riquezas Nacionales a manos privadas, las privatizaciones, concesiones y desnacionalizaciones, la transferencia de enormes cantidades de tierras estatales, de islas y linderos de playa a manos privadas, todo este proceso de «acumulación por desposesión» como lo ha denominado David Harvey y que constituye de por sí una nueva «Acumulación Originaria» tiene consecuencias graves.

Por una parte, la base productiva material de los principales grupos económicos ‘nacionales’ se debilita cada vez más y tiende a desaparecer. No hay que ser un lince para entender que a poco andar, la ausencia de bases materiales propias, especialmente las apegadas a las esferas de la producción, que sigue siendo la fuente única de verdadera riqueza, van convirtiendo la Soberanía Nacional y la existencia misma del país como un Estado Independiente en una perfecta ficción.

Por otra, en lo contingente, como bien apunta Adrián Sotelo, cada día más «el Estado deviene en Mafia y pone a la sociedad en un verdadero Estado de Excepción».

En el caso panameño el proceso corre por cuenta de una lumpenburguesía no sólo corrupta y descarada, sino deslenguada: Ya en 1910, Lefevre, a la sazón Secretario de Fomento y Obras Públicas le decía al Encargado de Negocios de los Estados Unidos: «Todos somos ladrones cuando se trata de dinero. Lo confieso».

Un siglo después Martinelli comentaba con la Embajadora de Estados Unidos por qué debía desechar a un posible colaborador: «Es un buen muchacho…pero es demasiado honesto» (Wikileaks).

Un resumen sumario del carácter del Estado Delincuencial Panameño lo hizo G. Castro, Jefe de la Comisión Anti-Lavado de Dinero que en 1996 declaró con abrumadora sinceridad al New York Times: «Si Ud. Busca en Panamá a todas las personas que hicieron negocios con Noriega y su régimen se dará cuenta que la única que no participó fue la Madre Teresa de Calcuta».

Estamos viviendo en un Estado Delincuencial: una sociedad en la cual «un grupo estructurado, existente durante un (largo) período de tiempo tiene como fin, mediante la acción concertada, utilizando la intimidación, la violencia, la corrupción u otros medios, obtener directa o indirectamente un beneficio económico u otro beneficio de orden material». Esta, que es la definición del Comité Especial de las Naciones Unidas que estudia la Delincuencia Organizada, es una descripción exacta del actuar de las clases dominantes en nuestro país, de la Mafiocracia.

Mafiocracia, que vale la pena insistir, no es un término peyorativo, ni un insulto ni un recurso de agitación y propaganda. Es un término que pretende dar cuenta, definir y sintetizar una situación precisa, una manera de hacer las cosas, un modo de funcionamiento económico, político, social, mediático, cultural, ideológico.

¿Qué características tiene la Mafiocracia, vale decir qué rasgos encontramos en esta forma de funcionamiento político-social que padecemos en Panamá? En primer lugar, la inexistencia de instituciones democráticas propiamente dichas; la ausencia de instituciones públicas respetables y respetadas por el conjunto de los ciudadanos; un número creciente y conocido de personas comprometidas con organizaciones criminales que se vinculan con los más elevados niveles de conducción de la economía y la política o que, directamente, forman parte de ella; una pléyade de funcionarios gubernamentales de alto nivel corruptos que son utilizados como instrumentos de actividades estatales delincuenciales; un control casi absoluto de los medios masivos de comunicación y una corrupción e ineficacia manifiestas de todo el sistema judicial. Busque Ud. En Panamá a 10 empresarios (sólo 10) que dispongan de una fortuna del orden de los USD 20 M y que nunca hayan incursionado en la politiquería o participado en corruptelas, negociados, lavado de dinero o tráfico de influencias. Si los encuentra me avisa, por favor.

