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Entrevista a la actriz de Berlín Este Käthe Reichel

Del hundimiento de la RDA y de la nueva fase de «Libertad y Democracia»

Fuentes: Junge Welt

Traducción para Rebelión por Matthias Apitz http://guru.unixland.de/

Usted habló el 4 de noviembre de 1989 en la gran manifestación en Berlín, Alexanderplatz. Por entonces, ¿ya se había acabado la RDA?

No fue una sublevación profesional, no, sino una revolución de viajes. En los carteles se pudo leer «¿Dónde queda Italia?», «Quiero ir a París». No se trató de que la gente no tuviera para comer o de que no hubiera carbón para encender la calefacción. Lo necesario en primer plano no les faltaba. Lo que sí les faltaba era esa palabra, una palabra que mandó al diablo, la palabra «libertad» y en este sentido: Ya habían estado en Budapest y ya se habían ido para Checoslovaquia, ahora querían ver el otro mundo. Y esto les hubiera venido bien a ellos, pues, les hubiera asustado que por la casa, por la que pagaban un alquiler de 56 marcos, allá enfrente hubieran debido pagar 560 marcos. Para decirlo irónicamente, hubieran podido pasar por una educación profesional, el capitalismo como una Universidad donde se puede estudiar qué significarían «libertad» y «democracia». ¿Conoce Ud. la balada de Brecht «El tren anacrónico o Libertad y Democracia»?

P: Pero todo esto, ¿la gente de la RDA de 1989 no lo tenía entendido?

No. Fue muy sencillo: Fue inimaginable que el alquiler pudiera subir de 56 marcos a 560 marcos. Inimaginable que un pan de tres libras no costara 96 céntimos sino 4 marcos. Inimaginable que no hubiera nada más estabilidad de precios después de que la había durante 45 años y que nadie tenía que temer, por ejemplo, mandar a los niños a la escuela sin el desayuno. Yo sufrí todo esto. Mi madre me mandó con pan, pero fue envuelto en papel de periódico, y me avergoncé mucho por eso. Fue una humillación que se me grabó como una inscripción en una roca. Asombrado estoy de que la gente pudiera olvidar su infancia, que fueran capaces de olvidarse del fascismo.

P: ¿Pudo Ud. imaginarse en aquello 1989 que volvería ese tiempo de los decretos de emergencia y de la crisis económica?

No, imposible. La generación mía tenía la suficiente experiencia con la miseria. Cuando niña tuve que ir a comer a las cocinas de misericordia en Berlín en la calle Bernauer. La gente joven de hoy ha crecido en el capitalismo y sólo puede informarse de aquello por sus madres o más bien sus abuelas.

He pensado en elegir para los ciudadanos de la RDA de entonces el adjetivo «travieso». Por mi sexagésimo quinto cumpleaños me llegó una carta de una mujer que me escribió algo que, pienso yo, da en el clavo: «No teníamos todo, pero tuvimos mucho.» Esto es la verdad. Sobre todo no tuvimos angustia existencial, y la otra sociedad, esa democracia, con su crisis era sinónimo para angustia existencial permanente. De otra manera el capitalismo no funciona. Siempre llega de nuevo a una crisis. Ésta se le pega al capitalismo, no la puede evitar.

P: Esto suena un poco fatalista, pero Ud. no lo es. No había en los pasados 16 años ninguna acción de protesta en contra de la reducción de los servicios sociales o en contra de la guerra en que no haya participado.

Es cierto, pero por otro lado también es lamentable. Le haría una pregunta. Fuimos a la manifestación, cuando decretaron la ley «Hartz», y ésa, la manifestación, no era muy pequeña, pero el [canciller alemán] señor Schröder dijo por entonces que un par de miles de manifestantes no iban a molestar la democracia. Ellos sólo llegan a tener miedo ante un millón, no menos. Y por eso le pregunto, ¿por qué no se presentan en la RDA millones en la calle? ¿Por pudor?

P: Puede ser. Pero también había personas que pusieron algo en marcha.

Sólo lo puede suponer: De una manera, a todos aún les va demasiado bien. Puede ser que dure aún un poco. Pero, fíjese en la huelga en la empresa AEG, porque la multinacional quiere mudarse a Polonia e Italia. Les han entrevistado a los obreros italianos y ellos han dicho que no está bien que se lo quiten a sus colegas alemanes el trabajo. Una frase como ésa es casi imposible en Alemania.

Acá sólo se escucha cosas que te ponen en pie. Por ejemplo, cuando el partido SPD viene aclarando que ahora harían una economía socialdemócrata. Ya lo dicen desde hace 50 años. O el caso de la ayuda alemana en la guerra contra Iraq: ¿Nos toman por ser completamente tontos en el centro del cerebro? En casos como estos tendría que haber manifestaciones. Pero no. Exigimos una comisión investigadora [del parlamento]. Nos habéis mentido, sois unos mentirosos que más no hay, contra un pueblo entero. Pero, acá no pasa nada.

P: Aún no.

Esto también es mi esperanza. Por eso, con la edad que ya tengo, aún me voy a Venezuela.

Entrevista a Käthe Reichel por Arnold Schölzel, 3 de marzo de 2006. Käthe Reichel ha cumplido 80 años este día. El periódico Junge Welt le saluda de todo corazón. Fuente: http://www.jungewelt.de/2006/03-03/054.php