Thomas Guénolé (París, 1982) es un spin doctor, un consejero político. No tardó ni cinco minutos en aceptar esta entrevista en una cafetería al lado de la facultad de Sciences Po de París, donde ejerce como profesor. Esta disponibilidad es fruto de su presencia habitual en los diarios o en los platós de la televisión […]
Thomas Guénolé (París, 1982) es un spin doctor, un consejero político. No tardó ni cinco minutos en aceptar esta entrevista en una cafetería al lado de la facultad de Sciences Po de París, donde ejerce como profesor. Esta disponibilidad es fruto de su presencia habitual en los diarios o en los platós de la televisión francesa en horarios de máxima audiencia. En un paisaje mediático en el que resultan habituales las tesis de intelectuales reaccionarios como Éric Zemmour o Alain Finkielkraut, Guénolé ha sabido transmitir una visión progresista sobre la globalización y las minorías, dos cuestiones recurrentes en el debate político francés. Aborda estos temas en sus dos últimas obras: La mondialisation malheureuse (2016) e Islamopsychose (2017).
Para Guénolé, son estos dos ejes políticos -la mundialización y las minorías- los que explican la fragmentación actual del paisaje político en Francia. Cuando faltan menos de dos meses para las elecciones presidenciales, hasta cinco candidatos tienen opciones para alcanzar la segunda vuelta: Marine Le Pen (extrema derecha), François Fillon (derecha republicana), Emmanuel Macron (centrista), Benoît Hamon (socialista) y Jean-Luc Mélenchon (izquierda republicana y ecologista). Esta fragmentación resulta inédita en un país de tradición bipartidista y refleja una incipiente crisis de régimen. Un sistema que se ve alterado, según Guénolé, «por la voluntad muy fuerte entre los perdedores de la globalización por sacudir el tablero político».
-A menos de dos meses para las presidenciales, cinco candidatos tienen opciones para clasificarse para la segunda vuelta. Un hecho inédito en Francia. ¿Cómo explica esta fragmentación del sistema político?
-El duelo habitual entre la izquierda y la derecha ha sido alterado. Está sucediendo una cosa poco habitual. Tanto el candidato de la derecha como el de la izquierda llegan desestabilizados. Hay un candidato socialista del partido que está en el gobierno que está muy debilitado, porque François Hollande deja un balance muy difícil de defender. Además, hay una fractura ideológica muy profunda entre los votantes socialistas favorables a la globalización y los votantes socialistas que son altermundialistas. Luego está el candidato de la derecha tradicional, François Fillon. Este construyó su candidatura en torno al valor del trabajo, el rechazo al asistencialismo, el sacrificio y la honestidad. De repente, nos enteramos de que pagó lo que quiso (en torno a 1 millón de euros) a su mujer con el dinero del Estado. Es una ruptura de imagen total. Incluso entre los votantes de la derecha.
-Más allá de la debilidad de los partidos tradicionales. ¿Cuáles son las principales diferencias ideológicas entre estos cinco candidatos?
-Hay dos cuestiones que estructuran actualmente el paisaje político francés. La globalización y las minorías. Es decir, los pobres de la banlieue (barrios periféricos), los inmigrantes de origen magrebí. Pero también las minorías LGBT. Hay estas dos cuestiones estructurales y cuatro ofertas políticas posibles. La oferta abierta con las minorías y proteccionista respecto a la mundialización es la oferta altermundialista, de Mélenchon. Benoît Hamon intenta quitarle este espacio. También está la oferta abierta con las minorías y pro-mundialización, Macron. Luego, tienes la opción favorable a la mundialización, pero hostil con las minorías: Fillon. Finalmente, está la oferta hostil con las minorías y proteccionista: Le Pen. Esto es la cuatripolarización del paisaje político francés.
-¿Por qué la globalización favorece esta fragmentación del sistema político francés?
-El sociólogo británico Guy Standing ha desarrollado la noción de precariado como clase social. El precariado es una clase social que se encuentra en la incertidumbre permanente, no tiene acceso a un empleo estable ni a una situación profesional estable. El precariado en Francia representa la mitad de la población. Esto se refleja en una división entre los vencedores y los perdedores de la globalización. Estos últimos dejan de votar o bien votan a Le Pen o dudan entre Mélenchon y Hamon. Hay una voluntad muy fuerte entre los perdedores de la globalización de sacudir el tablero político.
