Los fortines de la «oposición dura» del poder real -con sus representantes emblemáticos como los dirigentes del aparato burocrático económico y judicial, pero también con la primera advertencia dada por el cuerpo de élite (OYK [las fuerzas especiales del ejército griego]) en el desfile nacional del 25 de marzo [en su forma de desfilar y […]
Los fortines de la «oposición dura» del poder real -con sus representantes emblemáticos como los dirigentes del aparato burocrático económico y judicial, pero también con la primera advertencia dada por el cuerpo de élite (OYK [las fuerzas especiales del ejército griego]) en el desfile nacional del 25 de marzo [en su forma de desfilar y su nacionalismo proclamado]- recuerdan a todo el mundo, pero sobre todo a la dirección de Syriza, la importancia de la decisión de la conferencia fundacional de Syriza, que definió el gobierno de la izquierda no como una «estación final» (comprometido con la tarea de «salvar al país»), sino como una «etapa transitoria» en la perspectiva del compromiso para la emancipación socialista.
En el actual contexto de relación de fuerzas internacionales, la posición no demasiado sólida (es lo que piensa mucha gente) del este gobierno, cuya columna vertebral es Syriza, aparece aún más débil. El vergonzoso chantaje de los acreedores (a través de las «instituciones» europeas y el FMI) intenta arrastrar al gobierno a un dilema: la subordinación directa o el hundimiento rápido. En la actualidad podemos parafrasear el célebre dicho de los protagonistas de la revolución rusa diciendo que sin un giro político importante en Europa (¿España, Irlanda?), sin la la emergencia de un contraataque político del movimiento social y de la izquierda en Francia o en Italia, moriremos…
Esta constatación crea nuevas obligaciones a Syriza y a su dirección. Nuestra política consiste, entre otras cosas, en mantener «vivo» el llamamiento para hacer fracasar las políticas de austeridad a nivel europeo.
La toma de conciencia de estas dificultades, que debería traducirse en una política de masas definida, no se da en condiciones elegidas por nosotros. El declive de las movilizaciones en el período 2010-2012 (que constituyó el fundamento de la victoria de Syriza) creó las condiciones para un «paréntesis», y abrió la expectativa en la «vía electoral».
Pero esta expectativa limita nuestras posibilidades políticas. Que la gente no participe de forma directa en los auntos que le conciernen (salud, educación, etc.) crea condiciones favorables para nuestros enemigos a nivel nacional e internacional. Cualquier táctica orientada a reforzar nuestra posición en estas difíciles condiciones exige iniciativas orientadas a poner primer plano a la gente.
Rendir cuentas
Este elemento nos lleva directamente al crucial papel de Syriza como partido. En los grandes media, el debate sobre Syriza adquiere tintes sombríos: el partido tiene un «lastre» que impide que la dirección lleve a cabo cambios audaces (dicho de otra forma, los que desean los capitalistas y de los mercados). El partido sería un nido repleto de marxistas rígidos que no permiten a los miembros «ilustrados» del gobierno y del Estado realizar las «aperturas» necesarias: por ejemplo, en dirección de Potami (el Río: partido político entre socialdemócrata y liberal ndt) y llevar al país a las tranquilas aguas del centro izquierda, del consenso, del progreso y del mantenimiento permanente en la eurozona.
El partido juega efectivamente un papel «defensivo» importante. En las condiciones de la enorme presión interna e internacional, es un factor irremplazable para hacer que el gobierno permanezca ligado a la orientación y el programa inicial. Por esta razón es necesario preservar y reforzar de forma decisiva la obligación de rendir cuentas a la base y a las estructuras regulares del partido.
Audacia y espíritu combativo
Pero este papel defensivo no es suficiente. Las estructuras, y las fuerzas políticas que componen Syriza deben tomar iniciativas combativas, intentando movilizar a las y los asalariados a fin de que rechacen políticamente a nuestros adversarios, es decir a los importantes y peligrosos adversarios del gobierno. Estas iniciativas que exijan «cambios radicales» y mejoras sociales nos remiten, prioritariamente, al programa de Salónica (del 14 de septiembre de 2014) y deben ser también ampliadas y completadas tomando como referencia el programa de la conferencia de constitución de Syriza.
Por ejemplo, la capacidad del gobierno para hacer frente a la presión interna e internacional en torno a las privatizaciones dependerá directamente de la movilización de la gente contra las decisiones de TAIPED (Hellenic Republic Asset Development Fund-Fondo para el Desarrollo de los Activos de la Republica Helénica), a favor de la defensa de los espacios y de los bienes públicos, para poner fin a los crímenes en las Skurias (regiones de viejos bosques que serían destruidos por la obtención de licencias por empresas mineras, etc.). La capacidad del gobierno para impedir una destrucción aún mayor del sistema de salud pública dependerá directamente de si y cómo las organizaciones de Syriza van a animar y dirigir la ola de protestas, las reivindicaciones y la esperanzas de los trabajadores de la salud, pero también de la mayoría social que utiliza y tiene una necesidad -y por tanto un derecho- urgente de utilizar el sistema hospitalario, que hay que regenerar. Esta movilización debe hacerse en un conteto determinado y con un programa preciso -elaborado por el personal hospitalario y las y los usuarios-; pero debe hacerse rápidamente y con determinación. Porque ahora el tiempo trabaja a favor de la oposición.
El único camino
Mantenerse firme en el programa de la izquierda radical, insistiendo en las reivindicaciones de la gente, en la movilización social, es la única forma de existir y de cumplir su papel que tiene Syriza. De hecho, es la única forma de defender al gobierno que está bajo la doble amenaza del capital nacional e internacional.
Los medios señalan con disgusto la existencia en el interior de Syriza de un ala marxista radical y exigen su eliminación como condición para el reconocimiento al gobierno como un gobierno de «orden». Este «ala» es real y más amplia de lo que dicen los diferentes «analistas».
Hasta el presente, ha demostrado en numerosas ocasiones, y más allá de lo que es normal en los enfrentamientos de tendencias en un partido de masas, que constituye un factor precioso e irremplazable en la dinámica política de Syriza.
Todos estos miembros «radicales» (o simpatizantes) que, en gran medida, no están encuadrados en una «tendencia» y defienden el programa de la izquierda radical: es decir, el de Syriza, constituyen el fundamento de la rápida reactivación de Syriza. Constituyen la fuerza que puede abrir la vía que es necesario tomar. La vía de una política de transición que, a partir de lo que hemos prometido antes de las elecciones, ponga el acento en un giro cuyo objetivo es el de poner fin a la austeridad.
Artículo publicado en La Izquierda Obrera, bimensual de DEA.
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur