Nadie sabe cuánto tiempo le queda a la Eurozona. Desde el inicio de la crisis de la deuda, en 2010, ha habido cuatro rescates a nivel nacional (Grecia, Portugal, República de Irlanda y Chipre) y uno en marcha a nivel bancario (España). La canciller alemana, Angela Merkel, ha asegurado que «mientras viva» no habrá eurobonos. […]
Nadie sabe cuánto tiempo le queda a la Eurozona. Desde el inicio de la crisis de la deuda, en 2010, ha habido cuatro rescates a nivel nacional (Grecia, Portugal, República de Irlanda y Chipre) y uno en marcha a nivel bancario (España). La canciller alemana, Angela Merkel, ha asegurado que «mientras viva» no habrá eurobonos. El primer ministro de Italia, Mario Monti, ha amenazado con renunciar si no se acuerdan estos bonos para bajar la exorbitante tasa de interés que pagan los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España). Con los mercados al rojo vivo, no extraña que la cumbre europea que comenzó ayer sea vista por muchos como la más importante en mucho tiempo. Es una expectativa peligrosa. Según le dijo a Página/12 en una larga entrevista el profesor alemán Gunnar Beck, especialista en derecho y política europea de SOAS, universidad de Londres, no hay ninguna iniciativa para sacar al euro del actual limbo.
-La crisis empeora día a día. Alemania es la única nación que podría actuar de manera decisiva y no parece dispuesta a hacerlo. Desde 2010, la canciller Angela Merkel ha intervenido tarde, a regañadientes y de manera insuficiente.
-Alemania es la nación más fuerte de Europa, pero esto no quiere decir que sea suficiente para salvar al euro. Es posible que si Merkel hubiera actuado decisivamente en un principio hubiera podido detener la incertidumbre posterior de los mercados, pero por otro lado los problemas del euro no se deben pura y exclusivamente a la especulación. En todo caso, no intervino decisivamente y hoy el costo de un rescate es tal que Alemania puede perfectamente considerar que mejor perder lo que ha puesto sobre la mesa que arriesgar lo que todavía le queda. Si hay una cesación de pagos en Grecia, por ejemplo, el Bundesbank tendrá que hacerse cargo de los miles de millones que le debe el Banco Central griego. Esto se multiplica si a Grecia se le agregan otros países. Y si toda la Eurozona se desintegra, las pérdidas son colosales. Por un lado, Alemania no podrá cobrar lo que ha prestado. Por el otro, deberá honrar las garantías que les dio a los acreedores. Todo esto sin contar que tendrá que rescatar a los bancos que caigan en el camino.
-Precisamente, el costo es tan alto para Alemania misma que no se entiende por qué no hace algo más por evitar la debacle.
-Alemania no es Estados Unidos. Tiene ochenta millones de personas, económicamente ha andado mejor que los países del sur europeo en los últimos cuatro o cinco años, pero si uno toma el período de 1998 a 2011 en su conjunto, Alemania creció un 1,4 por ciento, menos que Francia, Holanda, el conjunto de la Eurozona y la Unión Europea y Estados Unidos. En ese período sólo Japón, Italia, Portugal y Grecia anduvieron peor. Uno puede perfectamente contemplar este escenario de pesadilla: que Alemania apuntale al euro continuamente sin resolver la crisis. Lo cierto es que no hay garantías de que su intervención vaya a funcionar. Esto explica la extrema cautela de Merkel. Si el problema no se puede solucionar, cuanto menos haga, menos expuesta quedará a las consecuencias del fracaso.
-El problema ha sido la receta. La austeridad no ha dado resultado, pero los programas de rescate insisten en las mismas fórmulas.
-Es cierto que en medio de una contracción económica es muy difícil, muy duro y probablemente contraproducente llevar adelante una política de austeridad, pero es muy difícil ver qué inyección fiscal se puede ofrecer ahora para romper con este círculo vicioso. Es muy dudoso que el «paquete por el crecimiento» que impulsa Francia tenga el resultado esperado. Por otro lado, está el problema político. No podemos esperar que una elección tras otra, el electorado vote por un ajuste. En este sentido, la austeridad es políticamente insostenible, como todo lo que cierra más las vías de salida a la actual crisis.
-Se habla mucho del gasto fiscal, pero Italia, por ejemplo, tiene superávit fiscal primario (… antes de pagar los intereses de la deuda…). El problema es que está pagando intereses de entre 6 y 6,5 por ciento. Ahí la cosa se vuelve insostenible. Es lo que pasa con otros países.
-La posible solución a esto serían los famosos eurobonos con garantía alemana para bajar drásticamente la tasa de interés. Pero Merkel ha sido muy clara al respecto. Hay que tener en cuenta que la deuda soberana alemana es de un 82 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), excluyendo todos los préstamos y garantías que ya ha dado. Hasta hace poco, yo pensaba que en última instancia Merkel adoptaría los eurobonos. Era lo que me decían los miembros del gobierno alemán a fines del año pasado, lo que decía en Estados Unidos el ex primer ministro británico Tony Blair. Pero últimamente Merkel ha sido categórica. No habrá eurobonos. Y no sé si el Banco Central Europeo tiene mecanismos bajo la manga para sustituir a los eurobonos.
-Esta oposición de Merkel es ideológica -su fe ciega en la austeridad-, pero hay también factores constitucionales. Si la crisis llega a un punto de todo o nada, ¿puede Merkel superar estos límites constitucionales?
-Puede hacerlo. La Corte Constitucional le ha advertido sobre la transferencia de soberanía al resto de Europa desde principios de los ’90. Pero si el gobierno tiene suficiente voluntad política es muy difícil que la Corte pueda hacer algo. Eso sí, en sus negociaciones con Barack Obama o con los otros países de Europa, Merkel puede decir que no puede adoptar los eurobonos porque constitucionalmente es imposible.
-Si no hay un paquete de crecimiento suficiente ni eurobonos sobre la mesa, el euro queda a la buena de Dios. ¿Qué se puede esperar de esta cumbre y del euro?
-Esta debe ser la cumbre 19 o 20 para lidiar con la crisis. No va a resolver nada. Soy reacio a hablar de plazos, pero me parece improbable que el euro sobreviva en su forma actual. No creo, sin embargo, que Alemania vuelva al marco y Francia al franco, es decir, que todo revierta a su estado previo. Me parece que habrá una Eurozona mucho más reducida formada por Alemania, Francia y países del norte de Europa.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-197469-2012-06-29.html