El verano que acaba de terminar ha sido testigo de la explosión de la crisis en la coalición gobernante, y sobre todo del Popolo delle Libertà. Mientras escribimos, la crisis está en su apogeo, y no podemos saber el resultado, pero ya podemos decir que la derecha se verá totalmente diferente a lo que estábamos […]
El verano que acaba de terminar ha sido testigo de la explosión de la crisis en la coalición gobernante, y sobre todo del Popolo delle Libertà. Mientras escribimos, la crisis está en su apogeo, y no podemos saber el resultado, pero ya podemos decir que la derecha se verá totalmente diferente a lo que estábamos acostumbrados en los últimos 15 años, los del dominio indiscutido de Silvio Berlusconi.
Para comenzar ¿Cómo es posible que llegue a su fin el ciclo de un gobierno electo con una mayoría tan grande hace sólo treinta meses, que disfrutaba de una oposición parlamentaria muy servicial y de la desaparición de los partidos de izquierda del parlamento?
El gobierno de Berlusconi en abril de 2008 había logrado un consenso especialmente importante debido al disgusto de amplios sectores de la población contra el gobierno de Prodi. La federación patronal Confindustria apoyó el nacimiento del tercer gobierno de Berlusconi, convencida de que, dado el amplio margen de maniobra, sería capaz de llevar a cabo todas las reformas (léase «masacre social») que estos caballeros consideraban necesarias.
Las razones de la crisis
El centroderecha ha tratado de hacer todo lo posible para satisfacer los deseos de la burguesía y de los demás patrocinadores importantes del gobierno, como la Iglesia. De 2008 hasta ahora, las clases explotadas en este país vivieron bajo una pesada carga de reacción opresiva. Las contrarreformas han abarcado todos los terrenos: los derechos laborales, la educación, la asistencia sanitaria, la investigación y una salvaje represión de los inmigrantes y otras minorías.
Sin embargo, las estaciones pasan, y los financieros y empresarios observan con creciente insatisfacción la forma en que el Cavaliere Berlusconi dedica más tiempo a la búsqueda de una solución a sus problemas personales con la justicia (proceso corto, la adjudicación Alfano, la intercepción) en lugar de los que afectan a toda la clase dominante. Esta siempre ha sido la contradicción principal del berlusconismo, un movimiento capaz de conquistar un gran consenso, no mediante el apoyo de los votantes a un programa político en particular, sino por la fe en el hombre enviado por la providencia, el «salvador de la patria».
Las preocupaciones de Berlusconi sólo coinciden parcialmente con las de la burguesía, y esto se ve claramente con el inicio de la crisis financiera en Grecia. Las patronales exigen medidas económicas rápidas y eficaces, pero el Cavaliere se comprometió en agotadores debates en el Parlamento sobre el decreto sobre las intercepciones. La distancia se ha ido profundizando como se vio con la frialdad mostrada por el público en la última asamblea general de Confindustria en contra de la propuesta de Berlusconi de nombrar a Emma Marcegaglia, en el Ministerio de Desarrollo Económico.
Los intentos realizados por parte de la burguesía italiana para tener una herramienta más fiable con que perseguir sus propios intereses se concretaron en la persona de Gianfranco Fini y el nacimiento de su nuevo grupo, Futuro e Libertà.
La maniobra financiera de Tremonti de este verano ha sido un factor importante para la exacerbación de las divisiones dentro de las estructuras gubernamentales. La aplicación del federalismo fiscal, con importantes recortes a las regiones, ha provocado un enfrentamiento entre los gobernadores del Norte y del Sur, especialmente entre los de la Lega y todos los demás. Cuando la torta a compartir se reduce, las tensiones subyacentes explotan a la luz del sol.
Así vemos que los factores que fueron un punto fuerte para Berlusconi, hoy son sus puntos débiles. El eje de hierro Bossi – Berlusconi ayer cohesivo para mantener el gobierno, hoy socava al Popolo delle Libertà, la erosión de voto presentada por la Lega en el norte y la rebelión de sectores enteros del partido, de la que Fini es el ejemplo más claro.
Lo que parecía un golpe genial, la creación del nuevo partido a través de la unificación de Forza Italia, con la Alleanza Nazionale hoy significa que cada colisión produzca efectos más devastadores en la imagen del Cavaliere, sin colchones que amortigüen.
Un «tercer polo» patronal
Por tanto, estamos al final de un ciclo, el de Berlusconi. Esta experiencia servirá como enseñanza para los que creían que el reinado de Berlusconi se prolongaría durante varios siglos en el país de las maravillas. El Cavaliere no verá terminada mañana su carrera política, pero su dominio indiscutido sobre el centro-derecha está acabado.
