Traducido del francés por Anahí Seri
Tras la victoria incontestable en las elecciones presidenciales francesas del derechista Sarkozy, nuevo inquilino del Palacio del Elíseo durante los próximos cinco años, cualquier candidato que hubiera recibido sólo el 4, 11 % de los votos escrutados no estaría en situación de echar las campanas al vuelo. Salvo si se llama Olivier Besancenot, es «100 % de izquierda», cartero, tiene apenas 33 años (cumplidos el 18 de abril) y puede enorgullecerse de contar con el voto de 1.494.391 ciudadanos franceses. La prensa le ha puesto el apodo de «Gavroche revolucionario» [1]. No solamente ha cumplido lo que prometía (con 280.000 votos más que en 2002), lo cual no es el caso de Ségolène Royal, la candidata del Partido Socialista (PSF, centro izquierda), sino que se ha convertido en el líder de la izquierda llamada antiliberal o radical, pasando claramente por delante de otros aspirantes de la misma tendencia: Marie-George Buffet (secretaria nacional del Partido Comunista, 1, 94 %), Arlette Laguiller (Lucha Obrera, 1,34 %) y José Bové (1,32 %).
Desde hacía varias décadas, a la izquierda del PS estaba el PCF, fuerza electoral histórica desde finales de los años cuarenta, interlocutor número 1 del PSF desde 1972 (año en que se firmó el Programa común de la izquierda, 1972-1980) en el momento de constituir una coalición de gobierno. Fue la victoria de la izquierda en 1981 frente al conservador Valéry Giscard d’Estaing. El PCF aportó su 15,34 % de los votos al PS (25, 85 %) de François Mitterrand, primer presidente llamado de izquierda. El idilio sólo duró tres años, pues los cuatro ministros comunistas dimitieron. Con ocasión de las legislativas anticipadas de 1997, marcadas por una victoria PSF-PCF, cuatro comunistas (entre ellos la Buffet) pasaron a formar parte del gobierno de Lionel Jospin (PSF). Entretanto, el PCF sólo había obtenido el 8,64 % en las presidenciales de 1995, descenso que se confirmó en 2002 (3,37 %) con el mismo candidato, Robert Hue, de secretario nacional (1994-2001).
Este breve recordatorio tenía la finalidad de subrayar que las elecciones presidenciales de 2007 ratificaron el fracaso del PCF en una carrera enloquecida y vana por «recoger las migajas», obteniendo Buffet el peor resultado (1,94 %) de toda la historia del PCF.
Ahora, a la izquierda del PSF hay un joven cartero (en Neuilly-sur-Seine, municipio donde vive… Sarkozy), asalariado, que se acoge a un permiso sin sueldo cuando «hace» política y que es el único que muestra aspiraciones anticapitalistas.
El cartero, a quien no se percibe como un profesional de la política, sonó ya por primera vez en 2002, pero fue ampliamente superado por Arlette Laguiller y su 5,72 %, su bastón de mando, lejos del 0,81 % de sus comienzos en 1974.
Así pues, siete años más tarde, Olivier Besancenot es el único que ha sobrevivido al retroceso electoral de las fuerzas antiliberales que obtuvieron unos pobres resultados (9 % de los votos en total, frente al 13,81% en 2002).
Sin embargo, como único líder a la izquierda del PSF, Besancenot no está dispuesto a negociar cualquier cosa con un PSF, que además está debilitado y desestructurado y que probablemente va a buscar sus raciones de supervivencia en la escudilla de centro derecha de Bayrou, ante la perspectiva de las próximas legislativas (10 y17 de junio próximo). En esta izquierda radical, con O. B. como líder natural, no se puede ni pensar en hacer palanca en un gobierno social liberal, aunque lleve la etiqueta de salud pública.
«Se lo ha identificado bien con las cuestiones sociales y con una política de independencia frente al PSF, lo cual no es el caso de los demás», comentó uno de sus consejeros, F F rançois Sabado, para quien el joven Besancenot corresponde a la nueva generación de militantes de luchas altermundistas. «Yo sabía que había que pasar la página de los militantes de toda la vida y fijarse en los jóvenes enmarcados en su medio profesional», explicó.
