Señores y señoras, agradecemos su presencia en este acontecimiento, de hoy 4 de abril, que es de importancia histórica y señala el comienzo del reembolso de una verdadera deuda : la de decir la verdad y de rendir cuentas ante el pueblo y la sociedad griega sobre cómo esa deuda fue creada e inflada, deuda […]
Señores y señoras, agradecemos su presencia en este acontecimiento, de hoy 4 de abril, que es de importancia histórica y señala el comienzo del reembolso de una verdadera deuda : la de decir la verdad y de rendir cuentas ante el pueblo y la sociedad griega sobre cómo esa deuda fue creada e inflada, deuda que permanece suspendida sobre la cabeza de la ciudadanía y de las jóvenes generaciones. La deuda pública es utilizada como un instrumento de chantaje y de dominación, como medio de sumisión, bajo unas condiciones que no tienen nada que ver con uno de los objetivos de los estatutos europeos: el de garantizar la prosperidad de los pueblos y de las sociedades. Unas condiciones que en lugar de asegurar los principios ecuménicos de democracia, igualdad, equidad, respeto a los derechos humanos y a las libertades, así como al progreso social, producen el encogimiento de los espacios democráticos, discriminaciones, exclusiones, miseria y crisis humanitaria.
La deuda no constituye un signo de los tiempos. Por el contrario es el resultado de acciones y de omisiones, de contratos de préstamos con condiciones leoninas y con tipos de interés desmesurados, de actos y gestiones financieras, y también de contratos marcados por la corrupción, que la dispararon y cuyo testimonio se halla en la enorme cantidad de expedientes que se encuentran en el Parlamento y en la Justicia.
La deuda no es incontestable. Mientras no sea controlada y descodificada, mientras no sea analizada, la cuestión permanecerá en suspenso: ¿qué parte de la deuda es, eventualmente, legítima y cuál es ilegítima?, ¿ilegal?, ¿odiosa? Este desgraciado problema obsesiona, durante estos últimos años, la conciencia colectiva y se ha concretado en la reivindicación que refleja el derecho democrático de los que son llamados a pagar la deuda, de conocer cómo se originó, en qué consiste su deuda, y también el poder de resistir y defenderse de la obligación de pagarla y reivindicar su anulación.
El control de la deuda no es sólo un derecho democrático de la ciudadanía, es también un derecho soberano de los pueblos.
Al mismo tiempo, es un deber institucional del Estado, incluso según el Derecho de la Unión Europea. Es decir, constituye una obligación internacional del país, según la expresión que gusta a los que hacen mención de las obligaciones internacionales del país solamente cuando se trata de obligaciones financieras, y olvidan que las obligaciones internacionales superiores del país son aquellas que conciernen a la Democracia, la transparencia, los derechos y libertades de las personas, así como todo lo que hace que la vida sea digna de ser vivida.
La deuda no se puede resumir en pérdidas y beneficios, puesto que concierne a vidas humanas. Y millones de ellas se han perdido por el pago de una deuda, millones de vidas humanas que fueron humilladas y destruidas. Hoy quiero recordar a cinco seres humanos que pertenecían a diferentes generaciones.
*La pequeña niña, hija de inmigrantes, alumna de la escuela primaria, que en diciembre de 2013 murió por haber inhalado gases tóxicos provenientes de un brasero improvisado en una casa sin electricidad, donde vivía desde hacía unos meses con su madre.
*El chico de 19 años que, en el verano de 2013, perdió la vida al tratar de evitar el control de los billetes en un autobús.
*Los dos jóvenes de 20 y 21 años, estudiantes en Larissa, que en marzo de 2013 también murieron asfixiados por los gases de un brasero.
*Finalmente, Dimiris Hristoulas, el farmacéutico retirado que hace justamente tres años decidió suicidarse ante el monumento al Soldado Desconocido, justo delante del Parlamento, porque rechazaba una existencia a tal punto envilecida que debía buscar su comida entre los desperdicios.
La Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública constituye una deuda también hacia estas personas.
La Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública, creada por el Parlamento griego, es un instrumento valioso, que el Parlamento pone al servicio de la sociedad y de la Democracia. Un instrumento de la verdad, de la reparación de la injusticia, de la dignidad, de la defensa social y democrática, de la protesta y de la resistencia contra unas opciones que matan a la sociedad. Un instrumento del despertar de los pueblos, de las sociedades y de las direcciones europeas. Un instrumento de solidaridad.
La presencia hoy de toda la dirección del Estado, del Presidente de la República, del Primer Ministro del país, de los Ministros, Vicepresidentes del Parlamento, de los representantes del poder judicial y de las autoridades independientes, refleja la voluntad de que la auditoría comience y de que vaya hasta el final.
La preparación científica, la experiencia y el desinterés de los hombres y las mujeres que de inmediato respondieron a la invitación de contribuir con sus conocimientos y su trabajo a este esfuerzo, constituye una garantía de éxito.
Quiero agradecer especialmente a aquellos y aquellas que respondieron a este llamado y a los científicos y expertos que vinieron rápidamente desde el extranjero, y también a los que vinieron de Grecia. Quiero también resaltar el sostén espontáneo de los científicos, intelectuales y movimientos sociales de todo el mundo, lo que nos obliga a conservar este proceso que hoy comienza, abierto y vivo.
Señores y señoras; les anuncio la Decisión nº 1448 de la Presidente del Parlamento del 4 de abril de 2015 por la que se constituye la Comisión Especial del Parlamento de los griegos para la investigación de la verdad concerniente a la creación y aumento desproporcionado de la deuda pública, la auditoría de dicha deuda y la promoción de la colaboración internacional del Parlamento griego con el Parlamento Europeo, con Parlamentos de otros países y con organismos internacionales en materia de deuda, con el objetivo de sensibilizar y activar a la sociedad, a la comunidad internacional y a la opinión pública internacional. A esta Comisión la llamaremos Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública. Quiero agradecer especialmente a Sofia Sakorafa que haya aceptado la responsabilidad de las relaciones de esta Comisión con el Parlamento Europeo y con los Parlamentos Nacionales. Quiero también agradecer especialmente a Éric Toussaint que haya aceptado de inmediato la coordinación del trabajo científico del equipo internacional. Quiero agradecer mucho a los servicios del Parlamento y especialmente al Servicio Científico y a la Oficina de Presupuesto del Parlamento que ayudarán a esta Comisión, constituyendo equipos de trabajo. Mediante esta introducción, me dirijo a la tribuna para que el Presidente de la República, Sr. Prokopis Pavlopoulos, salude a esta sesión inaugural de la Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública.
Traducido por Griselda Pinero
Fuente: http://cadtm.org/Discurso-de-la-presidente-del