Recomiendo:
0

Europa después del Muro: ¿reunida? ¿redividida? ¿remisa?

Fuentes: Megachip

Traducido por S. Seguí

¿Cómo responder a las preguntas que dan título a nuestro debate? Europa está hoy sin duda reunida, aunque parcialmente; pero está también dividida, y lo está seriamente. Al mismo tiempo, está en plena y unánime incertidumbre sobre su futuro y su propio ser. Querría ser más grande, y probablemente lo será; pero no será tan grande como desearía. Querría dar lecciones a todos, pero su voz no es única, y muchas veces no se llega a oír.

Creo que entre los aquí reunidos hay unanimidad en un punto: todo el mundo quiere una Europa más fuerte, capaz de desempeñar un papel decisivo en un mundo a la vez globalizado y multipolar. Pero, la pregunta que muchos se hacen es: esta Europa, tal y como está hoy, ¿es capaz de desempeñar ese papel en este mundo? Yo no lo creo.

¿Por qué? Porque Europa se encuentra en el punto más crítico y difícil de su historia, que data ya de cincuenta años. Y en estas condiciones, no puede ser un verdadero protagonista. El hecho es que no existe «una» Europa: hay más de una, al menos dos; que coexisten pero que están en desacuerdo entre sí, a veces un desacuerdo muy áspero.

Y los pueblos de Europa están cada vez más alejados de sus instituciones, como lo demuestra el impresionante dato de que menos de la mitad de los europeos participan en las elecciones al parlamento común.

Esta Europa está jugando un partido inmerso totalmente en una lógica inter-atlántica. Un viejo juego, porque es evidente que su gran aliado, Estados Unidos de América, está gravemente lesionado por una crisis sin solución, a la vez que está ya claro que el poder de los tiempos modernos se está moviendo cada vez más claramente hacia Oriente.

Pocos pueden rechazar la predicción de que el siglo XXI no será un «siglo americano» (en oposición a la previsión, o quiz á los planes, en su momento desarrollada por Zbignew Brzezinski, magnificada y recogida por el conservador Proyecto para un Nuevo Siglo Americano), sino que será, de manera cada vez más evidente, un «siglo chino».

En esta situación, soy de la opinión de que continuar con el viejo juego, sin ningún cambio en los equipos no dará a Europa la mínima oportunidad: ni ser uno de los primeros actores en la escena mundial, ni ser más grande, ni estar más unida y cohesionada en su interior. Incluso me temo que el riesgo sea aún mayor: su desaparición de la escena, o al menos su reconducción a una simple unión monetaria o un mercado común. Es decir, avanzar «de regreso al futuro».

¿Qué partida debe jugar, entonces, como alternativa a ésta en la que es un seguro perdedor?

Es una pregunta abierta, aquí y en todas partes.

Personalmente, creo que Europa y Rusia, aunque radicalmente diferentes en su naturaleza, historia, política y psicología, están en la misma, idéntica situación.

Ninguno de los dos pueden jugar por su cuenta (o, si tratan de hacerlo, quedaría relegado al confín de los procesos que se anuncian.) No puede, porque no tiene la fuerza para hacerlo, y esto significa, en otras palabras, que no dispone de los «fundamentos» que puedan garantizar su libertad de acción y decisión.

Ninguno de los dos puede permitirse el lujo de ser el «hermano pequeño» de cualquiera de los dos «hermanos mayores»: EE.UU. y China. Ni Rusia, ni Europa, al menos en su gran mayoría, esperan este resultado o lo aceptarían voluntariamente.

Y tampoco se lo puede permitir porque, dejados cada uno a su albedrío, sin que nadie intervenga para corregir su trayectoria, los dos protagonistas principales parecen estar destinados a chocar.

Rusia y Europa, pues, tienen una oportunidad única y real de influir en las trayectorias: comenzar a trabajar de común acuerdo para construir un «tercer polo» de influencia, con el objetivo de delinear una estrategia común, un plan de acción, una gran alianza.

No estoy diciendo que con esto el partido estaría ganado, automáticamente. Por lo menos no lo estaría en el sentido antiguo y aún vigente que contiene esta palabra. Ni siquiera creo que debiera haber un ganador en este nuevo y gigantesco partido, porque la misma hipótesis de un único ganador sería muy peligrosa para todos.

Pero es posible hablar, sin embargo, de un ganador para todos, siempre de una manera completamente diferente. Un juego vencedor, el único, sería aquél que evitase la colisión entre el viejo imperio, que decae ante nuestros ojos, pero que seguirá monstruosamente armado a lo largo de su decadencia, y el nuevo imperio emergente, que constituye una gran incógnita, pero que hoy nadie es capaz de detener.

En cualquier caso, nadie puede detenerlo en términos pacíficos.

Los peligros que corremos aquí están claramente delimitados, y las tareas que enfrentamos se muestran en toda su gigantesca escala.

Frente a estas tareas, disponemos de una vieja política y un liderazgo insuficiente. No es un panorama alentador, pero mirarlo de frente con valentía puede ser útil para comprender lo que tenemos que empezar a hacer.


Giulietto Chiesa es periodista y político italiano. Ha sido corresponsal de varios medios en Moscú y es autor, entre otros, de Las cárceles secretas de la CIA en Europa.

El presente texto es su intervención en la Conferencia Internacional «Europe Looks East» (Sofia, 7-8 octubre 2010), organizada por la Slavyani Foundation (Bulgaria) y el New Policy Forum (Foro Gorbachev).

Fuente: http://www.megachipdue.info/rubriche/34-giulietto-chiesa-cronache-marxziane/4769-leuropa-dopo-il-muro-riunita-ri-divisa-riluttante.html

rCR