Al concluir 2012, hay asuntos respecto de los cuales la presidenta Chinchilla podría presumir como logros de su gobierno. Por ejemplo: la recuperación de la economía; la cantidad de nuevos empleos; el volumen de inversión extranjera; el aumento de las exportaciones; que la Caja no concluya el año en números rojos. Y, sin embargo, hay […]
Al concluir 2012, hay asuntos respecto de los cuales la presidenta Chinchilla podría presumir como logros de su gobierno. Por ejemplo: la recuperación de la economía; la cantidad de nuevos empleos; el volumen de inversión extranjera; el aumento de las exportaciones; que la Caja no concluya el año en números rojos. Y, sin embargo, hay algunos «peros» que aportan argumentos para relativizar esos presuntos logros.
Por ejemplo:
– La recuperación de la economía perdió fuelle al avanzar el año y ya hacia finales de 2012 exhibía cara de anemia y anorexia.
– La creación de empleos se ha concentrado en los de baja calidad en condiciones precarias y sin aseguramiento. Si al gobierno realmente le interesase el empleo, debería declararlo emergencia nacional, a la luz de los pésimos índices de desempleo, subempleo e informalidad que se registran.
– La inversión extranjera directa prácticamente se mantuvo en el nivel del año anterior.
– Las exportaciones siguen funcionando como al modo de enclaves con efectos escasamente visibles para el resto de la economía.
– Los números verdes de la Caja -aparte que medio conversadillos- se han logrado a punta de restricciones y pérdida de calidad en los servicios.
Por lo demás, este gobierno se ha dedicado principalmente a hacer de bombero. Incendios por aquí y por allá. Unos más grandes, otros de menor entidad. Los motociclistas; los meseros; los agricultores; los EBAIS de San Pedro; la respondona comunidad de Grecia. Y sume.
Es gobernar desde lo emergente en búsqueda de soluciones instantáneas e improvisadas a cada uno de los conflictos -más o menos localizados- que van surgiendo.
A ello ha quedado reducido el Estado social costarricense tras casi treinta años de reinado neoliberal: sobrepasado por una realidad que se ha vuelto mucho más desequilibrada e inequitativa, sus respuestas son casuismo puro, carentes de coherencia y de visión de mediano y largo plazo, excepto en lo que conviene a los grandes intereses que lideran los sectores dinámicos de la economía.
Y, sin embargo, hay tres hitos que marcan el devenir de este gobierno durante el año 2012: la reforma tributaria, «la trocha» y Justo Orozco. Veamos:
1) La propuesta tributaria
Esta amalgamó en su contra a todo el mundo: la derecha la combatía porque «dañaba la competitividad» (por un pinche impuesto del 15% sobre remesas de utilidades de zonas francas) y la izquierda la acusaba de inequitativa (no obstante que ampliaba el grado de progresividad del impuesto sobre ingresos personales). Pero de una acera y la otra se coincidía en un punto: no se aceptaba darle más ingresos al gobierno porque éste «los despilfarraría» o, en último término, «se los robaría». Lo cual nos advierte acerca de cuán profundo es el descrédito en que ha caído la institucionalidad pública de Costa Rica, de la cual desconfían incluso quienes se supondría defenderían el Estado social.
2) La trocha
Ha sido algo como al modo de una poderosa dinamo que energiza y vehiculiza la indignación ciudadana. Es síntesis perfecta y suprema manifestación de venalidad, desprolijidad e ineptitud. Lo es no solo en relación con este gobierno sino también, y más ampliamente, respecto de ese grupo dirigente que ha tenido en sus manos el control de la institucionalidad pública durante los últimos decenios.
Si el corre-corre para apagar una hoguera por aquí, un incendio por allá, retrata la quiebra del Estado social costarricense, la trocha exhibe con trazos violentos y descarnados las miserias y purulencias de los liderazgos neoliberales en cuyas manos ha estado Costa Rica.
3) Justo Orozco
Orozco -que ya tenía su celebridad bien ganada- devino superestrella absoluta al ser designado presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa. Este hecho -aunque grotesco y absurdo- no es sin embargo lo más relevante. Sobre todo debe mirarse el contexto: esa ha sido la consecuencia más descollante derivada de la negociación por medio de la cual el partido de gobierno buscó destruir la alianza opositora que durante el año legislativo anterior (mayo 2011-abril 2012) había controlado el directorio legislativo. El objetivo era colocar un directorio que, aún no siendo oficialista (liberacionista), en todo caso sería complaciente con el gobierno. Pero para ello fue preciso emprender una estrategia típicamente clientelar, destinada a complacer los caprichos de aquellos diputados y diputadas que, siendo presuntamente de oposición, votaría a favor de la fórmula que el gobierno y su fracción legislativa promovían.
La evidencia disponible muestra que la tarea no fue, ni mucho menos, complicada o laboriosa. Lo cual también evidencia la extrema fragilidad de la alianza opositora gestada en mayo 2011. Un vientillo y quedaba rasgada en pedazos. Tratándose del PASE, la cuestión consistía en satisfacer sus vanidades, o sea, la presidencia del congreso. Tan solo recordemos a los pegabanderas al servicio del PLN durante las campañas electorales regalando latas de zinc y bolsas de arroz y frijoles. Pues justo así se hizo con el PASE. Vulgar clientelismo: corrupto y corruptor.
A los diputados «evangélicos», entre otros posibles «favores», debían satisfacérseles sus obsesiones en materia de moral y sexualidad. Y a Justo Orozco, en particular, había que complacerle en aquello que lo enferma y lo desvela: la diversidad sexual. La exigencia a cambio del voto habrá sido una: «quiero que la Comisión de Derechos Humanos esté bajo mi control». El objetivo en la mente de Orozco se adivina fácil: «le daré una lección a esos malditos playos y tortilleras».
Las personas sexualmente diversas de Costa Rica fueran tomadas como rehenes cuyo canje fue necesario para terminar de amarrar la coalición. Así lo hicieron Chinchilla y sus diputados y diputadas. Y fue un acto absolutamente consciente y deliberado, fraguado con total perversidad.
Luego vino la explosión de indignación por parte de esas minorías. Algo totalmente inusitado puesto que desde siempre han debido permanecer silenciosas y ocultas, como única fórmula posible de sobrevivencia frente a una sociedad que las odia con rabia. Otro incendio para la bombera Chinchilla. Solo que en este caso tan solo finge que lo apagaba, cuando en realidad simplemente lo apaciguaba por un rato. Ni a ella ni a la Asamblea Legislativa les interesa. Está institucionalidad del Estado costarricense, sigue odiando profundamente a las diversidades sexuales.
De cualquier manera, ahí queda la marca infamante sobre la frente de la administración Chinchilla en 2012: Justo Orozco, presidente de la Comisión de Derechos Humanos, pone en ridículo a Costa Rica ante el mundo entero. Gracias sean dadas a doña Laura.
Fuente: http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2012/12/gobierno-de-chinchilla-recuento-de-un.html