Habló Benedicto XVI de lo terreno ante la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana el pasado día 29 de mayo. Dijo que «advertía con gozo señales de un clima nuevo, más esperanzador y constructivo ligado al afianzamiento de relaciones más serenas entre las fuerzas políticas y las instituciones debido a una percepción más viva […]
Habló Benedicto XVI de lo terreno ante la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana el pasado día 29 de mayo. Dijo que «advertía con gozo señales de un clima nuevo, más esperanzador y constructivo ligado al afianzamiento de relaciones más serenas entre las fuerzas políticas y las instituciones debido a una percepción más viva de las responsabilidades comunes por el futuro de la Nación». «Conforta ver -añadió- que tal percepción parece extenderse al sentir del pueblo, al territorio y a las categorías sociales».
Al día siguiente, Vauro, caricaturista del periódico Il Manifesto, retrató al Santo Padre, feliz por el nuevo clima político, dando saltos de alegría y exclamando, casco de las SS en mano: «¡Me siento como si fuerra otrra ves un chaval!». La yuxtaposición de episodios de fascismo y racismo de la semana precedente no era para menos sarcasmo. Lean:
21/5: Dos hombres con la cabeza rapada y chaquetas negras persiguen y agreden a una transexual en un barrio de Roma. En el lugar había un coche patrulla que no interviene.
23/5: Hassan Nejl, tunecino de 38 años, muere en el Centro de Detención para Inmigrantes de Turín. Sus compañeros acusan a los médicos del centro de omisión de socorro: «Dijeron que era tarde, y lo dejaron morir».
24/5: Veinte jóvenes rompen escaparates de dos tiendas regentadas por bangladesíes en el barrio romano del Pigneto. Gritaban «sucios extranjeros» y «bastardos». La Jefatura de Policía sostiene que el incidente «carece de matriz política».
24/5: Agreden a Christian Floris, 24 años, locutor del sitio DeeGay.it. Dos personas le golpean la cabeza contra la pared y lo amenazan por ocuparse de temas ligados a la homosexualidad.
26/5: En su primer pleno municipal el nuevo alcalde de Roma revela su intención de dedicar una plaza a la figura de Giorgio Almirante, fundador en 1946 del MSI (Movimiento Sociale Italiano), racista convencido («se ha de poner freno a los mestizos y judíos») e implicado en un atentado terrorista de matriz fascista.
28/5: Siete heridos en un ataque escuadrista en la universidad de Roma La Sapienza. Un grupo de estudiantes de izquierda está arrancando carteles que los fascistas de Forza Nuova habían pegado durante la noche, cuando cuatro personas de más de 30 años bajan de un coche armados con palos. Uno de los detenidos es un dirigente de Forza Nuova que aparece en la película Nazirock. El alcalde de Roma minimiza la cuestión: «Esos incidentes no deben ser interpretados políticamente. En Roma no existe un clima de violencia. Se trata sólo de una pelea entre imbéciles peligrosos que deben ser aislados por sus gestos violentos y xenófobos». Walter Veltroni, líder de la oposición, advierte de que hay que estar «atentos al clima de odio».
28/5: El Presidente del Parlamento, Gianfranco Fini, en la presentación de los discursos de Almirante en el Parlamento, primero se avergüenza de las frases racistas que éste había escrito, para acto seguido alabar su actividad «por la democracia y la pacificación».
29/5: La Jefatura de Policía de Roma niega la autorización para celebrar, como venía siendo costumbre, en la Plaza de San Juan de Letrán el acto conclusivo del Orgullo Gay.
29/5: Agreden a Kledi, bailarín albanés que sale por televisión. Lo agarran del cuello, lo tumban y le dicen frases como «albanés de mierda» y «te despachamos para Albania».
29/5: Una sección de la guardia municipal de Milán emprende una «caza al clandestino» en los medios de transporte públicos de Milán; los montan en autobuses blindados; los identifican y los señalan a la Jefatura de Policía.
En el editorial de Radio Città Aperta (28-5-08) se interpreta así lo que está ocurriendo: «Lo que les interesa a los agresores es enrarecer el clima, bloquear la agilidad de los movimientos sociales, estudiantes e inmigrantes. Obligar a los activistas a cubrirse las espaldas y a preocuparse por su incolumidad antes que de construir conciencia, movilización y organización en los territorios» . De aplicar la tesis de La doctrina del choque de Naomi Klein a la atmósfera reinante en Italia, cabría afirmar que todo lo anterior no son más que sustos que impiden centrar la atención en el gran negocio que, a la chita callando, se va imponiendo en distintos órdenes de la vida: se hará el puente sobre el estrecho de Messina, se harán centrales nucleares, se hará el Tren de Alta Velocidad, se trasladarán las tropas italianas al sur de Afganistán si fuera necesario y se aumentarán los fondos del ejército, se privatizará Alitalia, se venderá patrimonio inmobiliario estatal, seguirá resolviéndose eternamente la emergencia de la basura de Nápoles… Como dijo la nueva presidenta de la Patronal: «Finalmente el país respira empresa».
