Una de las principales causas de la crisis de la banca privada es la actividad especulativa de las instituciones financieras, consecuencia de la desregulación del sistema financiero, resultado de la aplicación de las políticas neoliberales llevada a cabo por gobiernos a los dos lados del Atlántico Norte, es decir, EEUU y la Unión Europea (y […]
Una de las principales causas de la crisis de la banca privada es la actividad especulativa de las instituciones financieras, consecuencia de la desregulación del sistema financiero, resultado de la aplicación de las políticas neoliberales llevada a cabo por gobiernos a los dos lados del Atlántico Norte, es decir, EEUU y la Unión Europea (y muy en especial en los países de la Eurozona). La paralización de la actividad crediticia (es decir, que los bancos dejaran de prestar dinero) contribuyó enormemente a la crisis económica. Las pequeñas y medianas empresas, que son las que producen más ocupación en la mayoría de países, dejaron de poder acceder al crédito, no consiguiendo dinero prestado. Y lo mismo ocurrió con las familias. Estas no pudieron obtener crédito, con lo que tuvieron que disminuir la demanda de productos y servicios, paralizando la economía.
De ahí que hubiera una movilización de los Estados, asesorados por economistas próximos a la banca, para salvar al sistema financiero, es decir a la banca, a fin de reavivar la economía, utilizando la imagen de que el sistema financiero es el sistema circulatorio del cuerpo económico, permitiendo que la sangre circule a través del organismo. Y se dieron millones y millones de euros públicos a la banca privada (solamente España, entre 2009 y 2012, comprometió unos 108.000 millones de euros públicos en ayudas según el Tribunal de Cuentas, lo que representaba casi un 10% del PIB de 2012). Puede que la expresión «se dieron» sea un pelín exagerada. Pero el Banco Central Europeo (BCE) ha estado prestando a los bancos privados europeos, a unos intereses irrisorios, cientos de miles de millones. Solo este año ya hay previsto inyectar 400.000 millones de euros a la banca para intentar que fluya el crédito.
Y a pesar de ello, el crédito ni está ni se le espera. Los bancos recibieron el dinero y lo utilizaron para otros propósitos, como por ejemplo, comprar deuda pública a unos intereses elevadísimos del 4 ó el 6% (en el caso de Grecia, 13%, cifra que se alcanzó en 2011), lo que ha significado uno de los negocios más redondos que uno pueda imaginarse. Suponga que usted recibe millones de euros a unos intereses más bajos del 1%, y compra bonos que le generan unos intereses del 4 ó el 6% con solo apretar un botón. Pues bien, se lo crea o no, esto es lo que la banca privada ha estado haciendo.
La pregunta que debería hacerse el lector es: ¿por qué el BCE le presta dinero a la banca privada y no a la banca pública y a los Estados para que estos no tengan que pedir prestado dinero a los bancos privados, que les exigen unos intereses elevadísimos, creando una enorme deuda? El hecho de que el Estado tenga que pagar unos intereses tan elevados es porque no tiene otra manera de poder conseguir dinero en la UE que no sea a través de la banca privada. El BCE dice que las normativas que lo regulan no le permiten prestar dinero a los Estados. Y para mayor escarnio, la banca privada tiene unas agencias de evaluación de la deuda pública (es decir, de la supuesta viabilidad de los Estados) que mienten y manipulan la calificación de esa deuda, de manera que a peor «rating» le dan las agencias, mayores son los intereses que tiene que pagar el Estado. Es un escándalo que se permita que esto continúe debido a que la banca tiene una enorme influencia en el BCE (que en realidad es un lobby de la banca privada, y cuyo Presidente fue directivo de Goldman Sachs) y en la Comisión Europea, que es, por cierto, la Comisión más neoliberal que haya existido en su historia. La banca también ejerce una gran influencia en el gobierno presidido por la canciller Angela Merkel y otros gobiernos de la misma sensibilidad neoliberal, como lo es el español.
