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¡Chao!, Blair, ¡Chao!

El zombi de Bush se arrastra fuera de la escena

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


El éxito de Tony Blair se limitó a ganar tres elecciones generales seguidas. Actor de segunda, resultó ser un hábil y ambicioso político, pero sin mucha sustancia; carente de ideas se aferró con empeño y trató de mejorarlo, al legado de Margaret Thatcher. Pero aunque de muchas maneras el programa de Blair ha sido una versión pudibunda, aunque más sangrienta, del de Thatcher, el estilo de sus salidas ha sido muy diferente. El derrocamiento de Thatcher por sus conservadores, fue un asunto muy dramático: un anuncio fuera de la pirámide de cristal del Louvre durante el Congreso de París presentando el fin de la Guerra Fría; lágrimas; una Cámara de los Comunes abarrotada. Blair hace su involuntaria salida ante un trasfondo de coches bomba y de carnicería masiva en Iraq, con cientos de miles de muertos o mutilados por sus políticas, y con Londres como objetivo central de ataques terroristas. Los partidarios de Thatcher se describieron posteriormente como horrorizados por lo que habían hecho. Incluso los principales aduladores de Blair en los medios británicos: Martin Kettle y Michael White (The Guardian), Andrew Rawnsley (Observer), Philip Stephens (FT) confiesan que sienten un sentido de alivio porque por fin se va.

Como auténtica criatura del Consenso de Washington, Blair siempre fue leal a los diversos ocupantes de la Casa Blanca. En Europa, prefirió a Aznar a Zapatero, a Merkel a Schroeder; lo impresionó fuertemente Berlusconi y, más recientemente, no guardó para sí que Sarkozy era su preferido en Francia. Comprendió que la privatización /desregulación en casa formaba parte del mismo mecanismo que las guerras en el exterior. Si esta opinión parece demasiado dura, permítanme que cite a Sir Rodric Braithwaite, antiguo asesor sénior de Blair, escribiendo en el Financial Times el 2 de agosto de 2006:

«Un espectro acecha en la televisión británica, un zombi raído y pálido que sale directo de Madame Tussaud’s. Este, sorprendentemente, parece vivir y respirar. Tal vez provenga de la caja de trucos técnicos de la Agencia Central de Inteligencia, programado para eyectar el lenguaje de la Casa Blanca con un artificial acento inglés…

«Mr. Blair ha hecho más daño a los intereses británicos en Oriente Próximo que Anthony Eden, que llevó al Reino Unido al desastre en Suez hace 50 años. En los últimos 50 años – para mencionar lo más destacado – hemos bombardeado y ocupado Egipto e Iraq, reprimido un levantamiento árabe en Palestina y derrocado gobiernos en Irán, Iraq y el Golfo. Ya no podemos hacer solos esas cosas, así que las hacemos con los estadounidenses. La identificación total de Mr. Blair con la Casa Blanca ha destruido su influencia en Washington, Europa y en el propio Oriente Próximo: ¿quién se preocupa del macaco si puede hablar directamente con el organillero?… «

Esto, también, es benigno, comparado con lo que dicen sobre Blair en el Foreign Office (ministerio de exteriores británico, N. del T.) y en el Ministerio de Defensa. Altos diplomáticos me dijeron en más de una ocasión que no les molestaría demasiado si Blair fuera juzgado como criminal de guerra. Críticos más cultivados a veces lo comparan con el Cavaliere Cipolia, el vil hipnotizador de la Italia fascista, tan brillantemente descrito en la novela de Thomas Mann de 1929 «Mario y el mago». Es seguro que Blair no es Mussolini, pero como al Duce le gustaba dirigir y humillar simultáneamente a sus partidarios.

Lo que revela gran parte de esto es cólera e impotencia. No existe un mecanismo para librarse de un Primer Ministro en su puesto a menos que el partido de él o ella le niegue su confianza. La dirigencia conservadora decidió que Thatcher simplemente debía irse por su actitud negativa hacia Europa. Los laboristas tienden as ser más sentimentales hacia sus dirigentes y en este caso le debían tanto a Blair que nadie cercano a él quería que le asignaran el papel de Bruto. Al final terminó por decidirse a partir. El desastre en Iraq lo convirtió en un político muy odiado y lentamente comenzó a perder apoyo. Un motivo para la lentitud es que el país no cuenta con una oposición seria. En el parlamento, los conservadores simplemente seguían a Blair. Los liberal-demócratas fueron inefectivos. Blair había resumido la actitud de Gran Bretaña frente a Europa en Niza en 2000:

«Es posible, a nuestro juicio, pelear desde la esquina de Gran Bretaña, sacar lo mejor de Europa para Gran Bretaña y ejercer verdadera autoridad e influencia en Europa. Es como debe ser: Gran Bretaña es una potencia mundial.»

Esta grotesca fantasía interesada de que ‘Gran Bretaña es una potencia mundial’ es utilizada para justificar que habrá siempre la Unión Europea y el Reino Unido. La verdadera unión es con Washington. Francia y Alemania son vistas como rivales por el afecto de Washington, no potenciales aliados en una UE independiente. La decisión francesa de reintegrarse a la OTAN y de presentarse como el más vigoroso aliado de USA fue un cambio estructural serio que debilitó a Europa. Gran Bretaña reaccionó alentando un orden político fragmentado en Europa mediante la expansión e insistió en una presencia permanente de USA en el continente.

El sucesor ungido y odiado a medias, Gordon Brown, es mucho más inteligente (lee libros) pero no es diferente desde el punto de vista político. Podrá haber un cambio de tono, pero poco más. Es una perspectiva sombría con o sin Blair y una política alternativa (contra la guerra, contra los Trident [sistema de submarinos nucleares, N. del T.], defensa de servicios públicos) se limita a los partidos nacionalistas en Escocia y el País de Gales. Su ausencia a escala nacional alimenta la cólera sentida por sustanciales sectores de la población, reflejada en su voto (o no) contra los que están en el poder.

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El nuevo libro de Tariq Ali «Pirates of the Caribbean: Axis of Hope,» es publicado por Verso. Para contactos escriba a: [email protected]

http://www.counterpunch.org/tariq05102007.html