De hecho por primera vez desde el colapso de la primera república, no sólo existe la voluntad de crear un tercer polo centrista, sino que también tiene los números en el parlamento.
Se está realizando el objetivo de Fini, por el que está trabajando tenazmente desde hace muchos años. En realidad su objetivo era heredar el Popolo delle Libertà de Berlusconi.
Descartada esta hipótesis, no ha abandonado su proyecto: el de una derecha europea, laica y moderna, fiel a Confindustria y liberal. No escapa a nadie el creciente apoyo al presidente de la Cámara por parte de los principales medios de comunicación italianos, el que crece a medida que se diferencia de Berlusconi.
Futuro e Libertà, aun aliándose con Casini y Rutelli, sin duda no puede aspirar a ganar las elecciones (incluso aunque obtenga buenos resultados en el sur), pero puede actuar para inclinar la balanza con su apoyo y sobre las condiciones en que pueda asumir y administrar un futuro gobierno.
El declive de Berlusconi permite un mayor protagonismo de otros actores. Tremonti se está convirtiendo cada vez más en un posible sucesor, pero también como una referencia del «partido del Norte» donde laLega sería la fuerza impulsora. El objetivo de ser el partido más importante al norte del Po, de hecho, está más al alcance de la mano para Bossi.
Para el Popolo delle Libertà, relegado a segunda fuerza en el norte y sometido a fuerzas centrífugas en el sur (véase el caso de Sicilia, donde el ¨partido del amor» se ha dividido en dos en función de apoyar o no al gobierno de Lombardo), la perspectiva es de una posible ruptura.
Lo que veremos en el próximo período será probablemente una descomposición de la actual matriz de centro-derecha, tanto política como regional, que Berlusconi podría retrasar, pero no revertir.
Un proceso que puede durar mucho tiempo y que exigirá un período de gobiernos de transición, institucionales o técnicos, si se quiere. La idea de elecciones anticipadas es probable pero no es la única. Es sostenida con convicción hoy sólo por la Lega: también Berlusconi, de hecho, teme a las encuestas, que dan adversas para él.
Los demás están más o menos de acuerdo en todo, son una nueva mayoría, que puede reformar la ley electoral, pero ¿serán capaces de hacer frente a las tormentas de una crisis económica que está lejos de terminar? Y, sobre todo, ¿de hacer pagar más a los trabajadores y sus familias?
Recordemos, de hecho, que los gobiernos técnicos son los que más fácilmente han llevado adelante las contrarreformas. En los comienzos de los años noventa, los ejecutivos de Amato y Ciampi, con la excusa de «emergencia económica», cancelaron la escala móvil salarial, comenzaron las privatizaciones y achicaron el déficit financiero con un ajuste de decenas de miles de millones de euro.
La clase obrera entre los actores de este reparto de derecha no tiene ningún amigo ni aliado. Ni siquiera el «democrático» Fini. No olvidemos su pasado fascista, aunque afirma hoy haber renegado. Si lo hizo, es para abrazar plenamente las ideas de la burguesía, sacudiendo la pátina de «anti-sistema» tan cara a los neo-fascistas. En el discurso de Mirabello argumentó que hay que privatizar todos los sectores municipales y que es necesaria una mayor flexibilidad laboral,¡ por supuesto: para «ayudar a los jóvenes a encontrar trabajo.»! Por no hablar de Pomigliano o Melfi: la ganancia es sagrada e inviolable. Pero sobre esta cuestión están de acuerdo los dos sectores, o los tres…
Escuchando su discurso se puede entender por qué los líderes del Partido Demócratico no encuentran ninguna dificultad en concebir un acuerdo con Futuro e Libertà. Pasajes enteros contra la política económica de Berlusconi, podrían ser parte de cualquier discurso de Bersani. Esta es la razón por la cual el PD es intocable en esta crisis: no tienen otra alternativa que proponer.
Se abre en el país una situación de crisis prolongada, donde los llamamientos a la unidad nacional y a la Constitución serán tan insistentes como peligrosos. En tiempos como estos, las intrigas palaciegas asumen una importancia muy superior a su peso real en la sociedad. Al mismo tiempo, la voz que surge de las luchas del movimiento obrero, que por ahora están se oye de Pomigliano a Melfi, corre el riesgo de ser ahogada en el fango de la alquimia parlamentaria.
Toca a los comunistas explicar que entre Bossi, Berlusconi, Fini, Casini y Bersani no hay nada para elegir y que cada vez más es necesaria una política de defensa intransigente de los intereses de los trabajadores contra las políticas de todos los partidos representados en el parlamento hoy.