La única manera de luchar contra el capitalismo global y contra el imperialismo de EEUU, su principal impulsor y beneficiario, es enfrentarse con su lógica explotadora, depredadora y criminal e impedir que funcione en las empresas, en la sociedad, en las relaciones con la naturaleza y en las relaciones internacionales y que se implante como […]
La única manera de luchar contra el capitalismo global y contra el imperialismo de EEUU, su principal impulsor y beneficiario, es enfrentarse con su lógica explotadora, depredadora y criminal e impedir que funcione en las empresas, en la sociedad, en las relaciones con la naturaleza y en las relaciones internacionales y que se implante como un «alien» en nuestras propias formas de vida y en nuestros propios deseos.
EL NO PERO SÍ
LOS POSTMODERNOS: «Con el euro, la Unión Europea tiene la posibilidad de construir, transmitir y comunicar sistemas de valores. Si la moneda siempre ha tenido la capacidad de representar y constituir órdenes de valor, en la sociedad posfordista (es decir, aquella en la que la hegemonía del trabajo inmaterial se ha verificado definitivamente), el factor monetario no sólo pone de manifiesto sistemas de poder, sino también dispositivos de potencia cooperativa…». «¿Puede funcionar Europa como resistencia ideológica y política contra los golpistas neoliberales globales? ¿Puede ser el punto de partida de una especie de insurrección proliferante de propuestas democráticas y de solidaridad global? ¿Es posible una línea estratégica europeísta posmoderna, que, criticando la exportación de la modernidad llevada a cabo desde hace siglos por el capitalismo y por los estados-nación europeos, se plantee ahora el problema de la exportación de la libertad y la solidaridad? En torno a esta indicación, los movimientos deben hacer una elección democrática y federalista, que considere la construcción de la Europa política como un tránsito táctico en la estrategia constituyente de un orden global democrático.»[1]
Tras una lírica postmaterialista, esta argumentación defiende la «Europa Política» y por extensión, el VOTO SI a su Tratado Constitucional como una especie de «defensa», frente a EEUU. Ha contaminado a amplios sectores de la «intelligentzia» postmoderna: «… el imperialismo norteamericano no tiene de momento rivales … La vieja Europa ilustrada, la de la civilización, se quedó muda ante el éxito del vaquero tejano… Casi siempre lo mejor es enemigo de lo bueno y la hipótesis de una Europa política que le plante cara al imperio es una bendita posibilidad que no sólo apreciaríamos en el viejo continente, sino también más allá, en Palestina, en todo el Oriente Medio y allende las cañoneras tienen puestos sus ojos. Es para pensarlo«[2].
Pensémoslo: la única manera de luchar contra el capitalismo global y contra el imperialismo de EEUU, su principal impulsor y beneficiario, es enfrentarse con su lógica explotadora, depredadora y criminal e impedir que funcione en las empresas, en la sociedad, en las relaciones con la naturaleza y en las relaciones internacionales y que se implante como un «alien» en nuestras propias formas de vida y en nuestros propios deseos.
Quienes, desde la marginalidad, hacen política, preocupándose más de los pactos y contradicciones entre el capitalismo norteamericano «de derechas» y el capitalismo europeo «de izquierdas», o lo que es lo mismo, entre el PP y el PSOE, en lugar de preocuparse de los pactos y las contradicciones entre los muchos militantes que aún quedan y los millones de personas explotadas, humilladas, embrutecidas, excluidas y asesinadas por la Globalización, la Europa del Capital y la Guerra, se tragan el cuento de hadas de las «benditas soluciones».
Los únicos benditos son quienes, por afán de respetabilidad, olvidan que no habrá derechos humanos, democracia, ni izquierda, sin organizar la lucha de masas contra el capitalismo de derechas y el capitalismo de izquierdas que, en lo esencial, son, exactamente, la misma cosa.
