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Notas para una Historia clínica del berlusconismo

Delirio preelectoral

Fuentes: Rebelión

«Morel ha de haber ideado esta protección con doble muro para que ningún hombre llegue a las máquinas que mantienen su inmortalidad. Pero estudió las mareas deficientemente (sin duda en otro periodo solar) y creyó que la usina podría funcionar sin interrupciones. Seguramente es el inventor de la peste famosa que hasta ahora ha protegido […]

«Morel ha de haber ideado esta protección con doble muro para que ningún hombre llegue a las máquinas que mantienen su inmortalidad. Pero estudió las mareas deficientemente (sin duda en otro periodo solar) y creyó que la usina podría funcionar sin interrupciones. Seguramente es el inventor de la peste famosa que hasta ahora ha protegido muy bien a la isla».

Bioy Casares, La invención de Morel

Dicen que no ganará las próximas elecciones, que sus propios aliados le han dejado solo; dicen también que ha perdido su magnetismo televisivo, que ya no agujerea la pantalla como antaño. Y sin embargo, sigue siendo él quien marca los ritmos y temas de la agenda política italiana. Todo gira obsesivamente en torno a él y a su circunstancia; tropel de no-noticias aturden al ciudadano que asiste con estupor a un especular juego de simulacros, mientras el verdadero régimen, protegido por un muro de imágenes, eleva inadvertido, decretazo a decretazo, un muro esta vez real, que costará lo suyo abatir.

1. Anamnesis:

Paciente: Doctor, hoy lo he vuelto a ver. Otra vez hablando de su infancia, de sus estudios en los salesianos, de su amigo Fedele Confalonieri, de cuando jugaba al fútbol de delantero centro de choque, de cuando hacía remo; de París y su amor por Joseline, aquella camarera de Pigalle de la que se enamoró perdidamente en su temporada bohemiane de cantante; le he oído hablar de su hija Bárbara, a quien el filósofo Massimo Cacciari considera una alumna brillante; de su hijo Luigi y de su misticismo, que lo lleva a rezar muchísimo; le he oído a su madre, Mamma Rosa, contar cómo, cuando él trabajaba vendiendo electrodomésticos, subió un Ignis a una señora que vivía en un quinto piso, y una vez allí, se dio cuenta de que se había equivocado; lo he visto en la cubierta de un crucero cantando a la luz de la luna; lo he visto paseando por los museos botánicos que ha creado en los jardines de sus villas -hibiscos, palmeras, cactus…-; lo he visto acusando a Prodi de sufrir ataques de pánico; lo he visto preocupado por la defensa del Milan A.C. y elogiando lo bien que guarda el balón Ibrahimovic; lo he visto decir que odia la televisión y afirmar que él, desde que salió al terreno de juego político, ha perdido dinero; lo he visto asegurar que un Presidente del Consejo de Ministros no miente; lo he visto maquillarse; lo he visto recordándole a un exportero del Milan A.C el partido contra el Nápoles en el que aconsejó que pusiera un hombre junto al palo para evitar que Maradona les metiera el gol que les metió; lo he visto en la entrega de los premios de televisión «Telegatti» hablando con el rockero Vasco Rossi, con la modelo y actriz Michele Hunziker, con el cómico Fiorello; lo he visto en un mitin crear un silencio catártico, copia del periódico comunista L’Unità en mano, y acusarlo de instigar a su magnicidio; lo he visto, doctor, escondido en un coche de su escolta dirigiéndose al Palacio de Justicia para informar a los jueces de la poca ética de las relaciones entre los DS con las altas finanzas; lo he visto decir que sus hijas lo tratan como a un peluche; lo he visto afirmar que en la crisis de Alitalia hay que intervenir manu militari; lo he visto hacer promesa de castidad hasta el 9 de abril, día de las elecciones, ante Don Massimiliano Pusceddu, telepárroco de San Lucifero di Vallermosa; lo he visto pidiendo que se prorrogue 15 días la actividad del Parlamento; lo he visto tildar de liberticida la ley de la par condicio, que impone un control de las presencias de los partidos políticos en la televisión; lo he visto enfadado ante la acusación de haber robado chistes a otros cómicos; lo he visto, en fin, hablar feliz del sentido de la vida, si bien la suya está llena de sacrificios, de insultos, de amargura. ¡Lo he visto decir que mide 1,71!