Insiste la Política en que aquí no pasa nada. Insiste la política en que «hay que superar la contraposición ideológica de la posguerra». Insisten en igualarlo todo: fascismo y antifascismo; peleas y ataques de escuadrones; verdugos y víctimas. La persona que encabezó el ataque del Pigneto llevaba en el brazo un tatuaje del Che y se decía de izquierda: he ahí la prueba -dicen- de que todo es lo mismo, y de que en asunto de Seguridad no hay disputas. Es este el resultado de una larga operación ideológica que ha consistido en la identificación del inmigrante como causa del empobrecimiento de las clases medias. ( El Informe 2007 del Instituto Nacional de Estadística retrata un país en el que aumenta la distancia entre ricos y pobres, un país cada vez más pobre, con movimientos migratorios internos, un país que vive un «momento de dificultad económica con inversiones y consumos de las familias detenidos o en retroceso», un país en el que el 35% de los italianos percibe «inseguridad» pese a una disminución de los delitos).
Hace ya un año causó clamor mediático una carta publicada en el periódico La Repubblica en que una persona pedía «socorro» porque «era de izquierda, pero se estaba volviendo racista» . Se abría así un debate sobre la propiedad intelectual de la Seguridad y la Legalidad. El Manifiesto del nuevo Partito Democratico liderado por Walter Veltroni sentenciaba que la Seguridad no era ni de izquierdas ni de derechas. De ahí al linchamiento del extranjero como causa de todos los males poco faltaba; de ahí a que los neofascistas vencieran el pulso electoral había un paso. Ayer, Walter Veltroni reconocía finalmente que la situación italiana era alarmante, que la prensa extranjera indicaba señales de un incipiente racismo subestimado y se refugiaba en el sociólogo Bauman para explicar los temores de la sociedad italiana . Sin embargo, lo que subestima Veltroni en su afán santurrón es el rebrote fascista. Según la documentación recogida en el sitio Isole nella rete, en Italia, entre enero de 2005 y abril de 2008 se han documentado al menos 262 agresiones de carácter fascista. Las agresiones las clasifican como sigue: 88 ataques a sedes de centros sociales /sedes militantes/ sedes de partidos/sindicatos; 98 agresiones a compañeros, militantes, antifascistas o personas que se encontraban en centros sociales; 76 agresiones a inmigrantes, homosexuales, testigos de Jehová, periodistas. Subestima Veltroni la presencia de partidos neofascistas no sólo en la coalición de Berlusconi, sino también en el Parlamento Europeo; subestima Veltroni la victoria en las elecciones estudiantiles de las listas neofascistas; subestima Veltroni la red internacional que en sordina mediática han urdido los neofascistas.
Por suerte, hay quien ha ocupado su tiempo para que la extrema derecha nos preocupe. Es este el caso de Claudio Lazzaro, autor del documental Nazirock, una película que «debería no existir», pero «la incitación al odio racial y a la violencia contra las instituciones, el antisemitismo, la negación instrumental y venenosa de la historia -dice Lazzaro- son cosas que una democracia no puede permitirse si quiere sobrevivir». Así como tampoco podemos permitirnos comportarnos de modo racista con esos jóvenes fascistas. Decía Pasolini en 1974 y lo recuerda ahora Lazzaro: «De prisa y sin piedad hemos querido creer que estaban predestinados racistamente a ser fascistas… Ninguno de nosotros ha hablado jamás ni con ellos ni a ellos. Les hemos aceptado enseguida como representantes inevitables del Mal». Lazzaro sigue el aviso pasoliniano: habla con ellos, les pone un espejo delante en el que se ve, entre otras cosas, a Roberto Fiore, líder de Forza Nuova, invocando desde su púlpito de integrista católico a San Miguel Arcángel y su espada para que les guíe en su lucha contra las fuerzas del mal; se ven las camisas azules de la Falange Española; se ve al portavoz de la NDP alemana mentando al paro y a los inmigrantes que la causan…
El primer paso ya está dado. Han hablado los fascistas. Los hemos escuchado. Toca ahora explicarles que el causante de su pobreza no es tanto el inmigrante cuanto Berlusconi, el cual, como quien no quiere la cosa, se acaba de conceder un caprichito más: otra mansión, esta vez en la Toscana, de 800 hectáreas por valor de 18 millones de €. Basta explicarles que esta crisis no ha hecho más que empezar. Que es el fin de la economía del petróleo, y que nada se soluciona recurriendo a la guerra entre pobres. Que las guerras, de hacerlas, hay que hacérselas a los ricos, unidos los pobres.