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El presidente del Consejo de Ministros italiano visita Israel

El dilema de Berlusconi: ¿Israel o Irán?

Fuentes: Rebelión

Acompañado de 7 ministros y un séquito de 100 personas, llegó Berlusconi a Israel en visita oficial de tres días y comenzó a sembrar titulares. La silviada esta vez ha hurgado en una de las heridas más antiguas y dolorosas de este mundo: el ataque israelí a Gaza fue «una reacción justa», según Silvio Berlusconi. […]

Acompañado de 7 ministros y un séquito de 100 personas, llegó Berlusconi a Israel en visita oficial de tres días y comenzó a sembrar titulares. La silviada esta vez ha hurgado en una de las heridas más antiguas y dolorosas de este mundo: el ataque israelí a Gaza fue «una reacción justa», según Silvio Berlusconi. Esto es lo que se oyó ayer en el Parlamento israelí, donde lo interrumpieron con aplausos varias veces. Según Mario Tedeschini de Repubblica, el adjetivo «justa» no estaba escrito en el texto original de la Presidencia del Consejo de Ministros italiano. Berlusconi, al parecer, cargó las tintas a posta.

Ese colmo de declaración fue precedido de varias perlas dignas del mejor Silvio. Berlusconi, en efecto, ha sacado a relucir lo mejor de su muestrario de viajante vendedor con motivo de su «histórica» visita a Israel. Ahí estaba la llamada al imaginario pacifista de Luther King nada más poner los pies en suelo israelí: «Tengo un sueño: Israel en la UE». Le siguió un guiño cómplice al «amigo Benjamin». No podía faltar el chiste bíblico-blasfemo, siempre simpático, ligero y cascabelero: «Soy el único italiano que hace colección de olivos antiguos. En Cerdeña tengo al menos 20 olivos que tienen más de mil años, con el certificado de la universidad de Jerusalén, que cuenta con 2000. Yo, en bromas, a veces les digo a mis huéspedes que se vengan derechos al huerto de Getsemaní, y que una marca que se ve en un tronco es una señal que dejó la rodilla de Jesús». Qué decir del momento de recogimiento trágico de ese acto de contrición en el Libro de visitas del Museo del Holocausto: «1 de febrero. Nuestra alma exclama: ‘No es verdad, no puede ser verdad’. Y luego, derrotada, grita: ‘Nunca, nunca más’.» Y esa franqueza de buen amigo: «Como amigo y con la mano en el corazón, debo decir que la política sobre las colonias podría ser un obstáculo para la paz. Esta persistencia es un error. Felicité la valentía de Netanyahu de congelar la construcción en las colonias durante diez meses pero nunca convenceremos a los palestinos de las buenas intenciones de Israel mientras se siga construyendo en los territorios que deberían ser devueltos en un acuerdo de paz». O esa veteranía de quien sabe hacer la vista gorda: «¿El muro? No lo he visto. ¿El muro que rodea Belén? No me he dado cuenta». Para terminar con la habilidad ante Abu Mazen para nadar y guardar la ropa: «Ha sido justo llorar por las víctimas de la Shoah, igualmente justo ha sido llorar por lo ocurrido en Gaza».

Podríamos seguir así, como siempre, como desde hace 15 largos años, engañados por la labia del charlatán, sin ver el fondo de la cuestión, que no es otro en este caso, según dicen, que Irán.

Zvi Schuldiner en Il Manifesto nos recuerda que el comercio italiano con Irán ha superado en los últimos años los 8.000 millones de euros. Más del triple respecto al comercio con Israel que sólo llega a 2.000 millones. Más de 1000 compañías mantienen negocios con la República Islámica de Irán, lo que convierte a Italia en el primer socio comercial europeo de Irán.

Antonio Marafioti en Peacereporter informa de la publicación el 31 de enero de un reportaje exclusivo en el periódico Debka File (cercano a ambientes del Mossad), antes de la llegada de Berlusconi a Tierra Santa. Se titula «El comercio entre Italia e Irán prospera y respalda el programa nuclear de Teherán». En el artículo Debka denuncia el «lado oscuro de la política exterior de Berlusconi», el cual aconseja a Bruselas «no quemar todos los puentes porque Irán es una figura clave y debemos evitar estas [sanciones] ligadas al orgullo nacional iraní» y «anima» a esas más de 1000 empresas a seguir invirtiendo en Irán. Entre estas figurarían Fiat Ansaldo, Danieli-Dufuerco, Maire Technimont, la constructora Seli…

Dos preguntas surgen inmediatas: ¿Será capaz Berlusconi de convencer a los israelíes de que ese contrato de gas iraní por valor de 220 millones de euros firmado el mes pasado, que esos camiones IVECO para el ejército y la guardia revolucionaria iraní, o que ese satélite Mesbah de la Carlo Gavazzi Space -que serviría según el artículo de Debka para espiar a Israel- son «cosas del mercado» y que los negocios son negocios aunque sean con Irán? Gianfranco Fini, presidente del Parlamento, se apresura desde Washington tras una entrevista con Joe Biden, vicepresidente de EEUU, a garantizar el cambio de rumbo filoisraelí de la política exterior italiana afirmando que las relaciones comerciales de ENI con Irán son agua pasada. Desde Irán, sin embargo, Seifollah Jashnaz, niega que ENI haya rechazado la participación en la tercera fase del importante yacimiento de Darjovin, como había afirmado Berlusconi en Jerusalén. En declaraciones a la agencia Irna, Jashnaz dijo que el grupo italiano está trabajando actualmente en la segunda fase cuyo «valor es de 1.000 millones de dólares, lo que permitirá aumentar la producción de 50.000 a 160.000 barriles al día». En suma: está por ver si ENI se queda o no en Irán.

La segunda cuestión es mucho más grave: ¿es consciente de que nada habrá en su muestrario de viajante que justifique esas declaraciones sobre la matanza de Gaza, denunciada por las Naciones Unidas y que empieza a reconocer hasta el propio Israel? Si los bombardeos sobre Gaza fueron «justos» y sus víctimas son al mismo tiempo «como las de la Shoa», ¿entonces el Holocausto fue simultáneamente un horror intolerable y una reacción justa de los nazis?

Ya se sabe: el buen viajante vendedor ha de ser capaz de colocar el veneno y el antídoto al mismo tiempo.

 

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.