El 17 de abril de 1996, 19 campesin@s manifestantes del Movimiento Sin Tierra de Brasil fueron asesinados a bala por una represión militar instruida por terratenientes de aquel país. En la misma fecha la organización campesina, denominada Vía Campesina, realizaba su II Conferencia Internacional, en Tlaxcala, México, y decidió declarar el 17 de abril como […]
El 17 de abril de 1996, 19 campesin@s manifestantes del Movimiento Sin Tierra de Brasil fueron asesinados a bala por una represión militar instruida por terratenientes de aquel país. En la misma fecha la organización campesina, denominada Vía Campesina, realizaba su II Conferencia Internacional, en Tlaxcala, México, y decidió declarar el 17 de abril como «Día Internacional de la Lucha por la Tierra».
Desde aquel año, en diferentes lugares del mundo, cada 17 de abril se realizan concentraciones y manifestaciones de campesin@s e indígenas para recordar a la humanidad entera que la comida viene del campo y que el campesino no puede producir sin tierra. Además en la medida en que se maltrata a la Madre Tierra, ésta pierde su fertilidad y produce menos agua. ¿Podrá la humanidad sobrevivir sin tierra y sin agua? Ésta es la razón del por qué se movilizan campesinos e indígenas en el mundo.
Las y los campesinos de Guatemala, aglutinados en la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas, conformada por el Concejo Nacional de Desplazados de Guatemala CONDEG, Comité de Desarrollo Campesino CODECA, la unión Verapacense de organizaciones comunitarias UVOC, el Consejo Campesino KABAGUIL, Comunidades Indígenas Xincas y la Asociación Campesina de Desarrollo Integral del Peten ACDIP, se movilizarán el 17 de abril hacia la ciudad de Guatemala para recordarle al Estado y a la sociedad citadina de que el país acelera su destino hacia una hambruna generalizada.
Según las conclusiones de la investigación realizada por CODECA, en el sur del país, en 2009, cerca del 87% de trabajadores rurales reciben un salario inferior al legalmente establecido. Las mujeres y niñ@s trabajadores se encuentran en situación mucho peor.
El espacio digital Plaza Pública indica que Guatemala, en 2010, se ha constituido en el cuarto exportador del azúcar más importante del mundo, con sus 500 millones de toneladas producidas en 13 ingenios, con más de 33 mil trabajadores, y con un ingreso de 726 millones de dólares. Pero, los trabajadores, aparte de estar en condiciones de semiesclavitud, no gozan de derechos básicos como la sindicalización.
La Asociación Cooperación para la Educación (COED) indica que el 2% de los dueños de las tierras posee el 65% de las tierras cultivables en el país y de éstos, quienes cultivan lo hacen para la exportación. Mientras, cerca de 2 millones de campesinos guatemaltecos hacen esfuerzos sobre humanos para alimentar al mercado interno. Pase Ud. por la costa del Pacífico guatemalteco, ¡ya no hay parcelas para hacer la milpa! (cultivo de maíz).
A estas injusticias sociolaborales institucionalizadas se suman los descomunales cobros por el fluido de energía eléctrica en el país. Una de las dirigentas campesinas de CODECA indica que antes de la privatización de este servició ella y sus vecinas en el campo pagaban alrededor de 7 quetzales mes por la luz eléctrica (promedio actual de 1 dólar). Ahora los cobros no bajan de 300 quetzales mes (40 dólares). Frente a este abuso, unas 100 comunidades campesinas se encuentran en huelga permanente ya por cerca de 2 años consecutivos y se resisten a pagar el costo de la energía que no consumen.
Por ello, las y los campesinos e indígenas movilizados por motivo del Día Internacional de la Lucha por la Tierra exigirán al gobierno guatemalteco la pronta aprobación de la Ley de Desarrollo Rural Integral, la nacionalización de la energía eléctrica, el cese de los desalojos de campesinos, sanción del uso irresponsable de agrotóxicos, cese de las concesiones mineras a empresas que cometen impunemente delitos socioambientales, etc.
Estas y otras demandas no deben ser sólo agenda de campesinos e indígenas. El derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria, así como el derecho del acceso al agua limpia, son exigencias a las que toda la sociedad guatemalteca debe adherirse. Si no sumamos esfuerzos ahora, los mercaderes de los agronegocios terminarán hundiéndonos en la hambruna irremediable, y sin fuentes de agua limpia. Entonces, cualquier lamento será demasiado tarde porque la Madre Tierra habrá perdido por completo su capacidad de regeneración y autorregulación climática.
Dicen que la indiferencia de los buenos es la peor desgracia de los pueblos. Guatemala entregó y entrega indiferente todos sus bienes a cambio de promesas de desarrollo que jamás llegan. La población crece incontenible, pero la producción de la alimentación y la disponibilidad del agua disminuyen de manera alarmante. Mientras, los irresponsables gobiernos de turno entregan el territorio nacional para que las multinacionales y agroindustrias conviertan todo en dólares que jamás se quedan en el país. Y así nos prometen una «lucha frontal» contra la pobreza. Y muchos de nosotros miramos sin ver, ni incomodarnos con esta nuestra realidad suicida.
Por ello y mucho más, este 17 de abril no te quedes indiferente, mucho menos te incomodes con la presencia de campesinos e indígenas movilizados en las calles y ciudades. Ellas y ellos luchan por el derecho y el bienestar de todos/as. Si no puedes organizarte, ni movilizarte para este día, tómate un tiempo en el momento de tu alimentación e imagina qué sería de tu dieta si no existieran las y los campesinos anónimos que hicieron posible los frutos que comes. Quizás así liberemos a Guatemala del racismo y la discriminación institucionalizadas en contra de las manos que nos dan de comer.