-Además de los efectos de la globalización, las distintas posiciones respecto a la UE dividen a los partidos.
-La mayoría de los franceses están hartos de la Unión Europea bajo su forma actual. La única cosa que permite que no haya una voluntad masiva de un Frexit [salida del país de la UE] es que la mayoría de los franceses están en contra de la UE, pero quieren seguir formando parte de la construcción europea. El 54% de los franceses votaron en referéndum en contra de todos los tratados europeos. Porque la Constitución europea de 2005 incluía todos los tratados: Maastricht, Ámsterdam, Lisboa… Y los franceses dijeron no.
-Durante los últimos años se ha repetido de forma recurrente la teoría de la derechización, la idea de que la sociedad francesa se ha vuelto más conservadora a causa de la parálisis económica y los atentados yihadistas. ¿Es esto cierto?
-No creo que haya habido una derechización de la sociedad francesa. Lo que ha sucedido es una radicalización de los franceses en cada uno de los espacios políticos. Los franceses de extrema derecha son cada vez más xenófobos. Los franceses de derechas son cada vez más conservadores respecto a los temas sociales y favorables a la desregulación económica. Los franceses centristas son cada vez más radicales en su entusiasmo respecto a Macron. Los electores del Partido Socialista están cada vez más divididos entre los que son pro-mundialización y los altermundialistas. No hay una derechización, pero sí una radicalización de cada bloque de electores, cada uno en su pasillo.
-¿Esto significa que la mayoría de los electores no estarán satisfechos con el próximo presidente?
-El futuro presidente francés tendrá a tres cuartas partes del electorado en contra. A causa de la cuatripolarización del paisaje político francés, tres cuartas partes de los votantes estarán descontentos del presidente y su política. Para evitarlo, deberíamos escoger a los diputados a través de un sistema electoral proporcional. Esto forzaría a que hubiera una coalición realmente representativa.
-Uno de los candidatos que más se está beneficiando de la fragmentación del sistema político es Emmanuel Macron, que se presenta sin el apoyo de ningún partido convencional. ¿Cómo explica el éxito de su candidatura?
-La debilidad de los candidatos de la derecha y la izquierda abre el camino a Macron, que es en realidad un candidato de centro derecha. Algunos votantes de izquierdas que quieren votarlo no quieren verlo como un candidato de centro derecha. Pero Macron no es de izquierdas, ni de centro izquierda. Defiende la misma posición central que defendía François Bayrou en 2007 [el líder del actual Movimiento Demócrata resultó entonces el tercer candidato más votado, con un 18% de los votos]. Cuando el candidato del Partido Socialista se debilita, Macron da un volantazo hacia la izquierda. Cuando se debilita el candidato conservador, Macron da un volantazo hacia la derecha. Pero como ocupa un espacio central, su electorado es el más inestable.
-¿Cuáles son las debilidades principales de la candidatura de Macron?
-La principal debilidad de Macron es su inconsistencia. No transmite ni una visión clara, ni unos valores claros, ni unas propuestas claras. Construye simplemente una marca, como construiríamos la marca de un producto de consumo de masas. Practica el marketing electoral puro y duro. Dirige un eslogan a una categoría de electores, segmento por segmento, de la misma forma que una empresa se focaliza en partes del mercado. Su punto débil es que se trata de una candidatura oportunista e inconsistente.
-En el caso de una hipotética segunda vuelta entre Le Pen y Macron, ¿volverá a repetirse el famoso frente republicano (la alianza entre la izquierda y la derecha republicana) para evitar que el FN gane? ¿O los votantes conservadores se sentirán atraídos por el discurso xenófobo de Le Pen?
-Independientemente de quién sea el adversario de Le Pen, estoy convencido de que el frente republicano será suficientemente potente para impedir que la extrema derecha gane. Las elecciones regionales de 2015 lo volvieron a demostrar. En una segunda vuelta en la que se confronten el FN y otro partido, el FN será ampliamente vencido.