Hablamos, pues, de Mafiocracia ante una actividad delictiva que es sistemática y permanente por parte de una oligarquía incontrolada en medio de una red de corrupción no sólo que alcanza a, sino que se origina en, precisamente, las más altas esferas económicas, políticas y sociales del país, forma un entramado que se extiende a los principales negocios públicos y a las grandes inversiones, abarca especialmente a los altos cargos de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a los mandos de los organismos de policía y seguridad, a los medios de comunicación, pero también a las cúpulas de los sistemas de salud y educacional, a ciertas cúpulas sindicales al servicio de los patrones y a aquellas ONGs que sólo gracias a sus dineros y la presencia mediática que sus recursos les permiten, usurpan las verdaderas representaciones de los ciudadanos. Ante la Mafiocracia el ciudadano de a pie parece no tener posibilidad alguna de defenderse y se ve obligado a convivir y pactar con ella en su vida cotidiana.

¿Y la clase política, preguntará alguno?

Seamos serios.

En la realidad -la de verdad- no existe nada que se llame «la clase política». Sostenerlo sería tomar la forma por el contenido. «La clase política» es una ficción mediática que intenta disfrazar lo que en realidad es una amalgama perversa de intereses entre quienes de verdad detentan el poder económico, financiero, comercial, político y mediático (los 100 Dueños, según la expresión que acuñó FRENADESO) y aquellas personas que les sirven como ejecutores u operadores de sus intereses en los distintos órganos del Estado: la tecnoburocracia a su servicio. Este conjunto de individuos constituyen una suerte de casta -que no una clase- que defiende intereses económicos muy concretos -sustancialmente distintos a los intereses del Pueblo Panameño- y a cambio de ello perciben altos salarios, bonificaciones, viáticos, dietas, viajes, exoneraciones, prebendas y, eventualmente, alguna participación en uno que otro negocio o negociado de quienes conforman el poder real que los instrumentaliza: la Mafiocracia. Muchos de ellos proceden de sectores populares (los del PRD son legión), lo cual no tiene por qué extrañarnos: una clase dominante es mucho más eficaz en su dominación -enseñó Marx- en tanto más capaz sea de allegar algunos nombres de las clases dominadas.

La Mafiocracia, bueno es precisarlo, no sólo puede albergar sino que de hecho da cabida a diversos grupos de intereses. «Pandillas» si quisiera Ud. utilizar la 3ª.acepción del DRAE: Liga que forman algunos para engañar a otros o hacerles daño. Y, como en todas, hay, claro, estilos y estilos. Baste un ejemplo: Guillermo Endara decidió suspender la Licitación Pública Internacional que habría de construir el Corredor Norte porque un Presupuesto estimado de USD 28 Millones debía ser decidido por el gobierno entrante. El entrante Pérez Balladares, a los 5 meses de haber asumido, contrató la obra por USD 325 M. Martinelli, por su parte, perpetró la compra de los Corredores Norte y Sur como otro negociado de la Mafiocracia con una posible lesión patrimonial (coima presunta que le llaman) que el Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Panamá) calculó minuciosamente e irrebatiblemente en, al menos, en USD 603 M.

Es cosa de estilos. Luciano era un intelectual del crimen. Capone daba mazazos.

Desde el punto de vista del accionar político, la Mafiocracia va eliminando casi todas las diferencias entre una dictadura y lo que era una farsa de democracia como la panameña: los ejercicios electorales son un ejercicio mediático, las candidaturas están sustentadas sólo por el dinero, las leyes electorales cercenan los derechos ciudadanos y las protestas que cada vez más, son reprimidas y criminalizadas policial, mediática y judicialmente: el Estado deviene en Mafia y pone a la sociedad, en los hechos, en un verdadero Estado de Excepción, constituyendo lo que legítimamente podemos llamar un Estado Delincuencial.

En esta situación nos encontramos hoy.

Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Panamá)

Panamá, 10 de Octubre de 2013.

Notas:

1 Para un tratamiento más riguroso teórica, metodológica e históricamente, véase mi trabajo con José Valenzuela Feijóo. Panamá: Estructura, Coyuntura, Conflicto, Clases y Política. Ed. Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Panamá), Panamá, Septiembre 2009, especialmente las páginas 61 a 79.

2 Salvo referencias específicas, todas las cifras señaladas en el texto son de la Dirección de Estadística y Censo de la Contraloría General de la República o del Compendio Estadístico 1950-1969, publicado por el Ministerio de Planificación y Política Económica, Panamá, Julio de 1970.

