Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Estar en Londres dos meses antes de los Juegos Olímpicos de Verano 2012, es sentirse un poco como un pez en un acuario, con gente que mira constantemente a través del cristal. Las cámaras adornan casi todas las esquinas y los vehículos policiales dominan la escena más que los autobuses de dos pisos. Es fácil comprender que muchos digan que ya basta.
El sábado 28 de julio habrá manifestaciones en Londres para rechazar las prioridades impuestas por estos Juegos Olímpicos, los más corporativos de todos los tiempos, y es fácil comprender el motivo.
Las fuerzas de seguridad están militarizando activamente el terreno urbano. Los funcionarios de seguridad de la Olimpíada presentaron recientemente el Artefacto Acústico de Largo Alcance (LRAD, por sus siglas en inglés), de grado militar, un arma que revienta los tímpanos y se ha probado en la zona de guerra de Irak. Existen planes de colocar misiles tierra-aire en los tejados de edificios de apartamentos de Londres. El mayor buque de guerra de la Armada Real se ubicará en el Támesis. Jets Typhoon y helicópteros Linx estarán listos para entrar en acción. Scotland Yard ha almacenado más de 10.000 balas de plástico. La policía construye estaciones móviles para facilitar arrestos rápidos. Y han establecido «zonas de dispersión» donde la policía puede excluir libremente a cualquiera del que piense que pueda emprender alguna conducta antisocial.
Nada de esto es barato. Se informó a los londinenses de que los Juegos Olímpicos costarán 2.400 millones de libras esterlinas. Proyecciones que incluyen los crecientes costes de infraestructura hablan ahora de 24.000 millones de libras, diez veces el cálculo original. informaron de que los juegos serán financiados por una «cooperación pública-privada», pero el lado «privado» está asumiendo ahora menos de un 2% de la cuenta. En una atmósfera semejante la protesta es inevitable, pero la gente que saldrá a las calles el 28 de julio está indignada por algo más que la militarización y la deuda. Hay otros temas que conducen a la gente a la plaza pública privatizada de Londres.
El patrocinio de la Olimpíada se ha convertido en una cornucopia corporativa a todo gas. Los patrocinadores de los Juegos de Londres incluyen iconos de la salud y del juego limpio como McDonald’s, British Petroleum y Dow Chemical. En nombre de la buena salud, McDonald’s está distribuyendo «juguetes activos» a los niños para que jueguen después de tragarse sus Happy Meals. BP es -no es broma- un socio oficial «de la sustentabilidad». La destacada presencia de Dow Chemical es una bofetada en la cara de la considerable población surasiática de Londres, en vista del tristemente célebre desastre del gas en Bhopal, India, que mató a más de 20.000 personas y dañó a cientos de miles. En 1999, Dow Chemical se fusionó con Union Carbide, la firma estadounidense responsable de la pesadilla de Bhopal.
La Red de Arenas Bituminosas del Reino Unido ha estado activa, ayudando a realizar una atrevida intervención en el Royal Shakespeare Theatre donde, vestidos con trajes shakesperianos, subieron a la escena y presentaron un brillante monólogo -«BP o no a BP»- e instó a los asistentes a arrancar el símbolo de patrocinio de BP de su programa.
Detrás de este extraño mundo en el que McDonald’s significa salud y BP sustentabilidad, están los burócratas y enanos morales del Comité Olímpico Internacional.
Más de un año después de la Primavera Árabe todavía hay una operación dictatorial que sigue traqueteando. El COI que originalmente era un conjunto decadente de barones, duques y condes, ha ampliado su membresía para incluir a nuestra realeza moderna, los mega-ricos. Con mujeres admitidas como miembros recién en 1981, el COI es el 1% del 1%, una elite cosmopolita global que rebosa de privilegios.
Para escenificar los juegos, las ciudades anfitriones deben someterse a una lista de exigencias del COI, y Londres no es una excepción. Ha preparado 400 kilómetros de pasadizos especiales para uso exclusivo por los miembros de la «Familia Olímpica», incluidos atletas, paramédicos y patrocinadores corporativos. Se requiere que los organizadores de Londres aseguren cerca de 2.000 habitaciones para mandamases del COI en los mejores hoteles de cinco estrellas. Para controlar el espacio comercial a favor de los donantes corporativos de los Juegos Olímpicos, el «Manual Técnico de Protección de Marcas» dicta que «las ciudades candidatas deben obtener el control de toda la publicidad en vallas para anuncios, publicidad en el transporte ciudadano, publicidad en aeropuertos, etc. durante los juegos y el mes precedente para apoyar el programa de marketing».
A medida que se acercan los juegos y uno comienza a marcar sus competencias atléticas favoritas en el calendario, hay que recordar que al mediodía del 28 de julio habrá otro tipo de evento: cuando los manifestantes se junten no para celebrar el impresionante atletismo de los Juegos Olímpicos sino para cuestionar la impresionante audacia de las elites olímpicas.
Fuente: http://www.zcommunications.
rCR