Los europeos piensan que su construcción les ha permitido convertirse en iguales políticos y económicos de los Estados Unidos. Se equivocan: forman parte del mismo sistema de «monopolios generalizados» que, más que nunca, busca la maximización de beneficios en detrimento de los pueblos y de los estados. Entrevista con el economista Samir Amin, realizada por […]
Los europeos piensan que su construcción les ha permitido convertirse en iguales políticos y económicos de los Estados Unidos. Se equivocan: forman parte del mismo sistema de «monopolios generalizados» que, más que nunca, busca la maximización de beneficios en detrimento de los pueblos y de los estados. Entrevista con el economista Samir Amin, realizada por Augusta Conchiglia.
¿Adónde va Europa?
Para responder a esta cuestión, hay que resituar el contexto actual en una perspectiva que coloque en su lugar la transformación cualitativa del capitalismo de monopolios que se ha llevado a cabo entre 1975 y 1990. El sistema se caracteriza a partir de ahora por un grado extraordinario de centralización del control del capital por parte de los monopolios, sin medida común con lo que había sido en etapas anteriores. En adelante, los monopolios – que yo califico por esta razón de «monopolios generalizados» – controlan todas las actividades económicas y extraen por este medio una renta monopolista siempre creciente (véase cuadro in fine).
¿La socialdemocracia no tiene ya porvenir?
En el marco de la dominación de los monopolios generalizados, se ha pasado la página de la democracia burguesa, y por tanto de los compromisos sociales que habían definido el papel histórico de las socialdemocracias. Con el fin de profundizar su poder, los monopolios necesitan destruir todas las estructuras que organizaban las clases sociales, sus luchas y sus medios de influir en el poder político en el marco de los estados. La lógica de este sistema no consiste en perseguir una gestión democrática del liberalismo económico sino en destruir los estados y, más allá de ello, las sociedades. El proyecto «europeo» se inscribe en esta lógica.
En su origen, este proyecto estaba destinado, bajo el mando de los Estados Unidos, a rehabilitar a las fuerzas de derechas que habían perdido su legitimación por el hecho de haber colaborado con el fascismo y a reintroducirlas en el juego político, a través de la democracia cristiana. La construcción de Europa (el Tratado de Roma de 1957), en principio reducida, se generaliza progresivamente al conjunto del continente. No hay que ver a la Unión Europea (UE) como una gran potencia económica y política, igual de los Estados Unidos, sino como un building block de la mundialización puesto por el capital de los monopolios generalizados bajo el leadership de los Estados Unidos. La zona euro no es más que un subconjunto de este sistema global, destinado a reforzar el control de los monopolios generalizados. Los estados miembros de la UE se han encerrado en una construcción en cemento armado que aniquila su autonomía económica y política para someterlos al diktat unilateral de los monopolios generalizados. Nunca he considerado este conjunto, en ninguno de sus niveles, como algo que pudiera ser viable.
Si Europa estuviera compuesta de regímenes semejantes políticamente, con una mayor armonización de las políticas sociales o fiscales, ¿habría podido resistirse a la dominación del capital de monopolios?
No hay legitimidad política supranacional en Europa, porque no hay pueblo europeo. La construcción mundial bajo leadership norteamericano, la de Europa y la del euro constituyen niveles diferentes del mismo sistema global.
¿Y el parlamento europeo?
Es una mascarada. No tiene ningún poder y carece de una legitimidad que transcienda la de los parlamentos nacionales.
Volvamos al euro. No hay moneda sin Estado, ahora bien, no hay Estado europeo, y la perspectiva de que surja está excluida de lo posible. El euro es una moneda administrada unilateralmente por el capital de los monopolios; el estatuto del Banco central Europeo lo prevé precisamente.
Pero Europa ha contribuido a elevar el nivel de vida de los países más pobres de la Unión…
La lógica de este sistema no ha consistido nunca en facilitar una recuperación relativa de los países menos avanzados sino por el contrario en acentuar las desigualdades en la UE en beneficio de los más fuertes, Alemania especialmente. La UE asocia un centro dominante a periferias dominadas, en un modelo ciertamente particular, análogo no obstante al que permite a los Estados unidos explotar América Latina. Europa del Este y del Sudeste es un poco como la «América Latina» de la Europa del Oeste. Las diferencias de desarrollo permiten al capital dominante de los centros europeos sacar beneficios de monopolios de la explotación de las periferias europeas. Este sistema no ayuda a Grecia a «modernizarse» sino que se utiliza para reducirla al estatus de otras periferias balcánicas (Bulgaria, Albania). La crisis ha mostrado la cruda real de esta perspectiva.
¡Audacia!
Cuando los comunistas se oponían al Tratado de Roma, no se equivocaban. Salvo que la alternativa que tenían que proponer, una Europa inspirada por los principios de los países del Este, no era muy atractiva. A partir de este hecho, Europa se ha convertido en lugar de una ilusión emocional gigantesca. Está prohibido ser «antieuropeo», y si no le consideran a uno pasadista chovinista. Y cuando un pueblo europeo dice no, no se le escucha, se repiten las elecciones hasta que resulten favorables al mantenimiento de esa Europa tal cual. Los sucesivos planes de austeridad, asociados a métodos políticos cada vez más autoritarios, ahondan la crisis. Alemania, primer país exportador de Europa, es un país en el que el nivel de vida de los trabajadores es inferior en un 30% al de Francia. Pero se la sigue presentando como modelo ideal, porque lo es para el capital de los monopolios.
