Afirmar – como ha hecho Matteo Renzi en la introducción a la nueva edición de «Derecha e izquierda» de Norberto Bobbio – que el PD no tiene ya intención de situarse a la izquierda concluye el último golpe de timón del Partido Democrático. Simbólico, pero impresiona que esto suceda justo cuando en Italia se superan los cuatro millones de parados.
Se cierra, con el nuevo gobierno y su tarjeta de identidad adjuntada en La Repubblica por Matteo Renzi, el último golpe de timón, el último golpe simbólico del PD. Simbólico, porque en las opciones concretas ya se había consumado desde hacía rato, pero darle su verdadero nombre a los hechos no es poca cosa (no es un pasatiempo para días de fiesta, como versifica Eliot a propósito de ponerle nombre al gato de uno). Que el PD precise de qué modo su imagen ya no ha de estar a la izquierda, o ser de izquierda, reconociendo como único discriminador cultural y social «lo nuevo y lo viejo», no supone una gran novedad, el concepto revolotea en torno a nosotros desde hace un buen rato, pero afirmar que el PD ya no pretende situarse a la izquierda sigue siendo un salto simbólico considerable. No sólo no está ya de hecho, como algunos anhelaban, en condiciones de realizar opciones de izquierda, digamos, desde Monti, sino que ni siquiera considera llevarlas a cabo, y para este objetivo ha elegido como líder a «Matteo» para aclararlo de una vez por todas. No en el Parlamento – ninguno, empezando por Giorgio Napolitano, tiene tiempo que perder – sino en un diario amigo y con el gobierno recién botado.
Lo hace tomándose algunas licencias culturales, como citar a Norberto Bobbio contra Bobbio, ejemplo de quien, si tenía razón en el pasado, ya no la tendría hoy, cuando la distinción entre derecha e izquierda ya no tendría sentido. Paciencia, hoy vemos algo bien distinto. Entre las innovaciones triunfantes está el que cada cual vuelva a vestir o despoje de las ropas que más le agraden al difunto escogido como inspirador. Más significativo es que el concepto archivado indicaba el peso asignado por cada partido a la cuestión social y declararla superada justo mientras se alcanzan y acaso se superan los cuatro millones de desempleados, impresiona. Quizás por eso se había olvidado el ex-alcalde de Florencia de informarnos sobre ese «job act» [ley sobre empleo] que debía presentar dentro de enero; pero, en primer lugar, resulta que nadie se lo ha recordado durante las consultas; en segundo lugar, en el gobierno se ocupará de ello la ministra Guidi, mujer emprendedora en tanto que instruida por el padre, de la confederación empresarial.
Sabemos, por lo tanto, qué debemos esperarnos con el nuevo Ejecutivo y le debemos al PD todo el peso de ello, visto que ni su presidencia ni su minoría le han opuesto su propio cuerpo, al contrario, han despejado el campo susurrando, como el melvilliano Bartleby, «preferiría no hacerlo». De la misma pasta, la prensa, afanada en subrayar el logro histórico de que las mujeres compongan la mitad del gobierno subrayando el color de las chaqueta y el alza de los tacones, cosa que debería hacer reflexionar al líder del «Si no ahora, cuándo». Pues aquí está el Ahora, chicas, no se ve dónde está la diferencia.
Lo nuevo que avanza ha relanzado también a Berlusconi, primer interpelado por Renzi para incardinar toda la operación. Condenado hace meses por escuálidos delitos contra la cosa pública a abstenerse de la política, ha sido recibido, no ya por los jueces de vigilancia sino por el Jefe del Estado, para ilustrarle acerca de lo que piensa y pretende hacer sobre el futuro del país. Por ahora apoya a Renzi, tranquilizando a los suyos con que no es un comunista.
Rossana Rossanda es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso
Traducción para www.sinpermiso.info : Lucas Antón