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Discrepancias frente a la crisis

Fuentes: http://www.pmundial.com.ar

Los tiempos turbulentos permiten advertir los problemas internos y las desavenencias de las naciones y de los bloques como la Unión Europea. La crisis económica internacional, que amenaza con profundizarse, está despertando la xenofobia, el individualismo y el proteccionismo destructivo dentro de los Veintisiete. El peligro se magnifica cuando desde las presidencias de los países […]

Los tiempos turbulentos permiten advertir los problemas internos y las desavenencias de las naciones y de los bloques como la Unión Europea. La crisis económica internacional, que amenaza con profundizarse, está despertando la xenofobia, el individualismo y el proteccionismo destructivo dentro de los Veintisiete.

El peligro se magnifica cuando desde las presidencias de los países más ricos de la Comunidad se pretenden adoptar disposiciones contrarias a los nuevos miembros de Europa del Este, con el pretexto de estabilizar la economía y protegerla de futuros cimbronazos.

El presidente francés, Nicolás Sarkozy ya tiene nefastos antecedentes en provocar reacciones sociales violentas, por ejemplo en 2005 cuando ocupaba el ministerio del Interior avivó la ira de los extranjeros desocupados al insultarlos y situarlos en el blanco de sus críticas, hecho por el cuál fue catapultado a la presidencia bajo la apariencia de ser el candidato más idóneo para detener el descontento social, el vandalismo y a los extranjeros, que son una amenaza para varios sectores acomodados y de clase media francesa.

La semana pasada, Sarkozy anunció un préstamo de 6 mil millones de Euros para la industria automotriz con la condición de que las empresas aumenten la producción dentro de Francia y la disminuyan en la República Checa, Eslovaquia y Rumania a dónde Peugeot y Renault tienen fábricas y emplean a miles de trabajadores locales.

La reacción de la presidencia protémpore de la UE, que este semestre recae precisamente sobre la República Checa, fue de rechazo, ya que el Primer Ministro Mirek Topolanek tildó de xenófoba la medida adoptada por Sarkozy y que va en contra de la unidad del bloque europeo y del tratado de Lisboa, que garantiza un mercado común y medidas conjuntas ante las crisis.

Topolanek, antes acusado de euroescéptico, invoca ahora a los tratados europeos para lograr un frente común ante la crisis, debido a que Chequia no puede responder de la misma manera que Francia, por ser un miembro más débil, que se incorporó hace menos de cinco años a la UE, junto con otros países de Europa Oriental.

La UE alcanzó la alarmante cifra de 18 millones de desocupados – 1,5 millones más que hace un año – y se prevé un aumento del porcentaje de desempleo del 7 % al 9,5 % dentro de un año.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso apoya las medidas del Primer Ministro checo, que consisten en coordinar varias disposiciones económicas y financieras para que no se produzcan desigualdades y se perjudiquen a los socios menores de la UE. «Hay mejorar la competitividad de las empresas, eliminar las barreras, flexibilizar los mercados laborales, mejorar la idoneidad energética de Europa, reformar la reglamentación del sector financiero y asegurar las finanzas publicas aplicando el Pacto de Estabilidad y de Crecimiento», manifestó Topolanek el jueves pasado.

Los países del este habían sido seducidos para que ingresaran en la UE con promesas de unidad, libre circulación de personas y mercancías, estabilización monetaria, planes de rescate en caso de turbulencias y libre mercado, sin embargo, ante la crisis, los Estados poderosos en lugar de buscar una solución común para que el impacto de la recesión se reparta entre los Veintisiete, se olvidan de las ideas liberales y apelan al proteccionismo más contraproducente, es decir a que la crisis recaiga sobre los países más vulnerables.

En tiempos de bonanza, las empresas francesas, alemanas y británicas se establecieron en Europa Oriental debido al costo menor de los salarios de los empleados locales, ahora el estímulo de Sarkozy está orientado a millonarios prestamos para evitar un despido masivo dentro de su país.

La «gran familia europea», como se autodenominaba el bloque de la UE antes del ingreso de los miembros orientales, está dejando de lado a sus hermanos menores. Ya había sucedido algo similar durante la crisis del gas con Rusia en Año Nuevo, que en lugar de estimular proyectos alternativos de suministro de gas, Bruselas giró a favor del plan energético ruso, ya que Alemania, Italia y Gran Bretaña decidieron excluir a varios países del Este de la ruta del gas, lo cuál va a provocar un encarecimiento del combustible en Europa Oriental y lo va a abaratar en el Occidente.

Sarkozy se vio influido a adoptar medidas económicas discriminatorias por las recientes huelgas generales que rechazan la política de ajuste y recorte del gasto público. En tanto, las protestas en contra del empleo a trabajadores extranjeros en Gran Bretaña también contribuyen a despertar a la xenofobia latente de las poblaciones de Europa Occidental.

Los momentos difíciles desenmascaran a los gobiernos menos progresistas, que buscan limitar la circulación de ciudadanos de países del Este y que además tienden a acentuar su nacionalismo en perjuicio del resto de sus vecinos más próximos, habiéndose aprovechado en su momento de los beneficios de los socios menores al utilizar su mano de obra barata.