«Ha constituido una candidatura sólida. Es un gran éxito, pero ahora habrá que cristalizar lo que se ha sembrado», manifestó el filósofo y dirigente histórico de extrema izquierda Daniel Bensaïd.
En efecto, al día siguiente de esta «victoria», Olivier Besancenot tuvo que acometer dos tareas simultáneas, inmediatamente después de una brecha inesperada a la izquierda de la izquierda del gobierno que, para un millón y medio de electores, ha resultado ser un portavoz creíble, convincente y decidido sobre temas «olvidados» o temas que la izquierda institucional apenas se atreve a tocar, dada su cautela para no asustar a los famosos «indecisos», quienes, de todos modos, habían ya abandonado el PSF para decantarse por el sector menos incisivo del abanico político.
En las paredes de la sede de la Liga Comunista Revolucionaria (situada en el bulevar Richard-Lenoir en Montreuil-sous-Bois de los alrededores de París) hay retratos de Marx, Trotski y el Che Guevara. Laurent Chauvel, simpatizante de la LCR, dice: «De acuerdo, resulta un poco nostálgico. Besancenot dice que si él tuviera que elegir, optaría por el Che. Esa vertiente antiautoritaria es lo mejor que tiene.»
LCR: Liga Comunista Revolucionaria y… de obediencia trotskista, llamada así porque surgió de la sección francesa de la IV Internacional (1938) y, más recientemente, de una organización creada por el «izquierdista» Alain Krivine en 1966, después de su exclusión del PCF, en el que militaba desde 1959. Su organización adoptó primero el nombre de JCR, Juventud Comunista Revolucionaria, disuelta en junio de 1968 (tras los acontecimientos de mayo), luego el de Liga Comunista en 1969, antes de llamarse LCR en 1974. La LCR 2007, como la de 1974, sigue siendo una pequeña organización de extrema izquierda con unos 4000 afiliados (65 % de asalariados de empresa y 20 % de docentes), pero que cuenta con varios miles de simpatizantes organizados y activos. El 80 % de los militantes están sindicados.
Olivier Besancenot es el portavoz de la LCR desde hace 5 años, tras la dimisión de Alain Krivine, jefe histórico, figura de mayo del 68, elegido eurodiputado en 1999.
Pero no es como tal que ha llegado a ser candidato. Hay que recordar que una candidatura es individual, con el apoyo de un partido, de una organización, de un movimiento, político o no.
Por ello, no es el militante trotskista que desarrolla un discurso trotskista quien ha obtenido el 4, 11 % de los votos, sino un joven militante radical, atípico, que dice las cosas claras y con contundencia y asegura «que un mundo mejor es posible».
Y quien, gracias también a unas evidentes cualidades para el debate y la oratoria, ha hallado unas palabras, unas expresiones, unas explicaciones de hoy en día que respondían a «la necesidad de una nueva fuerza anticapitalista» expresada por ciudadanos que no son necesariamente trotskistas, ni revolucionarios como los del siglo XX.
De acuerdo con una semblanza de Besancenot escrita por un periodista extranjero, el cartero no reivindica la herencia de León Trotsky, sino que más bien evoca la Comuna de París, habla de Rosa Luxemburgo, de Louise Michel. «Yo no soy ni trotskista, ni guevarista, ni luxemburguista, dice, «soy revolucionario. Y la revolución hay que reinventarla.»
Este periodista belga plantea la pregunta falsamente ingenua: «¿La LCR y Besancenot ya no son, entonces, trotskistas? Esto se vende mal como noticia exclusiva.» – «El trotskismo se define por oposición al estalinismo», dice Besancenot, y «cada vez hay menos estalinistas». Por consiguiente, cada vez menos trotskistas… lo cual estaba por demostrar. El ideal revolucionario es, ciertamente, minoritario, va a contracorriente de nuestra época, la cual ha renunciado a las utopías, reconoc e O O livier Besancenot. Pero añade que «este ideal se dirige a determinados sectores de la juventud y de los asalariados que tienen ganas de soñar y no aceptan la idea que todo esté predeterminado…».
