Érase una vez un pueblo francés que vivía en «libertad, igualdad y fraternidad», y a nadie le importaba cómo se vistieran los demás o sus hábitos alimenticios. Pero allá por el año 1989 se inician enconadas posturas de totalitarismo en democracia por las cuales pretenden unos directores de centros educativos prohibir el hiyab a las […]
Érase una vez un pueblo francés que vivía en «libertad, igualdad y fraternidad», y a nadie le importaba cómo se vistieran los demás o sus hábitos alimenticios. Pero allá por el año 1989 se inician enconadas posturas de totalitarismo en democracia por las cuales pretenden unos directores de centros educativos prohibir el hiyab a las musulmanas.
En noviembre de 1989, el Consejo de Estado afirmó que llevar velo islámico, en tanto que expresión religiosa, en un establecimiento escolar público, es compatible con la laicidad, y recuerda que un rechazo de admisión o una exclusión también en Secundaria «no estaría justificado más que por el riesgo de una amenaza para el orden en el establecimiento o para el funcionamiento normal del servicio de la enseñanza». En diciembre de ese año el Ministerio de Educación Nacional bajo Gobierno del PS (Partido Socialista) publica una circular, estableciendo que los enseñantes eran los responsables de aceptar o rehusar el velo en clase, caso por caso. En 1990 una segunda circular (PS) recuerda la necesidad de respetar el principio de laicidad en las escuelas públicas.
En 1994 se publica la llamada circular Bayrou (PS) para discriminar entre símbolos discretos permitidos y símbolos ostentatorios prohibidos. La ley de 15 de marzo de 2004, con Gobierno de la UMP (Unión por un Movimiento Popular), finalmente prohíbe llevar todo signo religioso ostensible, como el hiyab y la kipá; pero permite discretas medallas y cruces. El Ministro de la Educación nacional (Partido Socialista) da a conocer el 9 de septiembre de 2013 «la primera carta de la laicidad a la escuela» cuyo artículo 14 indica que «llevar signos o vestimentas por las cuales los alumnos manifiesten ostensiblemente una pertenencia religiosa está prohibido».
Desde los inicios de expulsiones de alumnas musulmanas hasta que eran readmitidas tras recurso, para continuar con prohibiciones expresas diseñadas para excluir a las musulmanas con hiyab, se han creado en la población femenina muslima traumas y sentimientos de rechazo al ser excluidas por la única razón de ser como son.
También las normativas para impedir el rezo en lugares públicos son únicamente invocadas contra los muslimes, mientras que cristianos y judíos continúan sus ritos públicos sin rechazos.
Pero esta tendencia a la exclusión viene de otros barros, la morofobia e islamofobia creada a través de las relaciones entre la Argelia francesa y la Metrópoli francesa, con sus conflictos, con gobiernos del CNIP (Centro Nacional de Independientes y Campesinos) y de la UDR (Unión de Demócratas por la República), y como consecuencia de la guerra de Argelia (1954-1962), independencia de Túnez y Marruecos en 1956 (CNIP), e independencia de Argelia en 1962 (UDR) con la repatriación de europeos, judíos y algunos de sus soldados musulmanes, el terrorismo de la OAS (Organización Armada Secreta) contra la independencia argelina, con su sección OAS-Madrid, y los atentados del FLN (Frente de Liberación Nacional) independentista contra la policía, desembocando en el internamiento de francoargelinos en campos de concentración (1957-1962) y el toque de queda para los musulmanes franceses y la represión y masacre del 17 de octubre de 1961 (UDR) contra éstos, tratando después a todos los musulmanes como inmigrantes y a sus hijos franceses como inmigrantes de segunda generación, mezclando a todos con la inmigración de magrebíes para el gran desarrollo económico de los años llamados como «los treinta gloriosos», al finalizar la segunda guerra mundial, creando suburbios donde se verán marginados y excluidos del resto de la sociedad, los musulmanes franceses e inmigrantes árabes y bereberes, con el insulto habitual de «sucia raza», «sucio musulmán», «sucio árabe»… «de mierda».
