La ex ministra de Trabajo y artífice de las 35 horas semanales en el Estado francés, Martine Aubry, es la nueva secretaria del PS. El Comité Nacional ratificó su victoria frente a Ségolène Royal por 102 votos. El llamamiento a la unidad y al trabajo conjunto hecho por la nueva líder del partido tras conocer su designación no caló en los partidarios de la ex candidata presidencial, que volvieron a denunciar irregularidades y a exigir una nueva votación.
Después de varios días de intensa polémica, el Comité Nacional del PS, considerado el «parlamento» del partido, confirmó ayer la victoria de la alcaldesa de Lille y ex ministra, Martine Aubry, frente a su rival Ségolène Royal. Previamente y tras revisar los resultados de la votación del viernes, la Comisión de Verificación concluyó que Aubry superó en 102 votos a Royal. El relator del informe, Kader Arif, explicó que la primera obtuvo 67.451 sufragios, frente a los 67.349 de la ex candidata al Elíseo y presidenta de la región de Poitou-Charentes.
Aubry, de 58 años e hija del ex presidente de la Comisión Europea Jacques Delors, fue ministra de Trabajo entre 1991 y 1993 y durante el gobierno de Lionel Jospin (de 1997 a 2002). Su reforma más emblemática fue la ley de las 35 horas laborales. Nicolas Sarkozy es el máximo detractor de dicha ley y, poco a poco, va aumentando la jornada laboral.
Con su triunfal victoria en las municipales de Lille -cosechó el 66,5% de los votos-, regresó a la escena política francesa en marzo de 2008. A partir de ahora será la nueva secretaria del PS y la primera mujer en dirigirlo, sustituyendo en el cargo a François Hollande, que lo ha encabezado en los últimos once años.
En el reciente congreso de Reims, reiteró su voluntad de «hacer realidad los valores socialistas», y en respuesta a quienes le acusan de personificar una izquierda anticuada, prometió favorecer a las nuevas generaciones, si bien dejó claro que «la renovación no va ni en la edad ni en la imagen».
Poco después de conocer el dictamen del Comité, Aubry se dirigió a la tribuna para tender la mano a su contrincante, sentada en la primera fila del Palacio de la Mutualidad donde se reunieron. Sin embargo, el abrazo de ambas candidatas no convenció a muchos ni tampoco sirvió para cerrar las profundas heridas que ha dejado este proceso electoral interno.
«Mi primer deber es encontrarme con Ségolène y decirle que, como ella, he comprendido que los militantes quieren que nos unamos en la izquierda», subrayó. Aubry también envió una advertencia a los conservadores que en las últimas semanas han multiplicado sus críticas al PS por su incapacidad de elegir al nuevo líder.
«A la derecha le digo que todavía tiene unos días para reírse, pero que la próxima semana el PS estará de vuelta con sus propuestas», remarcó.
En un nuevo gesto hacia Royal, insistió en que «juntas debemos ganar por el bien de los franceses».
A pesar de estos llamamientos, los seguidores de Royal siguieron insistiendo en las supuestas irregularidades y en pedir una nueva votación.
«Esta decisión -en alusión a la adoptada por el Comité- no es aritmética ni jurídica, es política y precipitada. Para que se produzca la reunificación, para que sea legítimo, es necesario que el voto se haga sin dudas, sin sospechas», destacó el eurodiputado y lugarteniente de Royal, Vincent Peillon. De hecho, en un documento remitido a Daniel Vaillant, presidente de la Comisión de Verificación, señalaron que el desarrollo de la elección «ha hecho nacer una profunda indignación».
Hollande reclama un examen de conciencia
En su último discurso como primer secretario, François Hollande, ex marido de Royal, reclamó a la formación un examen de conciencia «individual y colectivo» y buscar las vías para un «acercamiento general». En un intento por trasladar una imagen de unidad y hacer frente a las fuertes críticas, subrayó con insistencia que «no hay un bloque contra otro. Aquí no hay dos partidos socialistas, hay un único partido que quiere vivir unido y respetar unido sus reglas y a sus militantes». Pese a ello, reconoció el riesgo de ruptura. «En esta situación hay que defender el interés general, superar los comportamientos de clan, moción o corriente. Hay que ser capaces de dar a este partido, este partido de la alternativa y el único a la izquierda de hoy, una fuerza colectiva».
Los editoriales de los principales periódicos franceses han calificado de una manera u otra de «espectáculo» el congreso de Reims y la incapacidad del PS, sumido en una larga lucha interna, para definir una línea política.