Con cara redonda de adolescente, conocido por sus camisetas negras, suele llevar pantalones vaqueros y zapatillas de deporte; Besancenot, «un asalariado como tantos otros», no hace más que amplificar lo que piensa y dice un grupo de edad que no ve ninguna salida en los discursos de las juventudes del PSF o del PCF y un importante margen de asalariados que las políticas liberales de Mitterrand y Chirac han puesto en situación frágil y precaria.
Es el único, o casi el único («Arlette» también), de la extrema izquierda que ha anunciado su color, luciendo, tanto en sentido propio como figurado, sus colores habituales, entre los que domina el rojo.
Al mismo tiempo, la Buffet, quien corre el riesgo de que se le pidan responsabilidades por su desacuerdo con el PCF, eliminaba el color rojo de todos sus mítines, a favor del color naranja, después de haber decidido que los colores y signos del PCF no debían figurar claramente en sus carteles, algo que bastantes ortodoxos le siguen reprochando. «Comunista, pero sin decirlo», comentó sobre ella un corresponsal en Francia de la prensa extranjera.
Si bien no tiene nada de malo dejar de lado la etiqueta de trotskista (a diferencia de «Arlette», también trotskista, pero frecuentemente acusada de dogmatismo), que hasta ahora no le ha supuesto ninguna desventaja, puesto que no ha borrado el espíritu de todos los que han votado por él, la segunda tarea de Olivier Besancenot, y la más importantes, será proponer una nueva organización.
Sus resultados «plantean problemas a la hora de construir la organización», ha valorado un dirigente. «Cristalizar», decía Bensaïd. Un miembro de la oficina política de la LCR, Pierre-François Grond, piensa que sus resultados «plantean ahora el problema de transformar la LCR en un auténtico partido político que esté en condiciones de acoger a un público que va más allá de las pequeñas formaciones de extrema izquierda clásica».
Padre de un niño de corta edad, Si Besancenot -que es padre de un niño de corta edad- trabaja en Correos es porque forma parte de quienes no han encontrado un trabajo que se ajuste a su formación y son víctimas de un declive social. Tiene una licenciatura y un máster en Historia contemporánea. ¿Ha hecho todo lo posible por conseguir un puesto de docente? Es posible que, bajo la presión de tener que obtener un trabajo y un sueldo, se haya presentado, con éxito, a las oposiciones de Correos.
Mañana, volverá a sus recorridos y a sus entregas postales. Después de haber enviado unos cuantos telegramas, 1,5 millones de destinatarios han acusado recepción.
No tiene más que transformar su intento. Las legislativas son para mañana. ¿Antes de transformar la sociedad? Eso es otra historia.
Para sus adentros, Besancenot -igual que sus amigos- hubiera preferido a «cualquiera salvo Sarkozy» o, dicho de otro modo en este caso, la victoria de Royal. Hoy en día, la izquierda radical no puede contentarse con una postura contestataria, con una cierta «comodidad» a la izquierda de la izquierda. Si hemos de creer a Besancenot, pasará a la acción.
¿Pero unida? Eso significaría que lo que queda del PCF se basa en la nueva organización. Pero el PCF tiene una tarea urgente y capital: conservar su grupo parlamentario en la Asamblea Nacional.
Es sabido que la LCR ha previsto presentar casi 450 candidatos para las legislativas. Por su parte, el PCF se beneficia tradicionalmente de una buena implantación en todo el territorio. Puede «salvar los muebles» de la casa familiar. Durante ese tiempo, las negociaciones se llevarán a cabo sin él: la izquierda tibia del PSF y el centro blando que es el movimiento de Bayrou van a ir a la caza de una improbable mayoría legislativa.
Si la UMP de Sarkozy triunfara en las legislativas de junio, no parecería exagerado decir que los contrarios a Sarkozy tendrían que esperar diez años, salvo accidente, teniendo como única alternativa unas cuantas «terceras vueltas» sociales. En la calle. No será suficiente para quitarle el sueño a Sarkozy.
Nota de la traductora
[1] Gavroche, personaje de la novela Los Miserables, de Victor Hugo, arquetipo del niño callejero de París.
Michel Porcheron es un periodista francés residente en Cuba.
Anahí Seri es miembro de Cubadebate y Rebelión.