Doctor: En estas visiones suyas, ¿no aparece ningún otro personaje?

Paciente: Sí, cómo no; y, a veces, resultan hasta más angustiosas que las del Cavaliere.

Doctor: ¿Por ejemplo?

Paciente: Anteayer vi a Ali Agca gritar: «Yo soy el Cristo. Yo soy el Verbo encarnado. Yo soy el Cristo». Esta mañana he visto otras tres: Benedicto XVI presentando su encíclica Deus caritas est; al padre franciscano ultrá Fedele Bisceglia, acusado de haber violado a una monja y al padre Don Marino Ruggero, que se presentó al Gran Hermano, pero que recibió algún toque de atención de sus superiores para que se retirara…

He visto también a Thaksin Shinawatra, primer ministro tailandés, magnate de las telecomunicaciones, que protagonizará él solito una especie de Gran Hermano con el objetivo de recuperar consenso entre sus votantes.

Ah, también he visto a los Savoia, exfamilia real italiana, diciendo que votarán a Berlusconi. Y he oído los 13 disparos de la pistola semiautomática H&K 40 mm. que Michelangelo Ricci, de 39 años, efectuó sobre Andi Saraci, albanés con permiso de residencia y sin precedentes penales, al día siguiente de aprobarse la nueva ley sobre legítima defensa.

He visto al Ministro de AA.EE y Vicepresidente del Gobierno, Gianfranco Fini, promotor de la nueva ley que equipara todo tipo de droga y endurece las penas por tráfico y consumo de drogas, reconocer que fumó un porro con unos amigos en Jamaica y estuvo dos días colgado.

He visto a D’Alema decir que admira la capacidad mediática de Berlusconi, y a Prodi decir que Berlusconi acabará vendiendo alfombras por televisión, y al Presidente de la República exigiendo la inmediata aplicación de la ley de la par condicio desde ya[1] mismo, antes de la campaña electoral,…

Doctor: ¿A qué hora suelen presentársele estas visiones?

Paciente: (Delira. Tiembla. Tose.) Esto no es un régimen.

Doctor: Que a qué hora suelen presentársele estas visiones.

Paciente: Quiero tocarlo. Quiero ver si es más bajo que yo, si realmente tiene tacones, si el trasplante de su pelo y sus liftings se notan. Quiero votarlo para ver si es real.

Doctor: ¿Qué siente ante estas visiones?

Siento lo que Berlusconi quiere que sienta: odio. Y sólo se odia lo querido.

2. Etiología del berlusconismo:

Dicen que el término «tifoso» deriva de tifus. La forma peor de tifus es el tifus epidémico, provocado por la bacteria Rickettsia prowazeki y transmitido a través de piojos en condiciones higiénicas escasas. Los síntomas son fiebre alta, dolor de cabeza, erupciones cutáneas, estupor y delirio.

Fue Fausto Bertinotti quien acuñó el término «berlusconismo»; el mismo que asegura que 2005 ha marcado el fin del berlusconismo y la entrada en un periodo de transición postberlusconiano. A lo largo de la historia, han muerto muchos perros pero no se ha acabado la rabia. Patológicamente hablando, se ha minusvalorado esa enfermedad del berlusconismo debido a un error médico fatal: haber confundido enfermedad y síntoma.

Probablemente, la historia clínica oficial del berlusconismo comienza el 27 de marzo de 2001 con las siguientes declaraciones del periodista Indro Montanelli: «Berlusconi es una de esas enfermedades que se curan con una vacuna, como la viruela. Para curarse de Berlusconi hace falta una buena inyección de vacuna de Berlusconi». Pocos se preocupan por la historia natural de la enfermedad y así se identifica la causa de la enfermedad con el agente de la misma. Así, se extiende la idea de que es la bacteria Berlusconi la que provoca esa especie de tifus mediático. No cabe duda de la violencia infecciosa de Berlusconi en cuanto bacteria, pero no puede decirse que al cuerpo electoral italiano le pillara desprevenido. Ya en abril de 1977, la gran periodista Camilla Cederna[2] hizo la primera entrevista a Berlusconi. En ella, un Silvio con ligero perfume a limón, se declara «progresista, católico practicante y votante de la Democracia Cristiana», pretende «crear un movimiento interpartítico que apueste por jóvenes emergentes», sentencia que «hay demasiados factores ansiógenos» y que, en consecuencia, su televisión será «optimista». Maneras y apariencia intachablemente correctas que, sin embargo, la Cederna desmonta informando de la oscura deuda de sus negocios con el poder. En cuanto a sus relaciones con la mafia, basta leer la última entrevista al juez Borsellino para que a uno le entren dudas (a Falcone lo mataron cuatro días después; el propio Borsellino sólo duro dos meses más vivo). Varios libros de Elio Veltri, Peter Gomez y Marco Travaglio han puesto al descubierto la trastienda -¡olet!- de los negocios del Cavaliere. Por tanto, no se puede decir que los 11 millones de italianos que lo votaron en 2001 no supieran a quién estaban votando.