¿Por qué el capital se siente satisfecho con esta situación de deterioro del poder adquisitivo? ¿Dónde está su interés objetivo?
El único objetivo que persigue el capital de los monopolios generalizados es maximizar en su beneficio la renta monopolista/imperialista, ya sea que vaya en detrimento de las actividades capitalistas que domina.
Pero también la renta está tocada…
No se puede exigir a los capitalistas que actúen contra sus intereses inmediatos para preservar los intereses del capitalismo a largo plazo.
China lo hace…
Sí, porque hay un Estado chino que dispone de poderes reales. Mientras existe, el Estado puede actuar a favor del capitalismo contra los capitalistas que no miran más que por su interés a corto plazo. Debilitando al Estado, se ha vuelto imposible la gestión de esta contradicción entre el interés inmediato y el interés del capital a largo plazo,
Volvamos a Europa. Frente a una situación dramática, aparecen dos actitudes. Algunos creen poder reacomodar al capitalismo aceptando lo esencial, es decir, la dominación del capital de los monopolios generalizados, para volver a un capitalismo de rostro humano, gracias a formas neokeynesianas, etc. Una parte de la población que vota a la izquierda cree que se podrán restablecer las cosas sin atacar frontalmente al capital de los monopolios generalizados. La otra actitud peligrosa es la respuesta de la extrema derecha. El nacionalismo del que se hacen lenguas no pone en cuestión el sistema. Ese falso nacionalismo se rebaja a problemas menores -evidentemente no para las víctimas-como son la inmigración o el matrimonio homosexual.
El ascenso de la extrema derecha, ¿no puede presagiar un retorno más firme de regímenes fascistizantes ?
Si las cosas siguen evolucionando como vemos, sí, la extrema derecha seguirá reforzándose. Ya hemos visto su banalización en Italia, donde se rehabilita a los neofascistas y a la Liga Norte. La previsible erosión de la construcción europea ¿conducirá a la casilla de salida: la Europa de los años 30? ¡Tendríamos una Alemania dominante sobre sus periferias del Este, frente a una Francia aislada, una Gran Bretaña que el atlantismo alejaría de Europa, y una Europa meridional indecisa! Si se quiere evitar esta deriva trágica, hace falta que las izquierdas radicales desplieguen con audacia un proyecto alternativo auténtico.
¿Y cómo procederían concretamente?
Con nacionalizaciones, en primer lugar. No para otorgar al Estado poderes de dominación en la gestión de la vida política y social sino para crear las condiciones de socialización de esta gestión. En mi trabajo «Sobre la audacia», he dado ejemplos de lo que puede hacerse siguiendo este espíritu.
¿Se puede imaginar eso a escala europea?
Desde luego que no. Pero si llegara a iniciarse un proceso de este género en uno o varios países, funcionaría como una bola de nieve.
¿No hay nada que sacar del debate en curso sobre la austeridad y las propuestas destinadas a facilitar el crecimiento?
Hasta ahora, las propuestas hechas en este sentido siguen siendo de un insignificante. Sin embargo, las cosas podrían evolucionar si François Hollande logra movilizar el estrecho margen del que dispone. ¿Podemos imaginar que le sigan los socialdemócratas alemanes?
¿Y en Grecia?
El pueblo griego rechaza los planes de austeridad. Es perfectamente legítimo. Pero ¿conseguirá su izquierda radical formular una estrategia alternativa audaz?
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Los agricultores, víctimas de los monopolios generalizados
«Los agricultores europeos, los mejores del mundo, son dominados y explotados por los monopolios situados al inicio y al final de la cadena de producción. Al inicio, por los bancos y los productores de inputs; al final, por las grandes cadenas de distribución. En el sistema de precios impuesto por los monopolios generalizados, la remuneración del trabajo de la tierra es nula y los campesinos no sobreviven más que gracias a las subvenciones del Estado. Hablar de «precios de mercado» o de «verdad de los precios» parece una farsa. Los monopolios generalizados obtienen una renta monopolista considerable de este sistema que hacen financiar por medio de fondos públicos, es decir, con los impuestos de los trabajadores».
«Como respuesta alternativa, sería necesario nacionalizar los bancos, los productores de inputs, las grandes cadenas de comercialización para organizar la gestión social de este sector vital, creando directorios de negociación colectiva compuestos por los agricultores, las empresas que suministran los inputs y las que comercializan los productos agrícolas, los representantes de los ciudadanos, los poderes locales, los consumidores. Sería un bonito avance hacia la gestión social de la economía».
«Se pueden multiplicar los ejemplos, pues, en el capitalismo contemporáneo, prácticamente todas las actividades de producción (las PYME) quedan reducidas al estatus de subcontratistas y la plusvalía que producen se acapara en forma de renta monopolista. ¡Los monopolios generalizados se nutren de la expropiación de los capitalistas! Se dan, por tanto, las condiciones para una vasta alianza social alternativa».
Samir Amin es un prestigioso economista de origen egipcio
Traducción para www.sinpermiso.info : Lucas Antón