El pasado 31 de agosto se cumplió el doceavo aniversario de la primera declaración de alto el fuego del Ejército Republicano Irlandés (IRA), lo que significó la escenificación pública de un proceso que llevaba varios años preparándose en las cocinas de la sociedad irlandesa y británica. Desde esa fecha el llamado proceso de paz irlandés […]
El pasado 31 de agosto se cumplió el doceavo aniversario de la primera declaración de alto el fuego del Ejército Republicano Irlandés (IRA), lo que significó la escenificación pública de un proceso que llevaba varios años preparándose en las cocinas de la sociedad irlandesa y británica. Desde esa fecha el llamado proceso de paz irlandés ha continuado su camino, no exento de obstáculos. Al mismo tiempo es evidente que de cara a otros conflictos en el mundo, la metodología y el espejo irlandés ha servido para intentar poner en marcha y desarrollar nuevos procesos de paz.
Los últimos meses han sido la constatación de las dificultades por las que tienen que atravesar este tipo de procesos, y también ha reflejado con bastante nitidez las posiciones obstruccionistas de algunos actores y la dejadez de algunos otros. La suspensión de las instituciones emanadas del Acuerdo de Viernes Santo ha sido la materialización de la crisis más reciente.
Las próximas semanas la actividad política de los diferentes partidos y de los gobiernos de Londres y Dublín va a estar marcada por el plazo puesto por éstos, el 24 de noviembre, para que los agentes del proceso se pongan de acuerdo y se reinstauren las instituciones. Así, el Sinn Féin tiene previsto celebrar la Ard Comhhairle( la ejecutiva del partido) el sábado nueve, donde se marcarán sus posiciones de cara a las dos sesiones de debate parlamentario que se tiene previsto celebrar los días 11 y 12 de septiembre.
Esos dos días los partidos políticos tienen previsto debatir de cara a al formación del gobierno de los seis condados, donde deberían compartir los puestos de máxima responsabilidad los republicanos del SF y los unionistas del DUP. No obstante, hasta este momento, las posiciones del conservador Paisley han impedido cualquier acuerdo para poder llevar adelante la formación del ejecutivo.
El DUP lleva tiempo maniobrando para acabar con el Acuerdo, o cuando menos para que éste se vuelva a escribir con importantes variaciones. La postura complaciente de Dublín y Londres ha facilitado a los unionistas mantener esta postura obstruccionista. Mientras tanto, el otro partido Unionista, el UUP, lleva semanas asistiendo a verdaderos movimientos malabares, sin poder asumir todavía la perdida de su privilegiada posición del pasado, donde era el partido más votado del norte de Irlanda y el que controlaba en buena manera el quehacer político de la región. Desde que el DUP de Paisley le arrebató esa posición, el UUP camina dando bandazos y cambiando de estrategia cada poco tiempo, para mayor reorientación de sus ya bastante confusas bases.
Intereses
Otros protagonistas también están mirando más por sus propios intereses a corto y medio plazo que por dar una salida definitiva a la actual crisis del proceso. Así, el gobierno de Dublín, especialmente su partido mayoritario, el Fianna Fáil, lleva semanas planificando su quehacer político en función de las próximas elecciones generales que se celebrarán en Irlanda en primavera. Esta formación política está viendo con verdadero pavor las buenas expectativas electorales que se le pronostican al Sinn Féin, y ha puesto todos sus esfuerzos en contrarrestar esa situación.
Por su parte, desde Londres la situación es similar, con un Partido Laborista inmerso en debates internos sobre su futuro, sobre el liderazgo del partido y las connotaciones locales de la geopolítica exterior que lleva a cabo el gobierno de Tony Blair.
La postura de todos esos actores persigue por un lado crear dudas, frustra las esperanzas en el proceso y sobre todo, y ligado a ello, debilitar la posición del Sinn Féin. Minimizando los avances que se han logrado en buena medida por la actitud constructiva del movimiento republicano (alto el fuego, recomisión de armas, declaración del final de «la guerra».), se busca también impedir que el papel del movimiento republicano alcance un rol fundamental, con su posible acceso al gobierno del norte de Irlanda y al consejo interministerial norte- sur.
También se busca con ello, sobre todo desde la óptica de algunos sectores unionistas, que la dinámica de cambio impulsada a través del proceso de paz se acabe materializando. Esos actores son conscientes que ello significa la pérdida de sus posiciones de privilegio que han mantenido durante tantos años, y que en un escenario político nuevo, la sociedad probablemente se dirija hacia una nueva representación política, muy diferente de la anterior.
Movimiento republicano
Las fuerzas conservadoras nacionalistas y unionistas, junto a los gobiernos de Londres y Dublín, coinciden en una cosa, «intentan impedir como sea que el Sinn Féin se convierta en una fuerza aún más poderosa». Para ello no dudan en utilizar coyunturalmente cualquier ocasión para desprestigiar al movimiento republicano y obstaculizar el proceso de paz. La capacidad de los republicanos para sortear hasta la fecha todas las trabas, hace que a cada momento esas fuerzas obstruccionistas preparen nuevos obstáculos. De cara a los próximos meses, el tema de la reforma policial y las marchas sectarias serán las excusas que aireen algunos para frenar los logros del proceso.
La estrategia republican ante estos ataques está siendo estudiada con detenimiento estos días. La significativa propuesta «de la resistencia a la liberación y al poder» señala que los retos que tiene ante sí la propuesta republicana requieren del esfuerzo de toda su base social, que «no es el momento de dormirnos por los reveses coyunturales y las maniobras de los contarios políticos». La mera posibilidad de que el Sinn Féin acabe alcanzando el poder en Irlanda les causa terror a sus oponentes políticos, de ahí los esfuerzos desesperados y las manipulaciones para evitarlo, aún a costa de perjudicar al conjunto de la población con medidas reaccionarias.
Desde el movimiento republicano son conscientes de que tienen ante sí un importante reto que va a requerir «interiorizar por parte de la familia republicana nuestra estrategia, rechazar caer en las tácticas políticas de diversión que planean algunos, aumentar el apoyo popular y maximizar al máximo el impacto de la políticas republicana».
En esta nueva fase de la lucha, el movimiento republicano tiene claro cuales son los objetivos a conseguir, según sus dirigentes son los mismos por los que llevan peleando durante tantas décadas. De ahí que ante la posibilidad de que las maniobras contrarias al proceso sigan intentando que la opinión pública pase «de la esperanza a al frustración», los republicanos deben «concentrar sus esfuerzos para evitar que la población acabe desanimándose con el proceso de paz».
Desde 1984 la estrategia republicana ha desarrollado diferentes aportaciones sobre la táctica y la estrategia a desarrollar para fortalecer el movimiento republicano (la analogía del autobús a Cork, la discusión sobre el Frente Amplio, inicio de la estrategia de paz, la introducción de los once objetivos estratégicos, el mapa de ruta hacia la República.), y todas ellas han surgido en diferentes contextos (lucha armada, estrategia electoral, treguas, negociaciones.) que han exigido al movimiento republicano definir su posición.
El 24 de noviembre es una fecha más en ese recorrido, por eso desde el Sinn Féin señalan la necesidad de continuar trabajando por aumentar el apoyo a la independencia «antes y después de ese día». Las perspectivas republicanas son muy buenas social y electoralmente, por eso los próximos meses también asistiremos a maniobras por parte de sus oponentes para impedir materializar esas perspectivas.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)