No. Berlusconi no basta para explicar el berlusconismo. ¿Qué más berlusconiano que la siniestra sinistra?[3]. Bill Emott, director de The Economist, afirma: «Berlusconi es una criatura de la oposición». Hoy por hoy, el conocimiento del mal que aqueja a lo que The Economist llamó «El enfermo de Europa» ha mejorado y ya no se identifica agente con enfermedad. La etiología nos enseña que pueden ser tres las causas de un mal: el medio, el agente y el huésped.

La víspera de su muerte atroz, Pier Paolo Pasolini, analista trascendental, concedió una entrevista que se tituló «Estamos todos en peligro». Dice así Pasolini: «Para vosotros, una cosa ocurre cuando se trata de un suceso, bonito, hecho, empaginado, cortado y titulado. ¿Pero qué hay debajo? Aquí hace falta un cirujano que tenga el valor de examinar el tejido y decir: Señores, esto es cáncer, no es una cosita de nada benigna. ¿Qué es el cáncer? Es una cosa que cambia todas las células, que las hace crecer a todas a lo loco, fuera de cualquier lógica precedente».

Las enseñanzas pasolinianas han iluminado trabajos como el del Dr. Valerio Evangelisti[4], que ha comprendido que el medio -la Italia de principios de los 80- y el huésped- la clase media de la sociedad italiana- son fundamentales para un correcto conocimiento de la enfermedad. En cuanto al ambiente, recordemos que ya en 1981 Berlinguer había advertido los primeros signos de prostitución de la política para con la economía, y alertaba : «Hay que actuar de modo que la rabia justa de los ciudadanos hacia tales degeneraciones no se conviertan en una aversión hacia el movimiento democrático de los partidos»[5]. Extinguida la idea de la superioridad moral de la izquierda, derrumbado el pilar del antifascismo, Berlusconi colmó el vacío ideológico con anticomunismo, liberalismo thatcheriano o reaganiano, recuperó la memoria de Mussolini, obedeció las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia y dejó hacer a la mafia. Dicen que no pudo controlar el poder de los masones…

Por lo que se refiere a la clase media, basta con releer otra vez a Pasolini para entender que desde finales de los 70 se produjo una burguesización de la clase obrera en medio de una pobreza disfrazada de ilusoria mejora del tenor de vida. Una sociedad víctima y verdugo al mismo tiempo que, con tal de tener, y por culpa de una educación basada en la tríada «tener, poseer, destruir», acabó con lo que era y se gustó convertida en imagen falsa de sí misma. No Tener. Y aparentar.

3. Exploración física. Otros datos objetivos[6].

– Trabajo negro y sumergido: 27% del PIB (400.000 millones de euros anuales, OCSE, 2003); según Berlusconi, la cifra asciende al 40%, prueba de que la situación económica es mejor que en Francia y Alemania…

– Evasión fiscal: 200.000 millones de euros (Le MondeRevue de droit fiscal);

– Exportación ilícita de capitales: 360.000 millones de euros (Eric Pichet e Christian Bergères, Revue de droit fiscal);

– facturación anual de las mafias: 100.000 millones de euros (Procurador Nacional Antimafia, 20-1-05);

– Patrimonio de las mafias: 1 billón di euros (Confcommercio, Economy);

– Afiliados a las mafias: 1,8 millones de personas (DIA y Comisión Antimafia);

– Índice de sostenibilidad ambiental: 83º (entre Macedonia y Mali);

– Libertad de prensa: 24 de la Unión Europea, por delante de Turquía. País parcialmente libre (House of Freedom);

– Corrupción: 35º (entre Uruguay y Kuwait).

