Luigi Ferrajoli requiere poca presentación. Jurista de enorme prestigio, autor de decenas de artículos y libros sobre teoría del derecho y democracia, ambos temas fueron tratados extensamente en su obra fundamental, Principia iuris: teoria del diritto e della democracia, publicada en2007. Ferrajoli está en Costa Rica, donde ha sido invitado para dar conferencias en universidades […]
Luigi Ferrajoli requiere poca presentación. Jurista de enorme prestigio, autor de decenas de artículos y libros sobre teoría del derecho y democracia, ambos temas fueron tratados extensamente en su obra fundamental, Principia iuris: teoria del diritto e della democracia, publicada en2007.
Ferrajoli está en Costa Rica, donde ha sido invitado para dar conferencias en universidades públicas y privadas.
En entrevista concedida en San José, antes del referéndum del domingo en Grecia, advirtió sobre los peligros que corre una Europa sometida a políticas de austeridad, donde «la norma fundamental es hoy la ley del mercado».
Gilberto Lopes – Europa se enfrenta al debate sobre una salida a la crisis griega. En su opinión, ¿qué es lo que está en juego en Grecia?
Luigi Ferrajoli – La cuestión griega, junto con la inmigración, son los dos casos sobre los cuales se arriesga el colapso de Europa.
Europa ha sido creada como una comunidad de estados conectados por los derechos humanos, la igualdad, y ahora, con la política de austeridad contra los griegos y una política que crea una fortaleza europea contra los inmigrantes, todos estos valores han sido puestos en duda.
En todos los países de la UE se ha producido una inversión de la relación política-economía. La verdadera norma fundamental es hoy la ley del mercado.
El caso griego es paradigmático. No se puede explicar la dureza con la cual se ha tratado lo que es un pequeño problema económico, pues Grecia representa apenas el 2% del Producto Interno Bruto (PIB) de la UE. No hay otra explicación para ese tratamiento que la necesidad de normalizar una anomalía: la anomalía Tsipras. El primado de los derechos sociales sobre los derechos del mercado es una anomalía que debe ser corregida.
GL – ¿Cómo se explica esa dureza, esa afán de someter a Grecia a un programa que ha hundido el país en la crisis desde su aplicación en 2010?
LF – Se ha producido en Europa una verdadera inversión de la jerarquía democrática, de los poderes. La política se ha hecho totalmente subalterna a los mercados que, a su vez, requieren ser omnipotentes frente a la sociedad. Es la economía la que gobierna la política, al afirmar la rigidez de las reglas del mercado. Se sufre una involución autocrática respecto a la cual la Grecia es una anomalía.
Los poderes financieros se han desarrollado como poderes sin límite; no tienen, en la esfera pública, un poder a su altura.
Ya no son los Estados los que garantizan la concurrencia entre las empresas. Es la economía, las finanzas, las que ponen en competencia a los Estados, decidiendo hacer su inversión en los Estados más convenientes, en aquellos donde se puede explotar mejor el trabajo, corromper a los gobiernos.
Es una inversión que se ha producido gracias a esa globalización. Los privados se han vuelto poderes soberanos, con una potente ideología de legitimación. Yo creo que es un problema que tiene que ver con el futuro de la democracia a nivel global.
GL – En su opinión, ¿cuáles son los riesgos que se corren al tratar de someter a Grecia a esa política de austeridad?
LF – La situación de Grecia es totalmente irracional. Estamos destruyendo la conquista más importante de la posguerra: la Unión europea (UE), este milagro de 27 países que se unificaron sobre la base de la igualdad. Son principios que están inscritos en los tratados; no se trata solo la moneda única, sino también de la solidaridad, la igualdad, el desarrollo de los países más pobres.
La política de austeridad ha producido un colapso del europeísmo. Se está produciendo la destrucción de las bases sociales de la unificación europea. La unidad política no tiene otro sentido que la igualdad de los derechos. Todo eso se está destruyendo, no solo en el plano político, sino también en el cultural y social. Se están manifestando todos los nacionalismos. El único valor hoy es el egoísmo individual vinculado al mercado.
Los pueblos griego, italiano, español, portugués, fueron los más europeístas, los que, en mayor porcentaje, apoyaron la integración. Pero si Europa se manifiesta de manera tan feroz, esto produce una destrucción del sentido de pertenencia, promueve el desarrollo de los partidos populistas, fascistas, antieuropeos.
Hoy un griego tiene menos derechos políticos y sociales que un alemán. Esto es increíble. No podemos olvidar que después de la guerra la economía alemana ha sido reconstruida por toda Europa. No podemos olvidar que Alemania ha destruido Europa, ha producido daños terribles, los horrores de la guerra.
Cuando Tsipras recordó lo que Alemania hizo en Grecia se consideró que era una tesis absurda, cuando era una tesis absolutamente verdadera. Debía haber un sentido de realismo en Alemania que no permitiera esta arrogancia, esta dureza.
GL – ¿Qué sentido le atribuye al referéndum del domingo en Grecia?
LF – Tsipras es el más europeísta de todos, en el sentido de que propone una Europa fundada en la solidaridad, en la supremacía de la solidaridad sobre el mercado. Pero eso no es aceptado. El europeísmo de Tsipras es considerado antieuropeísmo por no aceptar las reglas del mercado. El referéndum de Grecia fue contra esa Europa.
En Grecia hay muchas culpas, sobre todo de los gobiernos anteriores, que han producido una enorme desigualdad, la gran riqueza de los armadores, una gran evasión fiscal y una política de austeridad que se manifiesta solo contra los pobres, contra los asalariados.
GL – ¿Qué riesgos corre Europa con la aplicación de esas políticas?
LF – Estamos atravesando no una crisis, sino el verdadero peligro de un colapso de Europa.
Europa tiene sentido en tanto se ha superado el sentido de pertenencia exclusiva a los estado nacionales. Una política tan agresiva, tan contraria a los principios de solidaridad, produce una mortificación del amor propio de los países más pobres. Naturalmente esto es terreno de cultivo para actitudes antieuropeas. Resurgen todos los viejos nacionalismos cuando desaparece la solidaridad.
Creo que la definición más adecuada de la globalización es ausencia de reglas a los poderes privados, es decir, la desregulación del mercado. Esto atenta no solo contra un principio de la democracia, sino contra el Estado moderno mismo, que ha nacido como afirmación de la esfera pública sobre la esfera privada. Estamos viviendo una regresión premoderna, que se caracteriza por el carácter ilimitado de los poderes financieros.
GL – ¿Hay reacciones en Italia frente a esta situación? ¿Cuáles son?
LF – La vergüenza es que también Italia, que tiene el mismo problema, no se ha solidarizado con Tsipras. Nosotros estamos con las reglas, pero con las reglas del mercado.
Antes los partidos, en Italia, tenían raíces profundas en la sociedad, eran partidos de masa, como la Democracia Cristiana, los Socialistas o los Comunistas. Eso ha desaparecido. Esa omnipotencia de los políticos de cara a la sociedad es la contraparte del sometimiento al mercado.
La política se ha separado de la sociedad. El sector político ha transformado la política en espectáculo televisivo. Se ha producido un aumento enorme del abstencionismo. En un país donde la política era muy militante, ha cambiado la calidad del voto. Pocos votan por convicciones. Se vota por miedo y por desprecio, se vota por el partido menos peor. Esto produce una creciente distancia entre el sistema político y la sociedad.
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