«Zumba la Turba» es una radio comunitaria, alternativa y popular que emite en el 99.5 de la FM desde la ciudad argentina de Córdoba, de más de un millón de habitantes. Se trata, según definen los integrantes del colectivo, de un proyecto «político-comunicacional» autogestionado. Los orígenes de «Zumba la Turba» se retrotraen a 2010, «al […]
«Zumba la Turba» es una radio comunitaria, alternativa y popular que emite en el 99.5 de la FM desde la ciudad argentina de Córdoba, de más de un millón de habitantes. Se trata, según definen los integrantes del colectivo, de un proyecto «político-comunicacional» autogestionado. Los orígenes de «Zumba la Turba» se retrotraen a 2010, «al calor de los talleres de armado de transmisores de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA)». En la página Web recuerdan el empuje inicial por parte del colectivo Indymedia Córdoba. Actualmente cuentan con programas como «Enredando las mañanas», «La Chispa», «La Nota Azul», «Ladran Sancho» o «Córdoba originaria».
Los contenidos de la página Web permiten acercarse a la orientación del proyecto. «Luego de las detenciones ilegales, la presión popular logró la libertad», tituló el colectivo, en referencia a la liberación de 30 de los 31 detenidos durante la marcha del uno de septiembre en el centro de Buenos Aires, en la que se pedía la aparición con vida del joven Santiago Maldonado. El programa «Enredando las mañanas» conversó con la comunicadora popular de Alba TV, Ambar García, quien explicó «una de las acciones más claras del imperialismo norteamericano» contra Venezuela: la orden ejecutiva de nuevas sanciones firmada por el presidente Trump el 25 de agosto. Además la edición número 111 de «La Nota azul» se inició con una canción del saxofonista Ornette Coleman, y con las siguientes palabras: «Sin luchar contra la represión, el jazz se volvería una música anquilosada, aburrida y estatal».
Otro ejemplo de medio independiente en la ciudad de Córdoba es el periódico digital «La Tinta»; con un año de recorrido, este medio acompaña a la cabecera con un elocuente subtítulo: «periodismo hasta mancharse». Los lectores pueden informarse en «La Tinta» del «Lava Jato Cordobés» (un símil con la macrooperación contra el lavado de dinero desplegada en Brasil, a partir de marzo de 2014) y de cómo «crece el escándalo por las coimas en la gestión de Cambiemos», la coalición derechista que lidera el presidente Macri. «La Tinta» reproduce también un artículo de Florencia Sciutti («El diario La Nación pide ajuste y extraña a los militares»), que rebate otro del empresario Ricardo Esteves en el periódico conservador («Sin equilibrios no habrá desarrollo»). Otro de los textos publicados («Las comunidades originarias en peligro») se hace eco de las reivindicaciones de las organizaciones sociales para que el Congreso argentino vote la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial Indígena; de lo contrario, aseguran, más de 1.500 comunidades podrían perder sus tierras.
El periodista y escritor uruguayo Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) menciona a «Zumba La Turba» y «La Tinta» como dos referentes de la comunicación autónoma. La radio emite desde el mismo lugar en el que trabaja el Frente de Organizaciones de Base (FOB); En cuanto a «La Tinta», Zibechi aclara que es «cercana» al Encuentro de Organizaciones (EO), «uno de los colectivos con más trabajo territorial en Córdoba». Son dos de las experiencias que resalta, dentro de los encuentros que ha mantenido en los últimos meses con organizaciones sociales de la ciudad llamada «La Docta». Compartió las conclusiones en un artículo publicado en el periódico mexicano «La Jornada» el uno de septiembre.
A los 20 años de que se iniciaran las luchas del movimiento piquetero (1997-2002), también recordó la importancia de iniciativas como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que agrupa entre otros a cartoneros, campesinos, feriantes, artesanos y trabajadores de empresas recuperadas. O los procesos de toma de tierras y recuperación del territorio; por ejemplo en Parque Las Rosas, donde una treintena de familias han levantado sus viviendas tras resistir a la policía. «Hay cooperativas de carreros que recogen residuos, las hay de limpieza y de otros servicios», subraya el colaborador de Brecha y La Jornada.
El artículo se centra en Córdoba, pero el investigador inició la larga travesía militante por América Latina -singularmente por los territorios andinos- en 1986. En sus libros también se hace eco de los procesos organizativos de los «abajos», y de las resistencias de los movimientos urbanos, campesinos y comunidades indígenas. Así lo hizo en «Descolonizar la rebeldía», publicado en 2014 por iniciativas sociales Zambra y Coordinación de Luchas contra la Precariedad Baladre. En el libro de 286 páginas aborda la revolución «descolonizadora» del zapatismo, de la Corriente Villera Independiente en la villa 31 (Retiro) de Buenos Aires; y de las movilizaciones masivas de junio de 2013 en 353 ciudades de Brasil.