4. Tratamiento:

En Italia, el tifo es una enfermedad endémica. En el bello país de la bota, todo el mundo es tifoso, todo el mundo tifa. Signo inequívoco de ello es la profusión de términos futbolísticos aplicados a la política. «Vencer o morir», ordenaba Mussolini a sus jugadores en la Copa del Mundo de 1934. «Jugar duro» es la consigna que los fichajes Karl Rove, consejero electoral de Bush y Alistair Campbell, consejero electoral de Blair, han dado al Entrenador Supremo. «Atacaremos con tres puntas», «soy yo quien reparte juego», «hace falta espíritu de equipo», «la cohesión del vestuario», «tener buen banquillo o buena plantilla», «meterse un gol en propia puerta»…: expresiones como las anteriores son signos claros de tifus político.

En la actual endemia italiana, ante un brote de tifus (los casos de la Banca Antonveneta y BNL, o la nueva ley de legítima defensa, o la ley Pecorella, enésima ley ad personam, serían los más recientes), se suele actuar de la siguiente manera: se envía un equipo -policía, periodistas…- para investigar y controlar el brote. Una vez allí -generalmente se llega con retraso- nuevos casos han ocurrido. Los pacientes son tratados y las viviendas de la población se rocían con insecticidas una o más veces en un período corto, sin conocerse la sensibilidad de los piojos al insecticida. El brote cesa.

El ejemplo descrito es sólo la punta visible del iceberg del real problema de tifus. Esta práctica de limitar el ataque contra el tifus a estos brotes esporádicos de enfermedad según vayan ocurriendo, tiene varias desventajas:

  1. no reconoce todas las infecciones por tifus que están ocurriendo;
  2. sólo reconoce el tifus cuando la gente ha enfermado seriamente y algunos han incluso muerto;
  3. el vector no es erradicado y la resistencia al insecticida puede incrementarse.

Una visión patológica del berlusconismo en cuanto tifus nos conduce a concluir que el insecticida del antiberlusconismo no sólo no es el modo para acabar con el berlusconismo, sino que vigoriza a los piojos portadores de Rickettsia prowazekii. La solución tampoco es acabar con la Rickettsia prowazekii ni con la bacteria Berlusconi a base de antibióticos: o bien llegará un día en que ese bacilo llegue a ser resistente contra el antibiótico o bien habremos dejado el cuerpo tan indefenso que otra bacteria ocupará el lugar vacante dejado por Berlusconi dando lugar a otra dolencia. ¿Es solución ganar la batalla electoral a Berlusconi para luego flaquear una vez en el gobierno, dejar el cuerpo electoral maltrecho a más no poder sin defensas ante un retorno de la sempiterna Democracia Cristiana?

De haberla, la solución es cuestión de higiene. El único tratamiento válido pasa tanto por un conocimiento mejor de los factores que causan la endemicidad -pobreza, ignorancia, desaseo, vivienda insalubre, y condiciones de vida que llevan a una infestación por piojos crónica y endémica- como por un mayor compromiso personal que mejore la comunicación, fundamental para la detección de nuevos brotes, así como para la implementación de nuevos sistemas de diagnóstico. Este puede ser un primer paso para el largo camino hacia la extinción de la enfermedad.

En suma, no pensemos que el doble muro de imágenes ideado para preservar la inmortalidad de este morbo italiano se elimine con ansiolíticos o calmantes preelectorales.



[1] El Osservatorio di Pavia informa que, en el periodo entre el 7 y el 20 de enero, Berlusconi estuvo 458′ en la televisión; Prodi, 65′. ¿No llega tarde la llamada de atención del Presidente de la República?.

[2] Ver «Serve una città? Chiama il Berlusconi», en Quando si ha ragione. Cronache italiane, L’Ancora, Napoli, 2002, p. 309.

[3] Léase Inciucio, último trabajo de Marco Travaglio y Peter Gomez (BUR, 2005).

[6] Datos tomados de:

Elio Veltri: «Caro Prodi, ecco l’Italia del malaffare» en

http://www.unita.it/index.asp?SEZIONE_COD=EDITO&TOPIC_TIPO=E&TOPIC_ID=43378 ;

así como de Internazionale, 30-1-2004