Europa podría sufrir hambre en el futuro a menos que cambie sus políticas agrícolas y convierta a los productores en los protagonistas de las investigaciones en el sector, alertó un nuevo informe.
Europa podría sufrir hambre en el futuro a menos que cambie sus políticas agrícolas y convierta a los productores en los protagonistas de las investigaciones en el sector, alertó un nuevo informe.
Según el estudio, hay poca esperanza de que el continente logre su meta anunciada de frenar la pérdida de biodiversidad en 10 años si no introduce esos cambios.
Francia sufre una severa sequía, pero las leyes europeas sobre semillas impiden a los agricultores de ese país utilicen una mayor variedad de éstas, lo que podría ayudar, ejemplificó Michel Pimbert, del Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo (IIED, por sus siglas en inglés), con sede en Londres.
«Nuestras leyes sobre semillas establecen la uniformidad. Francia solamente puede usar semillas aprobadas, y las nuevas variedades necesitan mucha agua», dijo a IPS Pimbert, autor del estudio.
«La libertad de los productores para elegir las semillas, desarrollar variedades mejoradas de cosechas y tener una agricultura con rica biodiversidad será fundamental para la respuesta de Europa al cambio climático», subrayó.
«Las políticas agrícolas de Europa nos impiden adaptarnos al cambio climático. También son malas para la biodiversidad, ya que obligan a los agricultores a utilizar una cada vez más estrecha gama de semillas y razas de animales», afirmó.
Los productores se ven atados de manos por leyes que obligan la uniformidad y protegen las patentes.
Bajo las normas de propiedad intelectual, los productores deben pagar por usar genes y tecnologías patentadas, en su mayoría propiedad de grandes corporaciones.
Los científicos se encuentran en la misma trampa y no pueden utilizar la amplia gama de diversidad de semillas, dijo Pimbert.
El resultado es una drástica reducción de la diversidad genética, alerta el informe Oportunidades para las Semillas en la Agricultura, divulgado a comienzos de este mes.
El estudio se basa en los hallazgos del proyecto del mismo nombre financiado por la Unión Europea (UE) y en el que colaboran institutos de investigación públicos, redes de campesinos y asociaciones de productores orgánicos de seis países del bloque.
Expertos coinciden en que la diversidad brinda mayor capacidad de resistencia a un sistema de producción de alimentos que será duramente afectado por el recalentamiento planetario.
Por ejemplo, una diversa combinación de plantas, árboles y animales duplicó la cantidad de tierras cultivadas en 20 países de África subsahariana en los últimos 10 años, según un informe de Olivier De Schutter, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación.
De Schutter llama a esta forma de producción «agroecología». No sólo logra mayor resultados con menos costo, sino que también mejora la salud del suelo y reduce drásticamente la llamada huella de carbono, que mide la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera por personas, productos o empresas.
«Es justo decir que entre 45 y 50 por ciento de todas las emisiones humanas de gases invernadero proceden de la actual forma de producción de alimentos», había dicho De Schutter a IPS en una anterior entrevista.
El actual sistema de producción mundial de alimentos «amenaza con matarnos a todos», escribió el biólogo Colin Tudge, en el prefacio del estudio. «El tipo de agricultura que hace más dinero en el más corto tiempo va totalmente en contra del tipo de agricultura que puede alimentarnos, y que podría seguir alimentándonos», escribió Tudge.
La agroecología funciona de la misma manera que la naturaleza, con una amplia variedad de elementos que actúan sinérgicamente. Hay enorme evidencia demostrando que esos métodos producen más alimentos y son más sostenibles, afirmó.
La Política Agrícola Común (PAC) de la UE es un éxito pero sólo en hacer dinero para las corporaciones y en la producción de grandes cantidades de alimentos a un costo de enormes emisiones de carbono, contaminación, degradación de las tierras y reducción del número de agricultores, señaló Pimbert.
La edad promedio de un productor agrícola en Gran Bretaña es de más de 60 años. «Hay sólo un puñado de agricultores en Europa occidental. Han sido reemplazados por máquinas y por capital», indicó.
La PAC es un sistema de subsidios y programas para el sector que debe ser reformado en 2013. Actualmente se basa en principios neoliberales que han fracasado, señaló Carlo Petrini, presidente de la organización Slow Food International.
«Cada comunidad debe tener el derecho a elegir lo que produce sin influencias externas dictadas por los mercados internacionales», afirmó.
Fortalecer el apoyo a los productores locales debe ser parte de la nueva PAC, dijo por su parte el agricultor y activista francés José Bové, presidente del Comité sobre Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo.
«Si las comunidades rurales no tienen la posibilidad de decidir su destino, entonces la situación no puede mejorar», señaló en una declaración.
La nueva PAC debe dejar de concentrarse en los monocultivos y adoptar un enfoque agroecológico para salvaguardar la biodiversidad de la que dependen los suministros alimenticios, sostuvo Pimbert.
«Los científicos no están entrenados para tratar con sistemas complejos, así que ese es el desafío». Los agricultores también necesitan un lugar central en los esfuerzos, con libertad para intercambiar semillas y utilizar la diversidad, señaló.
En la actualidad, Europa no está preparada para afrontar el cambio climático. «Hasta ahora hemos amortiguado impactos significativos, pero lo que viene va más allá de nuestra experiencia», concluyó Pimbert.