El diplomático alemán Volker Pellet del cual se reporta que se dedica al caso de la mal llamada «disidencia» en Cuba ocupó en el pasado puestos con prioridades que no tienen nada que ver con el tipo de «derechos humanos» que, aparentemente, son ahora objeto de sus preocupaciones. De las autenticas y comprobadas violaciones de […]
El diplomático alemán Volker Pellet del cual se reporta que se dedica al caso de la mal llamada «disidencia» en Cuba ocupó en el pasado puestos con prioridades que no tienen nada que ver con el tipo de «derechos humanos» que, aparentemente, son ahora objeto de sus preocupaciones. De las autenticas y comprobadas violaciones de los «derechos humanos» de las cuales fue testigo en su carrera, Pellet prefiere no hablar. Según datos oficiales de su ministerio, el diplomático es actualmente el encargado de negocios de la representación diplomática en la Isla. Sin embargo, fue también portavoz de un ministro con pasado ambiguo de agente provocador, participó en una conferencia europea sobre seguridad y defensa, se apareció de observador en el Consejo de Seguridad de la ONU y preparó en Kosovo la llegada de la OTAN, sus bombardeos y los masacres de sus aliados. Volker Pellet actuó en 2000 y 2001 como portavoz del ministro de Asuntos Extranjeros alemán, Joseph Martin «Joschka» Fischer, cuando evocaba detalles de la vida agitada de su jefe, cuenta el diario sensacionalista Hamburger Morgenpost en su edición del 14 de julio de 2000 aunque no ofrece más informaciones al respecto.
Sin embargo, en aquella época la prensa alemana trataba a fondo el pasado político de Fischer que empezó su carrera política siendo un «extremista de izquierda». Según informaban los medios alemanes, recurriendo a las fotos que mantenían en sus archivos, lanzó cócteles molotov contra la policía y prestó su coche a «terroristas» que lo utilizaron para ejecutar una acción.
«Bajo circunstancias normales Fischer habría terminado en la cárcel y bajo ningún concepto se le habría admitido a Fischer ni para ser el portero del ministerio, muchos menos ser ministro», comenta una fuente que añade: «Si al final los poderes fácticos le admitieron, habrá sido porque este influyente miembro del Partido Verde habrá adquirido ciertos méritos en el pasado». En el 2002, el nombre de Pellet se puede leer en una lista de diplomáticos de su país que desarrollan su actividad en los pasillos del Consejo de Seguridad de la ONU.
Aún más interesante, Pellet aparece en enero de 2007 adscrito a la «cancillería alemana» (no su actual ministerio sino la institución que organiza el trabajo del jefe de Gobierno) cuando participó en una conferencia de la «Política Europea de Seguridad y Defensa» (PESD), organizada por la Presidencia alemana de la Unión Europea.
La PESD era entonces un organismo político militar a través del cual la UE preparaba y ejecutaba sus primeras intervenciones militares fuera de Europa, en concreto en la República Democrática del Congo y en el Chad. Los dos países africanos interesan a los europeos por sus recursos naturales y su posición estratégica.
En la misma lista de participantes a este evento político-militar, al lado de Pellet, aparecen esencialmente personajes que no tienen relación alguna con los «derechos humanos», tales como Kaspars Ozolins, el director de Seguridad de los Asuntos extranjeros de Letonia; el Teniente General Jean-Paul Perruche, director general del Consejo Militar de la Unión Europea; Pete Piirainen, asesor del Ministerio de Defensa de Finlandia. Llama la atención de que la lista no especifica el cargo que el señor Pellet ostenta.
Concluye nuestro interlocutor: «Pensando mal, también la Cancillería alemana cuenta con servicios que no son lo que en otros países de habla hispana se llaman «aseos», «wáteres» o «baños».
Sorpresa: estuvo en Kosovo
Siguiendo la búsqueda en los archivos, uno descubre como Pellet fue cónsul en Belgrado y que manejaba el dossier de… Kosovo.
A tal punto que hay constancia en informes oficiales kosovares de que en 1995, se reúne con Ibrahim Rugova, el difunto líder secesionista, cuando se están produciendo graves disturbios que llevaron a la ocupación del territorio por tropas de la OTAN.
En sus memorias tituladas « La caza: yo y los criminales de guerra«, la antigua fiscal general del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra para Yugoslavia en la Haya, Carla Del Ponte, cuenta como, en el bombardeo de Serbia y Kosovo que por 78 días desencadenó la OTAN en 1999, murieron centenares de personas en hospitales, escuelas, parques y hasta en iglesias.
El amigo de la «disidencia» cubana remunerada, por cierto, sabe mejor que cualquiera de esta masacre, como tiene que saber algo de la base militar de Campo Bondsteel, que se describió como un «versión de Guantánamo». Y del actual Kosovo dirigido, se dice, por bandas delictivas que trafican drogas, contrabando y mujeres que, modestamente, contribuyó a establecer. Pero de esto no habla. Pura casualidad, Frantisek Fleisman, el acompañante checo de Pellet en los últimos acontecimientos participó en la Cumbre de la OEA que tuvo lugar en San Pedro Sula, Honduras, del 2 al 3 de junio de 2009, en calidad de observador al lado del embajador checo en Costa Rica.
Si se hubiera quedado unos días más, hubiera presenciado el golpe de estado contra el presidente Manuel Zelaya.
Según el diario alemán Hamburger Abendblatt, Pellet ejerció la función de encargado de negocios de la Embajada alemana en Puerto Príncipe, Haití, después del reciente terremoto. Ahí se dedicó a situar lo que llamó las «bases» de las ayuda germánica.
Y ahora vuelve a aparecer en Cuba, dando cobertura a aquellas personas que defienden a los enemigos de la Revolución cubana.
A nombre de su interpretación «diplomática» de los «derechos humanos».
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