Finalmente se nos fue Flor de María Gonzales, la Secretaria General del Partido Comunista Peruano, la primera mujer que asumiera ese cargo en la conducción política de los comunistas, y la que tuviera plena conciencia de los retos de nuestro tiempo y de las tareas revolucionarias que nos comprometían a todos. Conocí a Flor de […]
Finalmente se nos fue Flor de María Gonzales, la Secretaria General del Partido Comunista Peruano, la primera mujer que asumiera ese cargo en la conducción política de los comunistas, y la que tuviera plena conciencia de los retos de nuestro tiempo y de las tareas revolucionarias que nos comprometían a todos.
Conocí a Flor de María hace más de cuatro décadas, cuando me desempeñaba en la Secretaría General de la CGTP. Eran años de actividad incesante y de lucha continua, en los que la Central Obrera levantaba muy en alto sus banderas de clase y afirmaba la histórica necesidad del proceso peruano de enrumbar sus velas hacia el socialismo.
Tuvimos, en esa circunstancia, la idea de incorporarla a nuestro trabajo adjudicándole la tarea de participar en las actividades de la Escuela Sindical que constituimos en ese entonces y que contara con la conducción de destacadas figuras de entonces, como Omar Zilbert Salas, Jorge Aliaga Merino y Andrés Paredes Luyo.
Allí, Flor de María, docente de profesión, ejerció el magisterio para los trabajadores, pero tuvo también tareas de corte administrativo: organizó programas, cursos, actividades curriculares y otras, demostrando no sólo gran voluntad de trabajo, sino también criterios de organización y escuela de disciplina. Durante varios años aportó al movimiento obrero con ejemplar modestia, pero con mucha voluntad de entrega, consciente de sus responsabilidades de clase.
En los años ochenta volvió a Huancayo, su tierra natal, para incorporarse a la docencia pública. Trabajó durante 30 años en un Colegio del Estado regentado por religiosas que la apreciaron y la admiraron por sus conocimientos, su capacidad pedagógica y su afirmación solidaria puesta al servicio de la población. En todo ese periodo, dictó cátedra de sabiduría, pero también de afirmación humana, razón por la que siempre conto con el más vivo apoyo de sus colegas y alumnas.
Como antes, en esos años combinó sus tareas académicas con sus actividades políticas y su trabajo sindical. Continuó su militancia en el Partido Comunista, trabajó entre las mujeres, en las bases de la UPMP, y en las filas del SUTEP regional destacando allí en su condición de dirigente, su liderazgo nato..
Nunca dejamos de mantener vínculos directos y estrechos. Cada viaje de ella a Lima y cada visita nuestra a Huancayo, fueron motivo de agradables encuentros, intercambio de opiniones, actualización política, acumulación de experiencias y recuerdos fugaces. Y es se mantuvo también en la década de los 90, y en lo que va del nuevo siglo.
El apoyo a Cuba, la lucha por la libertad de los 5 Héroes Cubanos Prisioneros del Gobierno de los Estados Unidos, la solidaridad con la Venezuela Bolivariana y el Proceso Emancipador Latinoamericano, fueron fuente inagotable de comunicaciones constantes y tareas fluidas. El esfuerzo común siempre dio furos y Huancayo fue un lugar en el que se afirmó la voluntad solidaria con las causas más altas de nuestros pueblos.
Cuando en mayo del 2016, en el XV Congreso del Partido Comunista Flor de María fue electa Secretaria General de la Organización, se abrió paso a un proceso nuevo, de recuperación política de la estructura inicialmente ideada por José Carlos Mariátegui, que atravesaba una grave crisis de identidad. Flor de María encarnó una legítima renovación.
La buscó, en efecto, no para modificar su esencia, sino para afirmarla. No para dejar de ser comunista, sino para serlo mejor. No para renunciar a sus objetivos de clase ni a sus tareas revolucionarias, sino para cumplirlas a carta cabal. No para dejar de lado las banderas del Socialismo, sino para enarbolarlas de modo más preciso y seguro. Así, con un discurso abierto, un trabajo esforzado y una voluntad constructiva, fue afirmando su autoridad y su imagen. Su figura fue creciendo en el escenario y pudo proyectar un mensaje que caló muy hondo en mucha gente
Al poco tiempo de elección, en octubre del 2016, en el homenaje a la fundación del PC, ella dijo «debemos recuperar plenamente la esencia de nuestro Partido y su carácter. Ser conscientes que hoy, fuera de nuestras filas, hay muchos comunistas honrados que se han visto marginados por la intolerancia, el sectarismo y el odio insulso, o que se han apartado para no romper la unidad de nuestro movimiento. Reintegrar a todos sin discriminaciones aldeanas será una manera práctica de emprender el camino nuevo que tendremos por delante.»
Y reafirmando el carácter político de la lucha emprendida, añadió: «No debemos hacernos ilusiones de corte electoral, ni prepararnos políticamente con la idea de participar en los comicios del 2021, como si esa fuera nuestra tarea de honor. Nuestro objetivo, como en los años de Mariátegui, debe ser sembrar sentimiento y conciencia de clase, educar políticamente a los trabajadores y al pueblo, organizar sindicatos y estructuras de lucha, proveer y alentar el accionar de los explotados en todos los confines de la patria, seguros de abrir camino a las transformaciones sociales que el Perú requiere».
Y en esa tarea estuvo de manera constante hasta principios de octubre, cuando su salud hizo crisis.
Fue ella, la que le impidió asumir su condición de Congresista de la República, que le fuera reconocida por la ONPE luego del deceso de Mario Canzio. En lugar de esperar en Lima que se concretara su asunción parlamentaria, optó por viajar a Huancayo, pasando por el punto más alto de la cordillera de los andes, lugar en los que se agravó su dolencia pulmonar.
Entre el 4 de octubre y el 25 de noviembre estuvo internada en el Hospital Almenara sin alcanzar recuperación plena. Libró estoicamente la lucha por su vida, y mantuvo hasta el fin los vínculos con quienes se identificaron con sus objetivos e ideales. Estuvimos hasta el fin en esa batalla.
Con su partida, se debilita una esperanza, pero ella no cae. Continúa enhiesta esa bandera, que se abrirá paso otra vez hasta vencer.
Para los comunistas de siempre, el recuerdo de Flor de María Gonzales Uriola, su aliento y su mensaje, serán siempre un aliciente de victoria.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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