Este maquiavelismo postmoderno de bolsillo, está sostenido hoy día, desde dentro de los movimientos sociales, por ciertos grupos embarcados en proyectos cuya viabilidad depende del coqueteo con la parte de la socialdemocracia que ejerce de autooposición y que les corteja cada día. Además del peaje antiterrorista que conllevan, estos atajos son un viaje a ninguna parte. Estamos esperando una explicación de quienes, rechazando la Constitución Europea, apoyan, editan y difunden a Negri y a sus epígonos como la «superación de la vieja izquierda» y también de quienes, desde el anticapitalismo nominal, parecen compartir la estructura argumental de la socialdemocracia que, postulándose como la alternativa frente a EEUU, nos pide el VOTO SI a la «Constitución Europea» o, en su defecto, el apoyo a la «Europa Política».
EL SÍ PERO NO
EL NACIONALISMO GLOBALIZADOR: El PNV ve a la Europa del Capital con idéntica ternura que el PP y el PSOE. Sin embargo, es una burguesía económicamente madura y políticamente subdesarrollada, sometida secularmente al nacionalismo españolista. Su proyecto es un estado vasco moderno, depredador de la naturaleza, privatizador y precarizador, con la misma dosis de desarollismo, trabajo basura y comida basura que ofrece la Europa del Euro. Les gustaría un estado vasco, pero no para defender los derechos sociales y las libertades, sino para someterlos, a mayor gloria de una Euskadi competitiva, orgullosamente inserta en la Europa del Capital.
Entre la autodeterminación y la Globalización, el PNV ha elegido la Europa del Capital, a pesar de que el «Tratado Constitucional» impide cualquier proceso de soberanía. Pero esta elección no disuelve el rechazo de sectores independentistas.
LA EXTREMA DERECHA: Su parte mayoritaria, aún dentro del PP, trata de explotar la no inclusión del cristianismo como identidad en la «Constitución Europea», las tensiones xenófobas derivadas del crecimiento de la población inmigrante en España y el castigo a ZP, votando NO a pesar de defender el Sí oficialmente.
En el Referéndum de la OTAN de Marzo de 1986, el PP, siendo el más pro OTAN, pidió la abstención sobre la «salida o no de España de dicha organización militar». Hoy, vuelve a aplicar uno de los principios de la política basura que consumimos con la etiqueta de democracia: «quédeme yo tuerto si dejo ciego a mi enemigo». El PSOE utiliza a fondo esta actitud: «Si el PP, la derecha, recela de la «Constitución Europea», pidiendo, subrepticiamente el NO, o la Abstención, eso quiere decir que la postura de izquierdas es defenderla con el VOTO SI».
LA IZQUIERDA CAPITALISTA: Es significativo el Sí pero NO desde dentro de la socialdemocracia. En el partido socialista francés, una corriente encabezada por Laurent Fabius, Michel Rocard y Pierre Mauroi ha defendido el VOTO NO argumentando que el Tratado Constitucional: 1) supone un golpe de gracia al modelo social francés; 2) facilita la hegemonía de Gran Bretaña que ve a Europa sólo como un gran mercado; 3) aumenta la amenaza de dumping[3] social y fiscal de los países del este de Europa[4] , lo que originará deslocalizaciones masivas; 4) amenaza con el desmantelamiento del sector público; 5) exige unanimidad para la modificación de la Constitución[5] .
Esta argumentación se deriva de la reflexión realizada en el PSF tras la derrota del gobierno socialista-comunista-verde a manos de la derecha y de la extrema derecha en las elecciones del 2002[6] . En el referéndum interno de noviembre de 2004, a la pregunta ¿aprueba usted la constitución europea, sí o no?, el 55% de los votantes respondieron SÍ. Aunque este resultado no resolvió la incógnita sobre la respuesta de la población francesa a la C.E., despejó el temor de fractura de la socialdemocracia francesa y europea.
Esta experiencia muestra la existencia de un VOTO NO a la «Constitución Europea» desde dentro de la izquierda capitalista, es decir desde la defensa de la globalización, la competitividad, la empleabilidad y el desmontaje de la protección social. Aunque el PSOE, como buque insignia de la socialdemocracia española, funciona, desde su apresurado montaje en la transición, mediante una adhesión inquebrantable a su Jefatura Nacional, no podemos olvidar sus «marcas» y «franquicias» de autooposición: Attac, Espacio Alternativo, la burocracia ecologista de Madrid, diversas ONGs, revistas y editoriales y… ¿tú quoque IU[7] ?
LA ABSTENCIÓN
La ABSTENCIÓN tiene poca relevancia política porque quienes podrían haberla convertido en la bandera del rechazo, están pasando la enfermedad infantil de «la unidad de la izquierda». Esto convierte en doblemente necesaria la defensa de dicha abstención como la forma de rechazo más racional y, paradójicamente, la que contiene más potencial participativo. «Lo que más les duele» es lo que contribuye a trazar una clara divisoria ideológica entre la izquierda capitalista, con los acompañantes que apuestan por ella como un atajo para superar su debilidad y un espacio anticapitalista autónomo, condición de posibilidad para un movimiento popular poderoso.
Algunos pretenden convertir el Movimiento Antiglobalización en una compulsiva sucesión de campañas sin memoria y sin pasado, lo que es igual que decir sin futuro, ni posibilidad de acumulación de experiencia, de vínculos entre los colectivos y de fuerza. Por eso, el contenido político de la campaña contra la «Constitución Europea» no debe partir de cero, sino tomar pié en las enormes movilizaciones «Contra la Globalización, la Europa del Capital y la Guerra» y en las causas de su desaparición. Estas movilizaciones condicionaron a la derecha y a la izquierda capitalista, pero acabaron siendo controladas por el PSOE a través de sus grupos filiales dentro del movimiento. Los portavoces de estos grupos, no quieren oír hablar del pasado, llegando a considerar como una invención el movimiento de masas más importante de los últimos 25 años.
La defensa de los derechos sociales, las libertades democráticas y el derecho de autodeterminación de los pueblos, no tienen nada que ver con la «Constitución Europea», con que el PSOE aventaje al PP en intención de voto o con que el PP pretenda hostigar al PSOE hasta hacerle adelantar las elecciones generales. Dependen, al igual que la existencia de la izquierda y de la democracia, de la movilización contra los daños de la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra. Una constitución social y democrática no puede salir del bipartidismo que sustenta la monarquía franquista, ni de los rituales de la democracia degenerada que padecemos, sino de superar dicha degeneración.
La abstención significa decir NO al Tratado, a la realidad política y social actual, a su proceso histórico y a los partidos e instituciones que lo promovieron y que nos piden el Sí. Pero también, significa el compromiso de reconstruir el movimiento antiglobalización sobre contenidos y formas organizativas independientes de la izquierda capitalista desde los procesos de lucha social.
EN DEFENSA DE LOS DERECHOS SOCIALES, LA DEMOCRACIA Y EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN. NO A LA CONSTITUCIÓN EUROPEA. LO QUE MAS LES DUELE: NO VAYAS A VOTAR.
Nota: Este artículo forma parte del libro: «Constitución(es). Autodeterminación(es). Movimiento Antiglobalización.», de próxima salida. Otros materiales: en la web del CAES www.nodo50.org/caes
[1] Toni Negri: «El Gobierno y las perspectivas de la política exterior de la Unión Europea en el marco global». Pag. 83-85 En ARCHIPIÉLAGO Núm. 58/2003.
[2] Editorial de Libre Pensamiento (sin firma) núm. 46 diciembre 2004
[3] «Dumping»: Vender un producto a un precio por debajo de sus costes de producción. «Dumping Social»: Aprovechar los bajos salarios que un país utiliza para producir más barato y ser más competitivo que nuestro propio país, lo que origina cierre de empresas y pérdida de nuestros puestos de trabajo.
[4] El impuesto de sociedades medio en estos países es del 25% mientras que en Francia es del 35%
[5] Artículo 7 de la Parte IV (Disposiciones generales y finales) de la «Constitución Europea»
[6] En dicha autocrítica, se negaba la posibilidad de realizar políticas keynesianas en un solo país y se defendía la refundación de la socialdemocracia a escala europea.
[7] ¿Tú también Izquierda Unida?