3 «(…) será nuestra mayor satisfacción de gobernante que, al finalizar nuestro período de Gobierno, nuestro país pueda abastecerse de todos aquellos productos de nuestra tierra que necesita para su mantenimiento y, si es posible, pare abastecer también otros mercados (…)». Discurso de Toma de Posesión como Presidente de la República. Véase -con tolerancia- una apología no exenta de humor en Concha Peña. El General José Antonio Remón Cantera, Presidente Excepcional 1908 – 1955. Ed. Imprenta de la Nación, Panamá, 1955, págs. 31 y 32.

4 La mayoría (72%), firmados por un cuarto de siglo de vigencia, exceptúan del pago de impuestos sobre: maquinarias, equipos, repuestos, envases, combustibles, materias primas, instalación, operaciones y ventas. Establecen además cuotas de importación que suelen ser complementadas con elevados aranceles (v.gr. gravámenes ad valorem sobre valor CIF: camisas, 38.5%; lociones, 122.7%; cigarrillos: 195.5%…). Véase, Dirección General de Planificación y Administración. Diagnóstico del Sector Industrial s/e., Panamá, 1971.

No está de más señalar que, detrás de cada arancel principal lucra, agazapado, algún distinguido personaje de ‘la buena sociedad’.

5 Véase La Estrella de Panamá, 17 de Noviembre de 1968, citado por Leonor Calderón y Esilda Méndez. Proceso Económico-Político de la Formación Social Panameña . Contradicciones Internas y Externas (1513 – 1968). Tesis Profesional. Facultad de Ciencias Políticas. Universidad Nacional Autónoma de México. UNAM, 1976.

6 Véase Ruy Mauro Marini. El Reformismo y la Contrarevolución. Estudios sobre Chile. Ed. ERA, México, 1976, pág. 120.

7 Veáse, Ricaurte Soler. Panamá: 1925-1975… Op. Cit. pág. 22.

8 Se construyeron unas 1,300 escuelas, se duplicó la cantidad de maestros: de 12,000 mil en 1968 a 24,000 en 1978. Se incorporaron cerca de 300,000 estudiantes nuevos al sistema educativo. Entre los años 1968-1978 las matrículas en las escuelas públicas aumentaron 90%. El Instituto para la Formación y Aprovechamiento de los recursos Humanos (IFARHU) concedió más de 25,000 préstamos para estudiantes de escasos recursos. Se construyeron más de 400 nuevas instituciones de salud, se agregaron 2,750 camas de hospital a las que ya existían, se nombraron 1,200 nuevos médicos y varios cientos de enfermeras y odontólogos y puso en práctica -durante la gestión del Dr. José Renán Esquivel como Ministro de Salud- un sistema de salud preventiva. Como parte de su concepción, el Ministerio de Salud impulsó la construcción de 890 acueductos. En 1968 existían unos 8,000 kilómetros de carreteras y caminos; éstos aumentaron a 14,000 en una década. En este período se construyó el nuevo aeropuerto internacional y las tres mayores hidroeléctricas: Bayano, Estrella los Valles y Fortuna. Véase, Ricardo De la Espriella, Intervención en el Acto de Conmemoración del 22 Aniversario de la Muerte del General Torrijos. Fundación Omar Torrijos. 31 de Julio de 2003. Ya que mencionamos al Ex Presidente De la Espriella, no está de más recomendar la lectura del Informe Especial de Inés Lara, del 28 de Noviembre de 2007 desde Miami, Florida, titulado «De la Espriella, integrante de la Mafiocracia es nombrado en la ACP. Panamá: «LOS 100 DUEÑOS». Sus Historias. El Caso de Ricardo de la Espriella. Especial de Inés Lara para Kaosenlared, que hasta el momento e redactar estas Notas ha merecido más de 2,300 lecturas. Puede accesarse aquí : http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=48336