-Según usted, hay dos candidatos que se disputan la misma oferta política altermundialista: Mélenchon y Hamon. Pero el acuerdo entre ellos dos resulta improbable. ¿Por qué?
-Hay una competición por el liderazgo de la izquierda. Una alianza para las elecciones legislativas de junio aún resulta posible, pero no lo es una candidatura única para las presidenciales. Benoît Hamon dice: debemos tener un candidato único para las elecciones presidenciales, pero esto significa que el candidato único tengo que ser yo. Mélenchon ha dicho más o menos lo mismo. Ni Hamon ni Mélenchon renunciarán a sus respectivas candidaturas. La cuestión principal es cuál de los dos conseguirá fagocitar el electorado del otro. Y si lo hace, lo absorberá con suficiente fuerza para alcanzar la segunda vuelta de las presidenciales.
-Además de la disputa por el liderazgo de la izquierda, Mélenchon y Hamon tampoco coinciden respecto a su posición sobre la UE. ¿Cómo dificulta la unidad de la izquierda esta posición divergente sobre las instituciones europeas?
-Benoît Hamon quiere promover otra política europea que sea más de izquierdas, pero sin confrontarse con las instituciones europeas. Dice que quiere superar los límites del déficit, pero que no se confrontará con Bruselas, porque quiere conservar la construcción europea. Sin embargo, Mélenchon dice que esto no es posible, que es una tomadura de pelo. Recuerda que se trata del mismo discurso del Bourget que hizo François Hollande en enero de 2012. Un discurso en el que Hollande prometió reformar Europa y finalmente no pudo renegociar nada.
-La propuesta estrella de la candidatura de Hamon es la renta básica universal (RBU). ¿Resulta posible construir una mayoría electoral en torno a una propuesta tan innovadora como polémica, como la RBU?
-Sí que lo es. Ya hay un 40% de los franceses favorable a esta medida. La explicación es el aumento del precariado. Este fenómeno ha provocado que un cierto número de intelectuales apueste por esta medida, ya que, si no se apuesta por este tipo de medidas, las sociedades de los países ricos explotarán una detrás de otra. Esto significa la llegada al poder de dirigentes como Donald Trump. Una parte de las élites económicas que se benefician de la mondialisation malheureuse (la globalización desafortunada), como Facebook, apoya la renta básica universal. Cree que o bien hacen una concesión masiva al precariado o el sistema será derribado.
Además, la renta básica representa un cambio de paradigma. El modelo de todos los partidos, también los de izquierdas, era desarrollar las políticas que aportan crecimiento económico. Las diferencias se debían a la manera en la que se repartía la riqueza, pero no sobre la necesidad de impulsar el crecimiento. Lo que aporta Hamon de inesperado es que no quiere promover el crecimiento, ya que este no resulta sostenible desde un punto de vista ecológico. Los niveles de riqueza resultan estables y hay que hacer que las sociedades sean menos desiguales. La herramienta para ello es la renta básica universal. Es un cambio de perspectiva sin precedentes en Francia.
-Pero Mélenchon también defiende este discurso ecologista.
-Mélenchon rechaza seguir por el sendero del crecimiento y quiere una economía verde. Pero con la diferencia de que reivindica una planificación ecologista. Que el Estado recupere el control de la economía para planificar el abandono del despilfarro y el consumismo. Hay dos candidatos de izquierdas y los dos son ecologistas. Es algo completamente nuevo en Francia.
-Numerosos analistas políticos aseguran que el electorado de Mélenchon resulta estable y limitado. ¿El líder de la izquierda radical tiene alguna oportunidad para clasificarse para la segunda vuelta?
-Sí que tiene opciones de llegar a la segunda vuelta de las presidenciales. Porque tiene una dinámica en las redes sociales y en los mítines que es realmente masiva. O bien se trata de un grupo de incondicionales muy movilizado que le permitirá obtener un 10% o un 15% de los votos. O bien se está produciendo una dinámica en torno a él, una ola que le puede permitir sobrepasar el 20% de los votos. Hubo estudios en 2012 que mostraron que un votante de cada diez dudó hasta el último momento entre Hollande y Mélenchon.