La líder de la más combativa y numerosa central sindical italiana, la CGIL, Susanna Camusso, no sólo amenaza con hacer una huelga general en todo el país sino que ayer reunió a varios miles de manifestantes indignados en Roma.
o hay nada que hacer. La líder de la más combativa y numerosa central sindical italiana, la CGIL, Susanna Camusso, no está convencida de la reforma laboral discutida por el gobierno con los principales líderes políticos, industriales y sindicales, y que ahora está en el Parlamento. Y para demostrarlo no sólo amenaza con hacer una huelga general en todo el país sino que ayer reunió a varios miles de manifestantes en Roma que desfilaron con pancartas y carteles donde pedían hechos y no palabras, y donde criticaban el accionar de la ministra de Trabajo, Elsa Fornero. «Basta de promesas a los que quedaron sin trabajo, sin réditos, sin jubilación», «Hagamos crecer el trabajo», «Fornero, si tanto te gusta el número 18, jugátelo a la lotería», decían los carteles.
Los trabajadores protestaban principalmente contra lo que ellos llaman «la trampa» montada por el gobierno en torno del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores, un tema que ha dado mucho que hablar y que pelear entre sindicatos, empresarios y gobierno durante las numerosas reuniones que mantuvieron con la ministra Fornero para llegar a un acuerdo sobre la reforma laboral. El gobierno de Mario Monti -que además de recortes en varios ámbitos y aumento de los impuestos, ha realizado una reforma muy criticada, la jubilatoria, y ahora está ocupado en la laboral- cree que el sistema laboral italiano necesita modernizarse para poder ser competitivo y eso significaba, en buena parte, eliminar las medidas que prohibían los despidos fáciles.
En un principio, el gobierno y los industriales quisieron cortar de plano las garantías ofrecidas por el artículo 18, que desde hace 40 años garantizaba que un trabajador fuera reintegrado a su trabajo si era dejado cesante injustamente. Era la única manera, según ellos, de reactivar el mercado laboral. Todo lo contrario pensaban los sindicatos.
Un poco presionado por Camusso y otro poco por el progresista Partido Democrático, el gobierno se vio obligado a incorporar algunas modificaciones al artículo 18, con el solo consenso de los líderes de los partidos políticos, poco antes de mandar el proyecto al Parlamento. Este hecho causó no poco malestar en los industriales que habían participado de toda la discusión anterior, pero fueron dejados de lado a último momento. Pidieron que el gobierno llamara nuevamente a empresarios y trabajadores para opinar sobre las modificaciones, antes de mandar el proyecto al Parlamento.
El gobierno, aparentemente sin escuchar esos pedidos, logró elaborar un proyecto de ley y lo envió hace poco más de una semana al Parlamento, que lo está discutiendo. En este proyecto el artículo 18 fue transformado, dejando a criterio del juez que se ocupe de la causa laboral, el hecho de reintegrar la persona al trabajo o hacer que reciba una indemnización. «El reintegro fue conquistado gracias a nuestras manifestaciones y protestas», recordó Camusso en la manifestación, prometiendo la huelga general si no se escuchan los pedidos de los trabajadores. Según la sindicalista, los industriales siguen haciendo presión sobre el Parlamento para que la modificación del artículo 18 no pase.
La gente desfiló de a millares por las calles romanas hasta la antigua Boca de la Verdad y bajo una copiosa lluvia. Pero eso no impidió que algunos de ellos llevaran unas camisetas blancas, cada uno con una letra roja, que formaban la siguiente frase: «El artículo 18 es un signo de madurez social, ayer, hoy y mañana».
Según Camusso, el proyecto de ley presentado al Parlamento «es muy débil porque el gobierno no respetó los objetivos que había declarado tener», entre ellos el de reducir el número de trabajadores precarios y el de aplicar los llamados «amortizadores» sociales (seguro de desempleo, prejubilaciones, entre otros) a todos los trabajadores.
Camusso reiteró lo que ha venido diciendo en los encuentros con la prensa italiana y extranjera: «La reforma laboral por sí misma no creará nuevos puestos de trabajo», en un país donde la desocupación supera el 9 por ciento y casi tres millones del total de desocupados ni siquiera buscan trabajo, abatidos por la falta de estímulos y esperanzas, según la prensa italiana.
Camusso no perdió la oportunidad para apuntar su dedo acusador contra el gobierno de Monti, criticándolo además por no haber tomado las medidas necesarias para estimular el crecimiento económico. «La situación social se está haciendo insoportable», subrayó la líder de la CGIL.
La manifestación fue el corolario de cuatro horas de huelga en Roma, sobre todo de los autobuses.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-192358-2012-04-21.html