Otra alternativa es posible: la banca pública
La situación actual es insostenible. El BCE continúa «regalando» (400.000 millones de euros solo este año), es decir, prestando, dinero a la banca privada a unos intereses bajísimos (0,05%) y, sin embargo, se continúa sin generar crédito. Pero hay una alternativa fácil de ver: que todo este dinero que se ha gastado el BCE vaya a un banco público en cada Estado, garantizado por el Banco Central Europeo, que debería tener como misión facilitar el crédito. Esto es lo que ocurre en muchos países como, por ejemplo, EEUU, el cual tiene un Banco Central (el Federal Reserve Board) que ejerce tal función: garantizar el crédito al Estado federal y a los Estados. Este Banco Público Central podría incluso ir más allá, y crear bancos públicos a base de los depósitos del Sector Público. Por ejemplo, el Estado de North Dakota, en EEUU, tiene un banco público en el que el Estado invierte, por ley, todos sus ingresos públicos. No es un banco de accionistas. Fue fundado en 1919 por inmigrantes escandinavos (noruegos en particular), que eran muy críticos con la banca privada y con Wall Street, el centro financiero de aquel país. Su función principal es ofrecer y garantizar el crédito a las instituciones del Estado. Y así se ha conseguido que sea el único Estado que no ha tenido un problema grave de crédito en EEUU durante la crisis. Ha podido así permanecer en un equilibrio fiscal (con superávit en sus cuentas), siendo North Dakota uno de los Estados con menos desempleo. Pero North Dakota no es una excepción en el mundo. En realidad, el 40% de todos los bancos en el mundo son públicos, incluidos los bancos de los altamente exitosos BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Y en Europa y en la UE, el sector bancario público es extenso y juega un papel clave en el sector financiero de los países.
En realidad, varios estudios recientes escritos por los profesores Von Mettenheim y Andrianova han mostrado que, en general, aquellos países que tienen un sistema bancario público han crecido más rápidamente que los países con sistemas bancarios privados. Y lo que es incluso más importante es que tales bancos públicos han sido, en general, menos corruptos y especuladores que los bancos privados, y han tenido mayores beneficios. En base a esta experiencia, sería de desear que el BCE se convirtiera en un banco público que prestara a los Estados a través de los bancos centrales de cada país, y que estos también ofrecieran crédito a las pequeñas y medianas empresas. Los bancos públicos podrían complementarse con cooperativas de crédito, banca ética y otras formas de instituciones financieras que no tienen la usura como objetivo central. Que ello es posible queda demostrado con esta experiencia internacional. ¿Por qué, pues, no se hace? Pues porque la banca privada domina hoy el poder político de los Estados. Si no se lo cree, vea la reacción de los políticos y de los medios a la muerte del mayor banquero de España, el Sr. Botín. La cobertura y homenaje a su figura fue la apropiada casi para un Jefe de Estado. ¿Se da cuenta?
Como siempre, el mayor escándalo ocurre en los países periféricos y, en especial, en España
España es hoy uno de los países del mundo con un menor tamaño de la banca pública. Los gobiernos Zapatero y Rajoy se han cargado la banca pública, siendo el país en la Eurozona que tiene menos bancos públicos. El gran dominio del espacio bancario corresponde a la banca privada, que además está sumamente concentrada, con quince bancos dominando dicho espacio, siendo tres -Banco de Santander, BBVA y CaixaBank- los que dominan el sector. El sector cooperativo (cooperativas de crédito) representa un espacio enormemente reducido (un 6%), en contraste con otros países europeos que alcanzan el 30%, como Austria, Holanda, Francia, Italia y Suiza. Alemania, por cierto, es uno de los países con mayor espacio público en el sistema bancario.
Y, no sorprendentemente, la banca privada española es de las que tiene mayor número de sucursales en paraísos fiscales. La privatización de las Cajas se debió, única y exclusivamente, a razones ideológicas, pues muchas de ellas, como La Caixa, eran altamente eficientes y rentables. Y no eran las únicas. Fue el enorme dominio de la banca privada sobre las instituciones del Estado el responsable de la eliminación del sistema de Cajas, entidades de ahorro colectivo.
Y cuando se ha invertido mucho dinero para salvar algunas cajas, controladas políticamente por el Partido Popular (por un total de 120.000 millones de euros, como señala Andreu Missé en su editorial de Alternativas Económicas, una de las revistas económicas más interesantes en España), creándose Bankia (uno de los pocos bancos públicos que todavía existen y que ha sido saneado, resultado del intervencionismo público), se ha querido privatizar a un precio que significa una gran ganancia para la banca privada y una enorme pérdida para el contribuyente, todo ello innecesario si se hubiera mantenido como entidad pública, con el mandato de garantizar el crédito. Y así estamos. Spain is, claramente, different!
Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
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