9 Valga una aclaración respecto al llamado «dólar fácil»: De 1950 a 1960 la tasa de interés prevaleciente sobre las obligaciones externas osciló alrededor del 3.6%. Entre 1960 y 1968 la tasa de interés promedio ascendió 3 décimas (a 3.9%), pero a partir de 1968 el dinero se hace realmente caro: especialmente el que proviene de la banca privada: en 1971, 1973 y sobre todo en 1974, el Gobierno Central paga tasas de interés superiores al 12% y las Entidades Autónomas superiores al 10%.Esto reviste particular importancia por cuanto ya estaban en vigencia los préstamos nuevos por USD 115, USD 65., USD 36, USD 10; USD 12 y USD 5 Millones, aparte de los saldos pendientes de otros créditos privados obtenidos antes de 1971. Véase con provecho la Tesis de Grado para optar por la Licenciatura en Economía de Salomón Padilla y Hugo Vargas titulada El Financiamiento Público Externo en Panamá y sus Implicaciones Económicas. La hipótesis central -que demuestran indubitablemente- la formulan así: «Panamá se endeuda abruptamente, a un alto costo del dinero, a plazos perentorios, fundamentalmente con fuentes privadas norteamericanas, de formas que se denota una espiral de endeudamiento que compromete al conjunto de la economía favoreciendo la extranjerización y monopolización de la misma».

10 Véase, Salomón Padilla y Hugo Vargas. El Financiamiento Público Externo en Panamá y sus implicaciones económicas. Cuadernos del Cela Nº.3. Ed. Cela. Panamá, 1978. Resumen de Conclusiones de su Tesis de Grado. Op. Cit.

11 Elmar Alvater . Estado y Capitalismo. Notas sobre algunos problemas de intervencionismo estatal. Cuadernos Políticos Nº. 9. Ed. ERA, México, 1976.

12 «…la Nación panameña le rinde hoy postrer tributo al General Omar Torrijos Herrera, arquitecto del moderno Estado panameño». Palabras pronunciadas por el Dr. Jorge E. Illueca en el homenaje de cuerpo presente tributado al General Omar Torrijos Herrera, en la cima del cerro Ancón el día 3 de Agosto de 1981. Véase. Jorge E. Illueca. Al Socaire. Ed. Sibauste, S.A. Panamá, 2008, pág. 732.

13 Véase el diseño -calcado- del Centro Bancario en Arnold C. Harberger. Reflexiones sobre el Sistema Monetario Panameño. Estudios sobre el Sistema Monetario y Bancario de Panamá. Presidencia de la República. Dirección de Planificación y Administración. Panamá, 1970.

14 La feliz expresión se debe al sociólogo brasileño Herbert de Souza.

15 Declaraciones del Presidente de la Asociación Nacional Bancaria, Véase La Estrella de Panamá el 24 de Mayo de 1977 y Véase Ministerio de Planificación y Política Económica. Informe Económico, 1977, s/e, Panamá, 1977, pág.94.

16 Véase Christian Palloix, Las firmas multinacionales y el proceso de internacionalización. Ed. Siglo XXI, Madrid, 1975, pág. 90

17 Véase Xabier Gorostiaga, Los centros financieros internacionales en los países subdesarrollados. Ed. ILET, México, 1978. En el mismo sentido y del mismo autor, Panamá n’est pas seulement un canal. Le Monde Diplomatique, Sept. 1977, pág. 8.

18 La confusión entre hegemonía y representación ha permeado, desdibujado y confundido los análisis de numerosos cientistas sociales panameños. Véase una honrosa excepción en Simeón González H. Panamá, 1970 – 1990. Ensayos de Sociología Política. Ed. Imprenta Universitaria. Panamá, 1994.

