Una tras otra las noticias de suceden en el Perú de hoy. Ayer tarde, en el Congreso de la República, la ficticia «mayoría parlamentaria» aprobó -por enésima vez- una resolución contra Venezuela. Lo nuevo, en el caso, fue que ahora, incluyó un «acuerdo» planteando la expulsión del país el embajador de la República Bolivariana, el […]
Una tras otra las noticias de suceden en el Perú de hoy.
Ayer tarde, en el Congreso de la República, la ficticia «mayoría parlamentaria» aprobó -por enésima vez- una resolución contra Venezuela. Lo nuevo, en el caso, fue que ahora, incluyó un «acuerdo» planteando la expulsión del país el embajador de la República Bolivariana, el Almirante Diego Molero, una de las más descollantes figuras de la diplomacia acreditada ante nuestro país.
El planteo es tan ridículo que hasta el ex Canciller del fujimorismo Francisco Tudela, se vio forzado a tomar distancia de él, y decir textualmente en una entrevista publicada en «Perú 21» hoy: «no veo razón para expulsar al embajador venezolano en el Perú. Es un embajador que no ha cometido ninguna inconducta. Si bien representa a un régimen que le es antipático al Perú, en el mundo hay muchos regímenes diferentes, y la diplomacia, justamente, busca mantener las relaciones diplomáticas a pesar de las grandes diferencias. Estados Unidos nunc a expulsò al embajador de la Unión Soviética durante la Guerra Fría».
Lucida declaración sin duda que no solamente pone las cosas en su sitio, sino que, además, arroja un balde de agua fría sobre la cabeza caliente de Mulder, Alcorta, García Belaunde, Becerrill y hasta Aldo M.; empeñados todos, en tender un abismo entre el pueblo peruano y la Patria de Bolívar, sin reparar ni en los hechos, ni en la historia.
La «Prensa Grande» ya no sabe qué decir en torno a los sucesos de Venezuela. Y ahora no trepida en denigrar al Presidente Nicolás Maduro por su enérgica condena a la agresiva actitud del gobierno peruano, empeñado en celebrar una junta de Cancilleres de la región al margen de la OEA para intervenir descaradamente en los asuntos internos de un país independiente y soberano, trapeando el piso con la Doctrina Porras que normaba el escrupuloso respecto a los principios de Libre Determinación de los Pueblos y la No Injerencia en los Asuntos Internos de los Estados.
Maduro ha contado una anécdota de la que deben haber testigos: una declaración de PPK ante un grupo de Jefes de Estado de distintos países de la región. Es perfectamente posible que haciendo uso de su fino «humor inglés» tan poco entendido en nuestros lares, el mandatario peruano se haya proclamado «Yanqui» a secas, ante un sorprendido auditorio de Jefes de Estado en un informal encuentro.
Esas muestras de ironía, que los peruanos no acabamos de comprender, probablemente tampoco lo fueron por los interlocutores de ocasión, que no suelen usar formulas británicas de ese corte, en sus encuentros.
En el debate en el Hemiciclo de la antigua Cámara de Diputados -que felizmente no en el Senado de la República, hoy bautizado precisamente como «Raúl Porras Barrenechea Barrenechea», en homenaje al Canciller de la Dignidad-; se dijeron muchos disparates, pero nadie se atrevió a cuestionar el hecho que los gobiernos de la Patria de Bolívar, desde 1990 a la fecha, no hicieron sino tender la mano al pueblo peruano en cuanta ocasión les fue posible hacerlo. Pruebas al canto: el terremoto del 2007 en Pisco, y los llamados «desastres naturales» entre febrero y abril de este año.
Un segundo elemento que hace luces sobre la conducta del régimen de PPK tiene que ver con los conflictos sociales. Ni en el Mensaje Presidencial de Fiestas Patrias; ni antes de él, ni después, el Jefe de Estado peruano dijo una sola palabra respecto a los maestros, a los médicos, a los trabajadores mineros en conflicto. En cambio dijo muchas, si, en respaldo a los venezolanos que llegan al Perú por diversos motivos. A ellos, además de saludos, les ofreció visas, educación, salud, trabajo y otras bondades oficiales, de las que no gozan los peruanos.
Podemos recordar que hasta hoy -al margen de la estructura sindical formal- más de 90 mil profesores de 11 regiones del país están en huelga; que cerca de 100 mil médicos también lo están; y que los índices desempleo y sub empleo en Lima y el resto del país, se han incrementado de acuerdo a los indicadores oficiales, en lo que va de los últimos doce meses; para no hablar ya de la informalidad que agobia a casi el 90% de la mano de obra empleada en el país, y expresión de lo cual fue la horrenda muerte de los chicos en la Galería Nicolini -en Las Malvinas- en el pasado reciente.
Puede ser considerado un gesto positivo el que se adelantara el aumento de los maestros a 2,000 soles; pero ¿por qué no se discutió eso con los maestros en huelga? Tomar acuerdos a espaldas de las masas, y tratar de imponerlos por la fuerza del mensaje mediático, no sólo es contraproducente, sino además inútil.
Finalmente ocurrieron dos hechos en paralelo: mientras por un lado de confirmó la entrega de gruesas sumas de dinero por parte de Odebrecht a en beneficio de la campaña electoral de Keiko Fujimori, sin que nadie chistara en torno al tema; la Sala de Apelaciones desestimó el pedido de Ollanta Humala y Nadine Heredia para continuar su juicio en libertad.
Independientemente de cargos y de acusaciones que aún no se ha presentado; lo que salta a la vista es la doble moral de la clase dominante. A don Ramón Castilla se le atribuye una frase que pinta de cuerpo entero este fenómeno: «Para mis amigos, todo; para mis enemigos, la ley». Pues bien, lo que se busca, es darle a Keiko todo; y a aplicarle a los Humala la ley sin la menor consideración.
Desde un inicio se le advirtió a Humala cuán insensato era hacerle mimos a la derecha más reaccionaria y al Imperio. No por eso -le dijimos- te habrán de perdonar. Te la tienen jurada, porque osaste ganarles el 2011, y les diste el susto de sus vidas cuando recordaste la memoria de Velasco. Se van a vengar de ti y no van a parar hasta el fin. La vida lo confirma.
El laberinto de hoy, en el Perú entonces, tiene sus bemoles. Pero él, nos obliga a no arrear banderas.
Esta es una lucha que no tiene partidos, que debe unir a todos los peruanos; porque encarna la lucha por la dignidad y la justicia; que se nutre con la sangre de nuestros héroes y nuestros libertadores: que se proyecta hacia un mundo futuro construido es base a esfuerzo y sacrificio; y que tiene una razón my alta para triunfar: la vida.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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