Del principio al final, invirtieron la realidad. La política de derechas, concebida y ejecutada para el beneficio del gran capital, que ha endeudado y arruinado al país
El Presidente del Gobierno presentó su dimisión a Cavaco Silva después de que la Asamblea de la República rechazara su cuarto Programa de Estabilidad y Crecimiento (PEC-4).
El rechazo de su último plan, llamado de austeridad, era ya una certeza anticipada, aun siendo muy diversos los motivos de los diferentes partidos.
Los discursos de dos ministros defendiendo la estrategia socrática junto con la intervención del líder del grupo parlamentario del Partido Socialista (PS) halagando al presidente del gobierno han resultado en un inadecuado prólogo de campaña electoral para un debate parlamentario.
Del principio al final, invirtieron la realidad. La política de derechas, concebida y ejecutada para el beneficio del gran capital, que ha endeudado y arruinado al país y lanzó al paro y a la miseria a millones de trabajadores, ha sido presentada como la única, incomprendida, que respondía al «interés nacional», expresión que utilizaron repetidamente.
No cabe en esta nota comentar las intervenciones de los diputados del Partido Social Demócrata (PSD) y del Centro Democrático Social – Partido Popular (CDS-PP) por las que justificaron suspender al PEC-4. Han sido ejercicios de retórica parlamentaria que ocultaron mal sus ansias de poder que inspiraron sus críticas al PS, cuya desastrosa política ha coincidido en lo fundamental con sus aspiraciones y línea ideológica. Además, de esa oratoria, con toques circenses, se entrevió su disponibilidad para futuras alianzas con el partido de Sócrates.
Es útil, sin embargo, señalar el hecho de que Sócrates, en la declaración posterior a su dimisión, y Assis, en la intervención final, hayan insistido en caracterizar al PS como un partido de izquierdas. Según el líder parlamentario, es demonizado por la derecha, por su carácter progresista, y hostilizado por la extrema-izquierda, envidiosa de sus victorias electorales.
Ambos, tal como los ministros de Finanzas y de Economía, han repetido muchas veces que uno de los objetivos del PEC-4 era evitar la entrada del FMI y la consecuente catástrofe de sus imposiciones.
Es mucho descaro, ya que como muy bien han subrayado los diputados comunistas, las medidas reaccionarias del PEC-4 responden a exigencias del FMI, impuestas por la canciller Ángela Merckel, ya está instalado en el país.
La insistencia en esa y en otras burdas mentiras parece predecir un nuevo modelo de campaña marcado por un discurso victimista, orientado a la conquista de parcelas del electorado de izquierdas. Assis derrochó halagos a Sócrates quien, a su vez, se apresuró a insinuar, de forma triunfalista, que volverá al poder como vencedor.
El fariseísmo de los dirigente socialistas demanda a las fuerzas progresistas quitarle definitivamente la máscara de «partido de izquierdas» al PS, extendida con la complicidad de los medios de comunicación.
El gobierno de Sócrates ha seguido siempre una política de derechas. Es más: ningún otro jefe de gobierno, desde el 25 de abril ha golpeado de forma tan dura el Servicio Nacional de Salud y hostilizó tanto al profesorado.
Hacer visible que el PS se comporta hace muchos años como un partido de derechas es una exigencia de la defensa de los ideales de la revolución de abril.
A lo largo de los próximos días, el pueblo portugués se encontrará en condiciones de evaluar el cuadro institucional resultante de la caída del Gobierno reaccionario de Sócrates.
Sin embargo, se puede ya recalcar que un nuevo Parlamento, sea de gobierno del PSD, del PS o de una coalición de ambos, con o sin CDS, no podría dar respuesta a las aspiraciones de nuestro pueblo.
Las grandes manifestaciones de protesta contra el desgobierno del PS de los últimos meses confirman que solamente la acción de las masas en la calle puede abrir la puerta a un cambio de política.
Traducción de Inés Míguez para Corriente Roja
Fuente: http://www.kaosenlared.net/noticia/el-final-del-gobierno-socrates