«A la base del planteamiento sobre «ocupar» y «hegemonizar» el aparato del Estado, está la categoría de «bloque en el poder». Por bloque en el poder entendemos el conjunto de la clase dominante que no es un todo homogéneo. Al interior de la clase dominante ‑que en Panamá es la clase capitalista‑ encontramos fracciones de clase (industriales, comerciantes, ganaderos, ­agricultores, banqueros). Y al interior de las fracciones de clase existen estratos de clase (gran industria, mediana industria, pequeña industria, gran comercio, mediano comercio…). Así, sí bien el bloque en el poder está conformado por el conjunto de la clase dominante, el control que sus distintos componentes (fracciones, estratos) tiene sobre el aparato del Estado es diverso y desigual. Compartirán ese control fracciones y/o estratos que serán hegemónicos y otros que serán subordinados. Merece decirse que los sectores hegemónicos son aquellos que, gracias a su control, logran canalizar la mayor cantidad de recursos hacia una determinada forma de acumulación propia de la fracción del capital a la cual representan. Esto exige relegar a segundo piano los intereses y el «estilo de crecimiento» de otras fracciones y estratos de la clase dominante ‑las subordinadas‑ cuya participación, por definición, es menor. Por último, vale la pena mencionar que puede existir ‑de hecho en Panamá es así‑ una diferencia entre la hegemonía al interior del aparato del Estado y la representación de esa hegemonía. Esta ‑la hegemonía‑ es indiscutida; y sin embargo la otra ‑su representación‑ puede presentarse dudosa y confusa. Hegemonizar el aparato del Estado no significa, pues, estar directa – «visiblemente» ‑ representado en él. A contramano, ocupar el Estado no implica hegemonizarlo. El problema ‑como la realidad‑ es más complejo». Veáse, Julio Manduley bajo el pseudónimo de Lucas Godoy Neto. El Freno: ¿alternativa fascistoide o tigre de papel? En Revista Diálogo Social. No.114. Panamá, 1979.

19 Nos referimos así tanto al Partido del Pueblo como, sobre todo, a un grupo que con (y por) dinero de los militares logró usurpar la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) y la Unión de Estudiantes Universitarios (UEU) y que, junto a un conspicuo -conspicuo por su consumo, no por sus méritos- grupo de profesionales fue conocido como «la izquierda del proceso».

El Partido del Pueblo (PC local) fue fundado en 1930. Suscribe (o suscribía) fielmente las concepciones programáticas y estratégicas comunes a la mayoría de los PC latinoamericanos. Llamamos Federación de Estudiantes de Panamá a una escisión torrijista de la juventud del Partido del Pueblo con concepciones estratégicas a la derecha del PC. Posteriomente fueron conocidos como «la Tendencia del PRD».

20 Ministerio de Planificación y Política Económica. Informe Económico de 1975. s/e. Panamá, 1975. pág.86

21 Véase, Julio Manduley, bajo el pseudónimo de Lucas Godoy Neto. Panamá: Notas sobre la Coyuntura reciente. En Revista Diálogo Social Nº 90. Junio de 1977. págs. 5 a 10.

22 La expresión es del entonces Canciller Juan Antonio Tack, Diciembre de 1974.

23 El 4 de Abril de 1976, a su llegada al país para asumir la Cancillería, Aquilino Boyd, hasta ese momento Embajador en la ONU anunciaba que, si bien la comunidad internacional era una importante «palanca de apoyo», Panamá debería hacer «un uso moderado y juicioso del apoyo internacional, en sus reivindicaciones sobre la Zona del Canal». Veáse, La Estrella de Panamá, del 5 de abril de 1976.

Doce años atrás, este moderado y juicioso diplomático había gozado de una poco envidiable notoriedad internacional al merecer, en Diciembre de 1964, una contraréplica del Cmdte. Guevara en la XIX Asamblea General de las Naciones Unidas : «(…) Tal vez en el lenguaje de la política entreguista, esto se llame táctica, en el lenguaje revolucionario esto… se llama abyección con todas sus letras… no tuvimos (…) la menor intención de defender al Gobierno de Panamá. Queríamos defender al pueblo de Panamá con una denuncia ante las Naciones Unidas, ya que su Gobierno no tiene el valor, no tiene la dignidad, de plantear aquí las cosas con su verdadero nombre». Veáse Cmdte. Ernesto Guevara. Obra Revolucionaria. Ed. Era. México, 1971, pp. 481, 482.

24 En vísperas de la penúltima Ronda de Negociaciones -el 5 de febrero de 1977- La Estrella de Panamá editorializaba: «No basta que las negociaciones sigan, sino que es absolutamente necesario, indispensable, que terminen de una vez».

25 Vale la pena recordar que cuando algunos de estos gremialistas intentaron utilizar éstos para propósitos que iban más allá de la defensa de intereses fraccionales de clase, el gobierno de la «narco­dictadura» ‑con el silencio orgánico, absoluto y total de todos los gremios en tanto tales‑ les regaló un pasaje a Guayaquil.

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