A Gadafi lo recibieron ayer en Roma con alfombra roja y todos los honores. Él correspondió a tanta pompa vestido de uniforme militar de gala al que añadió la foto (ver abajo) de Omar al-Mujtar, héroe anticolonial ahorcado por los fascistas en el campo de concentración de Soluch el 16 de septiembre de 1931. La […]
A Gadafi lo recibieron ayer en Roma con alfombra roja y todos los honores. Él correspondió a tanta pompa vestido de uniforme militar de gala al que añadió la foto (ver abajo) de Omar al-Mujtar, héroe anticolonial ahorcado por los fascistas en el campo de concentración de Soluch el 16 de septiembre de 1931.
La visita de Gadafi, acto que culmina la nueva relación de amistad entre los dos países, tiene tres lecturas. Por un lado, cierra las heridas por el periodo colonial italiano. (Recordemos que dos hermanos de Gadafi murieron por la explosión de una mina, probablemente italiana, accidente en el que él mismo resultó herido). Gadafi elogió el valor de Italia en admitir los errores de su pasado.
El segundo aspecto de la visita es el comercial. El 30 de agosto Berlusconi y Gadafi firmaron en Libia un Tratado de amistad y colaboración, que había preparado el gobierno Prodi, según el cual Italia se comprometió a pagar 5.000 millones de dólares en 25 años como indemnización por el pasado colonial, y también a construir una autopista desde Bengasi hasta Tripoli, que tal vez se prolongue posteriormente hasta Egipto y Túnez. En ese mismo acuerdo, se prevé una prórroga de otros 25 años de las concesiones en Libia de la ENI (Ente Nazionale Idrocarburi). Además de estos grandes números, hay otros más modestos pero de importancia notable. En Libia hay más de 100 empresas italianas que pueden aprovecharse de los 35.000 millones de dólares que se destinan en el último plan quinquenal libio al desarrollo de sectores no petrolíferos, como son la pesca, el turismo y la cultura, y la modernización de los transportes (puertos y red ferroviaria).
Sin embargo, el lado más incómodo de su visita se centra en el problema de los migrantes. Los cuatro días de visita oficial de Gadafi, que incluyen hoy una visita a la universidad de Roma La Sapienza y un doctorado honoris causa que le otorgará la universidad de Sassari han molestado a muchas asociaciones que defienden los derechos de los migrantes. Destaca la campaña «Yo no devuelvo» («Io non respingo«), en la que participan Asinitas, Zalab, Fortress Europe, los autores del documental «Come un uomo sulla terra», que han recogido más de 7.000 firmas y han organizado 77 actos para protestar por las condiciones de los migrantes en Libia. Abundan las pruebas documentales del trato inhumano que da el régimen libio a los migrantes en los campos de retención. Lo sabe ACNUR, lo sabe la UE, pero no es momento de criticar a Gadafi a propósito de sus funciones de guardián de la Fortaleza Europa.
De esta visita, una cosa sí que se puede concluir: la crisis energética y la crisis humanitaria de los migrantes pueden hacer de un «terrorista» un «amigo».