El joven alcalde de Florencia Matteo Renzi, se ha instalado a la cabeza del gobierno italiano y ha formado su gobierno «de cambio». Publicamos a continuación extractos del balance de Franco Turigliatto publicado por Sinistra Anticapitalista el 17 de febrero pasado. ¿Quema etapas el joven Renzi? Como en todas las conjuras palaciegas, renegando de sus […]
El joven alcalde de Florencia Matteo Renzi, se ha instalado a la cabeza del gobierno italiano y ha formado su gobierno «de cambio». Publicamos a continuación extractos del balance de Franco Turigliatto publicado por Sinistra Anticapitalista el 17 de febrero pasado.
¿Quema etapas el joven Renzi? Como en todas las conjuras palaciegas, renegando de sus declaraciones, apuñala por la espalda al colega al que había asegurado su apoyo, prosigue su camino sin preocuparse por las reglas escritas y no escritas para llegar al objetivo tan esperado de su ambición, la dirección de un gobierno, de su gobierno.
Puede hacerlo porque se ha asegurado el apoyo de su amigo y competidor Berlusconi, porque el gobierno Letta después de apenas de un año está completamente agotado, porque en su partido no hay ninguna solución de recambio, porque los medios le apoyan, porque el movimiento sindical es cómplice de las políticas patronales y acaba de firmar un acuerdo con Confindustria (la patronal italiana ndt) para bloquear las luchas contra las políticas de austeridad, porque esta última ha encontrado en él un hombre de confianza, lo mismo que las finanzas, porque la desmoralización y la desesperación serpentean en toda la sociedad italiana y muchos buscan una esperanza a la miseria actual, dispuestos a confiar su suerte a cualquier demiurgo, o que aparezca como tal en los medios.
¿Programa? ¿Ha dicho usted programa?
Para Renzi, el programa es completamente secundario, su acción consiste en aparecer como alguien que cambia, que rompe las reglas, que actúa, que hace caer las antiguas nomenclaturas, que no mira a nadie cara a cara, que propone inmediatamente la esperanza. Es por ello por lo que el tiempo no juega a su favor; debía recoger de inmediato los dividendos de su victoria en las primarias del Partido Democrático, debía demostrar que no se detiene, que su acción era eficaz y que no se dejaba encajonar en las viejas dinámicas parlamentarias y de partido. Como no podía contar con elecciones inmediatas, ha optado por forzar los tiempos e intentar dirigir inmediatamente un gobierno de coalición. También ha optado por ello porque estamos en vísperas del semestre italiano a la cabeza de Europa, una vitrina y un rol que sabía que no podía dejar a nadie sin correr el riesgo de retroceder.
De todas formas, el programa es el de Confindustria, es el que los patronos continúan exigiendo, mastines hambrientos que siempre quieren más. El programa no es sino una nueva aceleración de las contrarreformas ya realizadas en el pasado. Comenzando por nuevas reducciones de impuestos para las empresas, nuevas liberalizaciones del trabajo y más flexibilidad, alucinantes promesas para los puestos de investigación y sus milagrosos efectos sobre el empleo de los jóvenes, etc. Y, evidentemente, el programa es también la confirmación de nuevos y vigorosos recortes en el gasto público, gracias a la spending review [proceso de examen de los gastos, ndr.]. La única cosa que es vigorosamente negada y ni siquiera evocada, es la necesaria intervención del Estado en la economía para crear empleo. En efecto, ningún otro regalo a los patronos relanzará la economía en esta fase de acumulación del capitalismo. Pero hay otra razón de fondo por la que el paro continuará siendo muy alto: la formación de un gran ejército de reserva industrial de parados y paradas no es solo un efecto de esta fase de crisis del capitalismo, sino también una opción política estratégica de las clases dominantes europeas para chantajear a los y las asalariadas y redibujar el rostro social del continente.
Inestabilidad gubernamental y crisis de dirección
Frente a la crisis económica, la burguesía tiene dificultades para dotarse de gobiernos estables que puedan gozar de un amplio consenso popular. En el papel de garante de la estabilidad burguesa, Napolitano [presidente de la República, ndr] había garantizado en el otoño de 2010 la continuidad del gobierno Berlusconi, y luego en 2011, la defenestración de Berlusconi y la llegada del gobierno «salvador» de Monti-Fornero. Hoy, parece tener que dar con desgana las llaves del Palacio Chigi [sede del gobierno, ndr] a Renzi, lo que desde la altura de su experiencia y de su recorrido histórico no puede dejarle totalmente tranquilo. Las dificultades para dotarse de una dirección política estable son un problema que afecta en grados diversos a todos los países del continente. No es fácil llevar a cabo políticas económicas y sociales que destruyen las condiciones de trabajo, los servicios sociales y empleo instauradas al final de la Segunda Guerra Mundial, pauperizar a millones de personas, contar con más de 25 millones de parados y paradas, consumir rápidamente las esperanzas de cambios de quienes habían votado unos meses antes… y al mismo tiempo mantener el apoyo de amplios sectores de la sociedad. El gobierno de François Hollande en Francia ha demostrado con creces esta dificultad.
No se sabe por cuánto tiempo y cómo funcionará la experiencia Renzi. Las emboscadas no faltarán ni las dificultades que, esperamos, podrán igualmente provenir de las movilizaciones de los trabajadores y las trabajadoras. Además, podrían tener lugar elecciones anticipadas antes del final de la legislatura en 2018: Berlusconi ya las evoca. Es cierto que Renzi, con su política, intenta conquistar directamente a sectores de la derecha, pero el caimán ha demostrado ya, muy recientemente, que tenía muchas vidas. Ya veremos.
http://www.solidarites.ch/journal/d/article/6330
Artículo publicado en http://anticapitalista.org/2014/02/17/la-resistibile-ascesa-di-matteo-renzi/ y editado por SolidaritéS.
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR