Ha sido un hermoso verano. Por primera vez desde hace cuatro años, Europa no ha conocido la gestión en medio del pánico. No ha habido reuniones improvisadas ni cumbres agitadas para intentar apagar precipitadamente el incendio de un extremo a otro de la zona euro. Desde la primavera los dirigentes europeos se habían puesto de […]
Ha sido un hermoso verano. Por primera vez desde hace cuatro años, Europa no ha conocido la gestión en medio del pánico. No ha habido reuniones improvisadas ni cumbres agitadas para intentar apagar precipitadamente el incendio de un extremo a otro de la zona euro.
Desde la primavera los dirigentes europeos se habían puesto de acuerdo en atrasar todas las cuestiones europeas que molestan para más tarde: nada debía oscurecer o perturbar las elecciones alemanas, que han consagrado el domingo la reelección de Angela Merkel. Gracias a la asistencia benevolente de los bancos centrales, que han velado por facilitar todas la liquidez requerida por el sistema financiero, todas las tensiones han sido momentáneamente apaciguadas: los temores sobre el mercado de la deuda han sido relativamente conjuradas mientras que los mercados bursátiles vuelan de récord en récord.
En una tribuna publicada el 17 de septiembre en el Financial Times, el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, se felicitaba por esta vuelta a la calma, interpretándola como el éxito de la política de austeridad dictada por Europa bajo la inspiración de Berlin. «Ignorad a los Casandra: Europa está empezando a caminar de nuevo«, ha dicho. Ha asegurado que «e l mundo debería alegrarse de las señalas positivas enviadas casi cotidianamente por la eurozona. Aunque la crisis prosiga, la zona euro está claramente restableciéndose a la vez estructural y cíclicamente. Lo que ocurre corresponde exactamente a lo que los defensores de una conducta europea que mantenían la cabeza fría habían predicho. El trabajo de reparación fiscal y estructural está dando frutos, planteando los fundamentos de un crecimiento sostenible «.
Siempre a remolque, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se apresuraba al día siguiente en abundar en el sentido de Wolfgang Schäuble. Lo esencial de la crisis europea ha pasado, confiaba. Incluso «Grecia iba al fin a ver el final del túnel«. Como apoyo de la demostración, los dirigentes repiten las cifras: la zona euro ha salido de la recesión en el segundo trimestre. La actividad y los índices de confianza vuelven a crecer. Incluso los países maltratados comienzan a entrever la luz: Irlanda está saliendo de la recesión tras dos años y medio, el paro en España y en Grecia, por primera vez desde hace dos años, está estabilizándose, gracias a los empleos estacionales.
Olvidan, señalan algunos cronistas, que el fondo del cuadro europeo sigue siendo muy sombrío: la actividad económica, si no sigue hundiéndose, está atascada; el crecimiento se mide en décimas de punto; el paro alcanza niveles estratosféricos -12,2% en el conjunto de la zona euro, más del 27% en España y en Grecia- amenazando sobre todo a los jóvenes, hasta el punto de que se habla de una generación perdida; y la política de austeridad ha devastado, literalmente, las economías de Europa del sur.
Algunos responsables financieros tampoco están demasiado seguros. Previenen de que la calma que ha conocido Europa estos últimos meses, podría no durar. Los problemas que los dirigentes europeos han decidido esconder bajo la alfombra van a resurgir, en su opinión, una vez pasadas las elecciones europeas.
En el caso de Grecia, esto ha ocurrido inmediatamente. Ya el lunes, los miembros de la Troika -FMI, BCE y Comisión Europea- vuelven a Atenas para pasar revista a la puesta en marcha del programa de austeridad impuesto por los acreedores internacionales. Su llegada se produce tras una semana de huelgas y de manifestaciones de los funcionarios, de los médicos, de los profesores, que denuncian la miseria y la indigencia a los que se ven confrontados. Todos se oponen a las 25.000 supresiones de puestos en la función pública de aquí a fin de año, a las que se ha comprometido el gobierno griego para responder a las exigencias de la Troika.
Pero la evolución de la crisis griega ha tomado un nuevo giro tras el asesinato de Pavlos Fyssas, un rapero griego de extrema izquierda, asesinado el miércoles en Atenas por un miembro del partido neonazi Amanecer Dorado. Las manifestaciones antifascistas se suceden en todo el país para denunciar la violencia del partido de extrema derecha cuya audiencia no deja de crecer desde la crisis. El gobierno dice reflexionar sobre la prohibición del movimiento Amanecer Dorado. Los riesgos de un ascenso de la extrema derecha y de la tentación del aventurerismo político habían sido previstas desde hace mucho por numerosos observadores a medida que se producía el hundimiento económico. Desgraciadamente, tenían razón.
¿Conducirá esta nueva amenaza política a una inflexión en el tratamiento impuesto a Grecia por la Troika? Desde hace varios meses los responsables europeos saben que su política ha llevado al país a un completo callejón sin salida. El PIB griego ha disminuido más de un cuarto de su valor desde 2007, sin que ningún signo de estabilización se manifieste. Incluso si el programa de la Troika prevé un pequeño crecimiento -del orden del 0,5%- en 2014, la economía griega continúa hundiéndose y el paro sigue disparado. El endeudamiento público, a pesar una primera reestructuración de la deuda en 2012, alcanza más del 160% del PIB. Las cuentas públicas no se recuperan. Y es algo sabido que los ingresos sacados de las privatizaciones, que debían alcanzar 5 millardos de euros, no aparecerán a la cita.
En junio, una nota interna del FMI había dibujado un balance demoledor del plan de salvamento de Grecia: » Ha habido fracasos notables. La confianza de los mercados no ha vuelto, el sistema bancario ha perdido el 30% de sus depósitos, y la economía sufre una recesión bastante más profunda de lo previsto con una tasa de paro excepcionalmente elevada. La deuda pública sigue siendo demasiado elevada y deberá eventualmente ser reestructurada «, señalaba entonces el informe. » La crisis y la recesión han tenido terribles consecuencias para Grecia en términos de paro y han provocado un malestar creciente en la sociedad, ganando cada vez más influencia los partidos extremos «, proseguía antes de concluir que una nueva reestructuración, en otros términos, un nuevo rescate del país, era inevitable. En julio, el FMI remachaba el clavo subrayando que faltaban al menos 11 millardos de euros de financiación en el programa de salvamento. Subrayaba que una renuncia de al menos 7,8 millardos de euros de créditos por parte de países europeos era necesaria y que cuanto antes mejor.
La gran fatiga de la austeridad
Todos los dirigentes europeos se han puesto de acuerdo en guardar silencio sobre la constatación del FMI: tras las elecciones alemanas sería el momento de la confesión del fracaso griego y de demandar a los contribuyentes europeos que pagaran. El ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, ha reconocido, a comienzos de agosto, que una nueva ayuda europea sería sin duda necesaria. Peo el gobierno griego, ha prevenido, debía primero dar garantías de su seriedad y de sus esfuerzos de cara a la recuperación.
Como de costumbre, los dirigentes europeos intentan jugar con el tiempo y diferir sus decisiones, con la esperanza de que la situación acabe por arreglarse. Esta estrategia podría convertirse en insostenible: Grecia no puede esperar hasta 2014. Tiene una necesidad urgente de nuevos créditos de aquí a noviembre y sobre todo de otras perspectivas. El ascenso del extremismo de derechas es una nueva advertencia a los dirigentes europeos. Podría llegar un momento en que la situación, en Atenas, se escape a todo control.
Otro dossier, tan urgente como el anterior, espera a los dirigentes europeos: Portugal. Presentado en un momento determinado como el alumno modelo de la política de austeridad europea, éste se debate en una crisis política, social y económica que no deja de agravarse. La semana pasada, los miembros de la Troika han ido a Lisboa para pasar revista al estado de recuperación del país. Nada evoluciona como estaba previsto. La recesión y el paro dominan la economía. El déficit público se elevará este año a uno 5,3% del PIB en lugar del 4,5% previstos. Las tasas de interés de la deuda portuguesa han subido por encima del 7%, como en lo peor de la crisis obligataria europea, lo que hace imposible la vuelta de Portugal a los mercados en 2014, como estaba previsto en el marco del plan de rescate. Las agencias de notación vuelven a entrar en el baile. Standard&Poor´s ha colocado a Portugal bajo vigilancia negativa, estimando que el país corría el riesgo de no satisfacer sus compromisos.
«Una gran fatiga de la austeridad se ha apoderado de Portugal«, subraya el economista Nouriel Roubini, señalando la crisis política y la oposición del Tribunal Constitucional a diferentes medidas de austeridad. Tras la amenaza de estallido de la coalición gubernamental, Paulo Portas, hombre fuerte de la coalición, ha conseguido ser el único interlocutor de la Troika. En las primeras reuniones, ha pedido que los acreedores internacionales revisen sus exigencias. Estimando los objetivos fijados como inalcanzables, desea que el déficit público para 2014 sea fijado en el 4,5% del PIB, en lugar del 4%.
Las conversaciones han quedado suspendidas, esperando las próximas elecciones municipales que deben celebrarse el 29 de septiembre. La coalición gubernamental corre el riesgo de salir más debilitada al día siguiente del escrutinio. Las negociaciones con la Troika pueden complicarse por ello. Los acreedores europeos por el momento se muestran intransigentes. Vista la evolución de Portugal, algunos analistas piensan que un segundo plan de rescate será sin duda necesario y quizá incluso una reestructuración de su deuda.
Hasta ahora, Portugal no está entre los focos de atención contínua de los dirigentes europeos. Todos ponen cara de creer que en Lisboa todo va como estaba previsto. Ahí también, podrían no estar al abrigo de sorpresas.
El fracaso de las políticas de austeridad es también manifiesto en España y en Italia. A pesar de los arreglos consentidos por la Comisión Europea dando más tiempo a los gobiernos para enderezar sus cuentas públicas, los gobiernos español e italiano no logran dominar la situación. La recesión prosigue: el gobierno italiano ha reconocido la semana pasada que la caída del PIB sería del 1,7% este año en lugar del 1,3%.
La crisis económica se suma a una crisis política muy dura. En Madrid, el gobierno de derechas se debate en asuntos de corrupción, mientras que en Roma, la coalición gubernamental, laboriosamente instalada en la primavera, no aguanta más que por un hilo, esperando la suerte reservada a Silvio Berlusconi en octubre en el Senado. Entre pasillos, los representantes europeos se activan para mantener la ficción de una solidez gubernamental en los dos países y evitar sobre todo cualquier vuelta a las urnas. «La inestabilidad política sería desastrosa para el plan de recuperación y para la consolidación europea, y no podría sino inquietar a los mercados «, han explicado los responsables europeos.
Mientras el proyecto de unión bancaria, que ha hecho estallar las divergencias entre los países europeos, parece retrasado a las calendas griegas, la estrategia de evitar por parte de los responsables europeos todos los problemas de la zona euro parece muy arriesgada. Todo el mundo ha esperado a Alemania. Pero Berlín no tiene nada que proponer diferente a lo anterior, y no quiere reconocer que su política ha llevado a la zona euro a un callejón sin salida. Una vez más Europa vive bajo la amenaza de estar a merced de los acontecimientos y de los mercados.
23/09/2013
http://www.mediapart.fr/journal/economie/220913/europe-la-fausse-accalmie
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR