Plan de ajuste europeo De Islandia partió no sólo la nube de cenizas volcánicas que está afectando al tráfico aéreo. Islandia también fue el primer foco, o de los primeros, de esa «infección» que se está extendiendo como una plaga por toda Europa: los planes de ajuste que recortan el gasto social. La isla fue […]
Plan de ajuste europeo
De Islandia partió no sólo la nube de cenizas volcánicas que está afectando al tráfico aéreo. Islandia también fue el primer foco, o de los primeros, de esa «infección» que se está extendiendo como una plaga por toda Europa: los planes de ajuste que recortan el gasto social. La isla fue utilizada por la banca como una especie de paraíso financiero que estalló como una burbuja. Nacionalizaron los bancos, porque no les quedó más remedio, y el Gobierno islandés inició un durísimo plan de ajuste para reducir un tercio el gasto público y bajar las pensiones.
Sin tanto ruido como en el caso griego, en Irlanda, una economía que crecía a un ritmo acelerado basándose en el auge del sector inmobiliario, las ayudas europeas y la financiarización, frenó en seco. Su Gobierno inició las reducciones de los sueldos de los funcionarios con un retroceso del 15%, atrasó la edad de jubilación y ha aumentado el impuesto sobre la renta. También ha anunciado la bajada de algunas prestaciones.
En Rumanía la reducción de sueldos de los funcionarios irlandeses les debió parecer poco y su plan fue mucho más allá. La rebaja fue del 25%, además de un 15% a los parados y pensionistas. También se plantean cerrar 150 hospitales.
De repente en Grecia se descubre que el Gobierno derechista había falsificado los datos reales de su economía durante años. El déficit y la deuda públicos eran muy superiores a los reconocidos oficialmente. Todo hace indicar que las mismas empresas internacionales de calificación y la misma banca que ha propiciado el crecimiento de esa deuda fueron los artífices de la contabilidad «creativa». Pero la situación es la excusa perfecta para que «las manadas de lobos» de especuladores se lancen sobre la deuda griega y fuercen un nuevo plan de ajuste. El nuevo Gobierno socialista de Grecia cede a la presión internacional y lanza un plan de ajuste para reducir el gasto en 30.000 millones de euros. Para conseguirlo se congelan los salarios del sector privado, se reducen los del sector público un 15% y las pensiones un 10%.
Los mercados imponen el ajuste
La burguesía alemana, la dominadora del bloque europeo, se resiste a «ayudar» a Grecia y sólo lo hace a regañadientes e imponiendo unas durísimas condiciones al gobierno griego. Igualmente se resiste a tomar medidas conjuntas como bloque económico dejando que las fuerzas del mercado actúen libremente, hasta el fin de semana del 8 y 9 de mayo en el que los directores de los bancos centrales lanzan el grito de auxilio. Se reúnen urgentemente los 27 ministros de Economía y deciden lanzar un plan de respaldo al euro y a las deudas nacionales europeas de 750.000 millones de euros. Pero una vez más imponiendo condiciones sobre aquellos países que corren más riesgo frente a los ataques de los especuladores como Portugal y España. La condición es un duro plan de ajuste que trate de calmar la voracidad de los mercados ante la perspectiva de un grave e inminente deterioro de la deuda de estos países.
A pesar de todas las veces que el Gobierno Zapatero repitió que nunca recortaría derechos de los trabajadores, el 12 de mayo anuncia un fuerte plan de ajuste, que supone una reducción de los salarios de los trabajadores públicos del 5% de media, la congelación de las pensiones para el próximo año, la reducción de las ayudas a las personas dependientes y otras medidas que recortan precisamente a quienes menos tienen.
En Portugal, a las medidas tomadas con anterioridad como el recorte de las pensiones y la paralización de las infraestructuras, se sumará el nuevo plan de ajuste consensuado entre el gobierno y la oposición de derechas que supondrá una reducción de las transferencias a los ayuntamientos, de los salarios de los políticos y de los empleados públicos de mayor rango en un 5%, una subida del IVA hasta el 21%, la subida del impuesto sobre la renta de 1,5 puntos y del impuesto de beneficios de 2,5 hasta el 27,5%.
El Gobierno italiano ha anunciado un plan de reducción de gastos de 27.000 millones de euros basado en la congelación de salarios de los funcionarios durante tres años, retraso de seis meses en las jubilaciones, elevación de la edad de jubilación de las mujeres hasta los 65 años, y recorte de 13.000 millones de euros a las regiones que gestionan la sanidad (el 80% de su presupuesto se va en sanidad) que soportarán el peso de la mitad del plan de ajuste. Al mismo tiempo los evasores fiscales tendrán premio al ser promulgada una amnistía fiscal.
El Gobierno de Sarkozy ha congelado el gasto público hasta 2013, ha suprimido ayudas sociales como el bono de 150 euros para familias pobres que, además, tendrán que pagar el impuesto sobre la renta, prevé recortar el presupuesto de los ministerios en un 10% y paralizar toda inversión no imprescindible.
El nuevo gobierno británico conservador-liberal ha anunciado ya su plan de ajuste. Consiste en la reducción de 7.266 millones de euros de gasto público, congelando la contratación de funcionarios (con lo que se calcula que se perderán 30.000 empleos en el sector público), reduciéndoles el salario y recortando los ingresos a los ayuntamientos con lo que se verán obligados a recortar los servicios sociales.
Y el propio gobierno de Angela Merkel ha anunciado un plan de reducción de gasto público alemán de 60.000 millones de euros hasta 2016 (10.000 millones de euros al año) que se basará en la reforma del sistema de desempleo y de los beneficios sociales.
Todos están aplicando la misma receta. La casta dirigente de la burguesía europea, encabezada por los banqueros y grandes empresarios, están presionando a todos los gobiernos para poner a su disposición grandes cantidades de dinero público para sortear la crisis sin reducción de sus privilegios. Como los recursos son finitos, y el dinero tiene que salir de algún lado, sólo hay una solución: recortar salarios (privados y públicos) y recortar el gasto social. Esta es la receta común que nos ofrece el sistema capitalista y la clase dirigente de la Unión Europea: Recortes. Éstos no habrán hecho más que empezar si no hay una respuesta fuerte por parte de los trabajadores europeos.
Es necesaria la unión de los trabajadores europeos
En Grecia ya ha habido varias huelgas generales y no han conseguido, de momento, echar para atrás ninguno de los planes con los que están siendo agredidos. Y no lo han conseguido porque no se enfrentan sólo al gobierno y a los empresarios griegos. Se enfrentan a los bancos alemanes, holandeses, franceses o británicos. Se enfrentan a la Unión Europea y al Banco Central Europeo. Se enfrentan, en última instancia, a los especuladores e inversores de todo el mundo.
Los trabajadores europeos debemos luchar en cada uno de nuestros países contra los planes de la patronal y de los gobiernos nacionales para tratar de pararles los pies. Pero al tiempo, debemos ser conscientes de que nos enfrentamos a una estrategia común, a un plan de ajuste europeo y no sólo nacional. Por esa razón, la huelga general, la principal arma política de la clase trabajadora, ejercida dentro de las fronteras nacionales tendrá una eficacia parcial pues va dirigida únicamente contra uno de los actores del drama. La huelga general de los trabajadores de cada uno de los países europeos hay que concebirla como la preparación de una huelga general de los trabajadores de toda Europa. Y esta lucha europea no puede ser concebida más que como una lucha común por la igualación de los derechos de los trabajadores de toda Europa pero de signo contrario al que pretenden patronales y gobiernos. Es decir, no una igualación a la baja, sino al alza. Medidas como la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales, sin disminución salarial, o la jubilación a los 60 años podrían crear millones de puestos de trabajo en todo el continente con los que combatir el desempleo que se extiende como una plaga desde los Países Bálticos hasta Algeciras. Reivindicaciones que unidas a las de un salario mínimo europeo digno, el fin del trabajo precario y el reconocimiento europeo de todos los derechos sociales en una Carta Social Europea de obligado cumplimiento para todos los países, podrían unir a todos los trabajadores europeos en una lucha sin parangón en la historia del movimiento obrero.
La burguesía europea ha demostrado que no es capaz de unir Europa. Tan solo han sido capaces de crear un mercado conjunto y de levantar unas instituciones que velan por la libertad del capital para moverse sin trabas. Pero en lo que concierne a las personas, a los trabajadores, la «unidad europea» dirigida por ellos, es un fracaso total que se puede convertir en una auténtica pesadilla. Privatizaciones, recortes de sueldos, recortes en los servicios públicos… son las recetas que nos han venido, nos vienen y nos van a seguir viniendo en avalancha desde la Europa de los mercaderes.
Hemos entrado en una etapa nueva del desarrollo de la historia del capitalismo. En esta fase el papel de los sindicatos de clase y de los partidos de la izquierda es decisivo. La agresividad de la burguesía está rompiendo todas las ilusiones de paz y de diálogo social, que se habían alimentado durante las fases de auge de la economía mundial. Pero hoy, todo eso es historia. Hoy la clase dominante nos empuja hacia una época de conflicto social y político. La crisis no es un pequeño ciclo recesivo que va a ser seguido de inmediato por otro largo periodo de crecimiento. No estamos ante una crisis parcial o momentánea sino ante una crisis de sistema. Un sistema capitalista cuya receta fundamental para tratar de superarla es recuperar la rentabilidad de sus inversiones. Y eso, en esta situación, sólo puede hacerse de una forma: trasvasando riqueza de los trabajadores a los ricos, una y otra vez, utilizando todos los resortes a su alcance. Esta perspectiva se podría frenar ya si los sindicatos se plantean unir a la clase trabajadora europea por encima de las fronteras nacionales en la preparación de una huelga general a escala continental que haga frente al plan de ajuste europeo dejando claro ante el FMI, el Banco Central Europeo, la UE, los gobiernos y las patronales de toda Europa, que los trabajadores estamos dispuestos a encabezar la lucha, una vez más, por los derechos laborales, sociales y políticos que nos corresponden y ellos pretenden recortar o eliminar. La tarea es inmensa, pero inmensa es la capacidad infravalorada y reprimida de la clase trabajadora.
Jesús M. Pérez es miembro del Consejo Político Regional de IUCM
http://veinticuatrosiete.org/claridad/index.php/internacional/279-hacia-una-huelga-general-europea