Luchas intestinas en el Vaticano. Una guerra en los bajos fondos que se ha cobrado 36 víctimas en 13 meses. Una lectura para el cuadro bélico que está viviendo la Ciudad Eterna.
Roma es amor pero, en tiempos de crisis, también guerra. A raíz de la crisis se han desencadenado dos contiendas en la Ciudad Eterna que recuerdan un cuadro barroco. Un cuadro que va de la estruendosa batalla en primer plano por las altas esferas del Vaticano a la negra y sorda matanza que no cesa en la mala Roma y que se ha cobrado 36 víctimas en 13 meses.
Al ver el cuadro, el ojo va a la luz de los titulares a toda página. 9 de febrero de 2012. El periódico Il Fatto Quotidiano publica en portada una noticia bomba: Complot contra Benedicto XVI: morirá antes de 12 meses. La noticia se basa en la filtración de un documento en alemán entregado por el cardenal Castrillón, el cual refiere que el cardenal Romeo, arzobispo de Palermo, durante unos encuentros en China, habló de un Mordkomplott, «complot de muerte», contra el Papa antes de noviembre de 2012.
No es el único documento que se ha filtrado a la prensa, sino el más vistoso de lo que se conoce como Vatileaks, proceso que comienza el 25 de enero de 2012 con la publicación en portada de otro leak (1) de una carta que escribió al Papa en abril de 2011 Monseñor Carlo María Viganò, encargado bajo la confianza del Santo Padre para controlar todas las contratas y los abastecimientos del Vaticano. En noviembre de 2011 Viganò fue cesado de ese encargo y promovido nuncio apostólico en Washington, un ascenso que se interpreta como un forzado exilio dorado. Esa carta filtrada se comienza así: «Beatísimo Padre: un traslado en este momento provocaría desorientamiento y desaliento en quienes han creído que era posible sanear muchas situaciones de corrupción y prevaricación que desde hace tiempo están arraigadas en las distintas Direcciones (del Governatorato vaticano, N.d.R.).»
No recogeremos aquí la lista completa de los leaks; no detallaremos todas las notas de color de estas portadas, puesto que lo que interesa, como en los cuadros del Barroco, no es la apariencia, sino lo que la apariencia esconde, las verdades que revela. ¿De dónde salen esos «cuervos» monseñores que pasan documentos a la prensa? ¿Por qué estos leaks ahora? Muchos vaticanistas señalan la importancia del impulso del Papa Benedicto XVI a la transparencia económica y financiera, prueba de lo cual sería la ley vaticana 127 en materia de antiblanqueo redactada deprisa para que el Istituto per le Opere di Religione (IOR), el «banco vaticano», cumpliera la normativa jurídica internacional y así pudiera seguir desempeñando su actividad financiera. El 25 de enero de este año -fecha de la filtración del primer leak– se aprobó un decreto que modifica la ley 127 y que prohíbe la apertura o tenencia de cuentas de corresponsalía con un banco ficticio. Estas declaraciones del Padre Federico Lombardi, director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, dan a entender que este es uno de los focos ocultos del complejo cuadro: «Quienes piensan que el Papa o sus colaboradores pueden cejar en este empeño se equivoca» (2).
Otros vaticanistas (3) enfocan sus análisis en clave de combate por las posiciones claves del gobierno vaticano y de preparación para el sucesivo papado. Es un hecho que desde el Concilio Vaticano II hasta la fecha han ido ganando relevancia e influencia instituciones como el Opus Dei, Comunione e Liberazione o Legionarios de Cristo, que han aportado mucho capital para salvar las finanzas vaticanas, pero cuyos intereses ahora, en tiempos de crisis y de austeridad, chocan con frecuencia. Bajo la cúpula de San Pedro han crecido otras cúpulas de poder que compiten entre sí en distintos campos. El banco vaticano, el gobierno del Estado vaticano o el control de los complejos hospitalarios o educativos son territorios irrenunciables para la supervivencia en tiempos de recesión.
Si el ojo desobedece las leyes del claroscuro mediático que concede portadas a los Vatileaks y baja sin ofuscarse hasta las cloacas del lienzo, descubre otra guerra con enorme movimiento, tono rojo sangre y luz casi nula. 22 de noviembre de 2011, Ostia. Mueren acribillados dos capos mafiosos vinculados con la banda de la Magliana, famoso clan de mala vida de los años 70. A esas alturas de 2011 eran ya 33 las víctimas de una guerra desencadenada entre bandas por el control del territorio (4). Una masacre en penumbra. Familias de Cosa Nostra, Camorra, ‘Ndrangheta y nuevos clanes locales rampantes compiten entre sí por el tráfico de drogas o de la usura. La mayoría de las víctimas son pequeños camellos, delincuentes de bajos fondos con precedentes. La reacción del alcalde de Roma a ese doble asesinato es un escorzo duro: «Nos hallamos ante una emergencia que se debe afrontar con medidas drásticas. Las bandas territoriales están más activas, son más virulentas de lo normal y tienen contacto directo con el gran crimen organizado, que les abastece de droga». En cambio, el prefecto de Roma difumina el trágico balance: «Se trata de pequeñas bandas que tratan de ocupar el territorio para tener la exclusiva del tráfico de droga». Reconocer que la emergencia mafiosa afecta ya a la capital daría toda una señal de debilidad del Estado italiano, y hay que mantener las apariencias. A finales de enero de 2012 los muertos son ya 36, pero la alarma sigue sin sonar. Según los investigadores (5) está claro que los homicidios de mafia en la capital se deben a un pacto entre organizaciones criminales del sur que están eliminando, en los distintos barrios, a capos emergentes que intentan montar negocios por su propia cuenta y a antiguos personajes relacionados con la banda de la Magliana. Luchan las grandes organizaciones por extender sus negocios hacia el norte, lucha la mala vida local por hacer negocios en sus lindes, luchan por hacerse hueco las mafias extranjeras china, albanesa, rusa o nigeriana.
Son bien distintas la parte superior y la inferior de este barroco cuadro bélico romano. El tema del lienzo es, sin embargo, el mismo: el capitalismo es un regulador de relaciones mafiosas que en tiempos de crisis reactiva sus luchas.
Notas:
1. Gianluigi Nuzzi, «La cacciata del prete mangiapreti», Libero, 25/01/2012, p. 1.
3. Para más detalle, consultar: http://www.rainews24.rai.it/it/canale-tv.php?id=26648 y http://www.rainews24.rai.it/it/canale-tv.php?id=26677
4. Ver el análisis de esta contienda por el territorio que se hace en el reportaje «Malaroma» del programa Presadiretta (RAI 3)
5.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.