También explica las resistencias de 2008 en el Plan 3.000, una gran barriada pobre en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), el «corazón del racismo»; el movimiento de ocupación y autogestión de liceos en chile (2011), el Encuentro Continental por el Agua y la Pachamama, celebrado en 2011 en la ciudad de Cuenca (Ecuador); las experiencias de autonomía urbana en la Comunidad Habitacional Acapatzingo, en México, «una de las más formidables de América Latina», afirma el autor del libro de Zambra y Baladre; la oposición a la especulación inmobiliaria y las ferias agrícolas de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (CONAMURI) de Paraguay; las resistencias de la población de Cajamarca, en el norte de Perú, a la explotación minera (de oro y plata) por parte de una multinacional estadounidense; o la red de comunidades Cecosesola (Central de Servicios Sociales del Estado de Lara), dedicada a la producción agrícola, servicios de salud, transporte, ahorro y préstamo en el Centro-Occidente de Venezuela.
En «Descolonizar la rebeldía» y en otros textos de Zibechi publicados por Zambra y Baladre -«Latiendo resistencia. Mundos nuevos y guerras de despojo» (2016) y «Territorios y resistencia: cartografía política de las nuevas periferias latinoamericanas»-, el autor cuestiona los gobiernos progresistas de América Latina (se refiere, por ejemplo, a la formación de un «nuevo bloque de poder» en Uruguay; o a la construcción de un «nuevo modelo de dominación» en Ecuador»). En ocasiones la carga crítica se advierte ya en el título del libro; «Brasil potencia: entre la integración regional y el nuevo imperialismo» (2012). Otra idea central es la necesidad de descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas de rebeldía; y, para ello, aprender de las experiencias propias: las revoluciones que lideraron Tupac Amaru, Tupac Katari y Bartolina Sisa, en el caso de los pueblos quechua y los aymara; el ejemplo del cacique Manuel Quintín Lame para los indígenas nasa del cauca colombiano; la presencia del toki Lautaro en el pueblo mapuche y de Emiliano Zapata en las luchas del movimiento zapatista.
Pero no sólo es cuestión de prácticas, referentes, experiencias y reconstrucción de imaginarios. La «alternativa» del Buen Vivir implica, según el periodista e investigador, romper de modo drástico con la cultura occidental y las ideas de modernidad, progreso y desarrollo. En la entrevista, de Michael Hardt y Álvaro Reyes, con la que se inicia el libro «Descolonizar la rebeldía», Zibechi aporta una perspectiva profunda de esta idea. «Caminamos sobre las huellas de nuestros antepasados», afirma un líder indígena de Ecuador. Esto significa que, al contrario de lo que ocurre en la modernidad occidental (las acciones se orientan al futuro), en las cosmovisiones indias el pasado es el inspirador de las acciones. «El pasado no está muerto, como dice Marcos en ‘Votán Zapata’, un texto central del zapatismo», recuerda el investigador uruguayo. Esta idea del pasado «cuestiona de raíz la teoría revolucionaria ilustrada, marxista y también anarquista, que miran hacia adelante».
Echar la vista atrás no implica construir un mundo nuevo (tras una ruptura, según la idea occidental de revolución), sino en cierto modo ordenar el mundo, alinearlo con un orden cósmico (superior); y recomponer equilibrios que se habían alterado. Así, el Pachakutik no plantea la creación de algo nuevo, sino del «retorno»: la vuelta de aquello que se había relegado a los márgenes y, por lo tanto, oculto. El Pachakutik implica asimismo una concepción del tiempo no lineal, sino cíclica (hay algo que termina, mientras brota lo nuevo). En la entrevista se aclara que estas ideas pueden también hallarse en el Carlos Marx de «La guerra civil en Francia», cuando al referirse a la Comuna de París apunta que la revolución ya se encuentra, en germen, en el seno de la sociedad burguesa.
Una tercera idea resaltada por Zibechi es que la sociedad supone un conjunto de individuos y relaciones complejas, que no se pueden planificar ni predecir como haría una divinidad omnipotente; esto supone cuestionar la idea de que el futuro sea previamente moldeable; y también la relación «colonial» sujeto-objeto. Además, según Marcos, «los medios son los fines». «Pero todo esto no tiene nada que ver con la idea tradicional de revolución», añade el periodista uruguayo. Sí, con algunos planteamientos de Nietzsche (la importancia del azar o el «eterno retorno»). Zibechi subraya que movimientos como el zapatista han asumido las ideas occidentales del feminismo, la autonomía o la teoría crítica. «Pero nosotros, ¿estamos dispuestos a incorporar algo de la cosmovisión india?», remata el autor de «Descolonizar la rebeldía».
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