Con esa libertad de expresión característica la extrema derecha y la derecha que busca su voto agitan el concepto de identidad francesa y exclusión de los musulmanes de ésta, mientras que la extrema izquierda y la izquierda que busca votos acaba promulgando normas para la exclusión de los muslimes agitando el concepto del laicismo republicano y excusándose en él.
Pero no es solo en la vida estudiantil donde no se permite a los muslimes ser como son, con sus hábitos en el vestir y el comer, sino que cuando acaban sus estudios y quieren incorporarse a la vida laboral, los empresarios contaminados de morofobia e islamofobia no les contratan, mientras que a sus otros compañeros de clase les ofrecen incorporarse a un puesto de trabajo a la jornada siguiente. Esto es una profunda herida en los jóvenes musulmanes que ven ahondar cuando pasan los años, y sus amigos cristianos, judíos, ateos, etc. van cumpliendo sus sueños y expectativas mientras los musulmanes se quedan en la cuneta, empobrecidos en los suburbios, sin el futuro que habían soñado, y solo por una razón: aunque franceses son musulmanes.
La nueva lucha de clases toma así un aspecto inédito, ya que las clases desfavorecidas están formadas por musulmanes excluidos y algunos colectivos inmigrantes. Los muslimes con una gran herida, son franceses y Francia no les quiere. Así son el caldo de cultivo idóneo donde pescar para captadores que reciclen un potencial rencor convirtiéndolo en odio sociópata y alistarlos al DAESh, donde sí les quieren con promesas de mejora y futuro.
Esto nos hace recordar la captación para comandos de la organización terrorista ETA (Euskadi y Libertad) al otro lado de la orilla del Nervión y ría de Bilbao, entre las clases desfavorecidas tras la reconversión industrial, que veían el progreso económico de los vascos de la otra orilla, mientras ellos eran relegados a la pobreza sin esperanzas de un futuro mejor e igualitario.
Pero no toda Francia es así de intolerante ante los hábitos de sus musulmanes, aunque lamentablemente las fuerzas políticas solo saben hablar de integración queriendo decir asimilación, en lugar de educar y formar en la tolerancia hacia los franceses de toda convicción, religiosa o no, y hacia sus prácticas con respeto e integración real con libertad, igualdad y fraternidad, por ahora ausentes en lugares y ámbitos del Hexágono francés.
El Estado de Excepción declarado en 2015 (PS) está teniendo consecuencias muy negativas en el colectivo muslime que ha experimentado otra noche de cristales rotos, con alrededor de 2000 asaltos y registros a viviendas, negocios y mezquitas y alrededor de 200 asignaciones de arresto domiciliario gubernativos, siendo la casi totalidad, exceptuando las verdaderas pesquisas antiterroristas, ineficaces y puestas en marcha por sospechas fantasiosas sin fundamento real, pero efectistas a nivel político y mediático.
Los asaltos con registro y arrestos en domicilio policiales generan el vacío alrededor de quienes lo han sufrido, no solo por los vecinos no musulmanes, sino que los muslimes aún más les retiran el saludo y el trato, no sea que les relacionen y mañana sean ellos los que sufran un asalto policial en su casa en plena noche por cualquier elucubración fantasiosa de agentes no formados para estas tareas de prevención y represión del delito.
Paso a paso se llega al régimen totalitario aunque la república se diga democrática y de derechos y libertades, mediante errores políticos que estaban y están creando una gran brecha social con exclusión de sus musulmanes, prohibiéndoles cualquier cosa que les saque de la uniformidad republicana con un corsé legal de excusa laicista diseñado contra ellos, en vía a la distopía.
Quo vadis homine?
Referencia:
«Coordinadora contra el racismo y la islamofobia«
Blog: http://noticias.hispanomuslim.es/prensamuslima/gobiernos3.htm
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