Cinco meses después de la salida de Silvio Berlusconi, otro de los viejos referentes de la derecha italiana, Umberto Bossi, jefe de la Liga Norte, el más poderoso partido xenofóbico europeo, debe abandonar los primeros planos de la escena hundido por un caso de corrupción personal y familiar, con escandalosas conexiones con la mafia calabresa. […]
Cinco meses después de la salida de Silvio Berlusconi, otro de los viejos referentes de la derecha italiana, Umberto Bossi, jefe de la Liga Norte, el más poderoso partido xenofóbico europeo, debe abandonar los primeros planos de la escena hundido por un caso de corrupción personal y familiar, con escandalosas conexiones con la mafia calabresa.
Bossi dimitió de su cargo de secretario general para asumir la presidencia simbólica del movimiento que lideró en los últimos treinta años. Sobre este veterano líder, de 70 años y muy enfermo, se acumulan evidencias que lo colocan en el centro de un vasto sistema de corrupción para utilizar en su propio beneficio, de su familia y de sus colaboradores más cercanos, el llamado «cerco mágico», es decir fondos públicos y dinero negro proveniente de coimas. Bossi y los suyos habrían mantenido además negocios con la mafia calabresa, e invertido millones de euros en oro, diamantes y en fondos de estados insólitos como Tanzania y Chipre.
Se trata de un escándalo de primera magnitud que afecta de lleno a la fuerza xenofóbica más importante de Europa junto al Front National francés, que a diferencia del partido italiano jamás gobernó. Después de haber sido su más firme aliado, la Liga Norte se había apartado de Berlusconi, y a la caída de éste, en noviembre, se constituyó en una de las fuerzas de oposición al gobierno presidido por el tecnócrata Mario Monti (apoyado por el propio Berlusconi y por la oposición de centro y centroizquierda).
El más probable sucesor de Bossi al frente del movimiento es Roberto Maroni, un ex ministro del Interior que con su decisión de expulsar hacia Libia a unos 200 refugiados interceptados en sus barcazas en pleno mar «logró» que Italia fuera condenada, a fines de febrero pasado, por la Corte Europea de Derechos Humanos por crímenes de lesa humanidad. Maroni deberá enfrentar la crisis de un movimiento que justamente tenía en la denuncia de la corrupción de la dirigencia política, además de en el racismo, uno de sus puntos principales de cohesión.
El escándalo que involucró a Bossi puso al desnudo otra esclerosis del sistema político italiano. En 1993 los electores habían decidido en un referéndum terminar con el financiamiento público de los partidos, «obligándolos» a inventar un sistema depredador por el cual las organizaciones políticas terminaron «reembolsándose» gastos en función de cálculos absolutamente desmedidos (cinco veces superiores a sus gastos reales). En los últimos 18 años los partidos italianos, sin excepción, se autoasignaron de esa manera el equivalente a unos 2.300 millones de euros actuales sin ningún justificativo. En febrero un escándalo análogo -aunque con consecuencias menores- había golpeado la componente católica del Partido Democrático, que reúne en su seno a vastos sectores de lo que fueran la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, las dos formaciones que marcaron la historia política italiana del siglo xx.
Quién es Umberto Bossi
Bossi es lo que se podría llamar sin problema alguno un chanta. Nacido en 1941 en el extremo norte del país, cerca de la frontera con Suiza, durante la mitad de su vida mintió sobre diplomas jamás logrados y profesiones inventadas. Se presentaba como médico, químico, dentista, profesor de matemáticas. En 1975 hasta dijo ser comunista.
Su ocasión para brillar en la vida política llegó en los ochenta. Con la crisis de los partidos de la llamada primera república inventó la Liga Lombarda, luego convertida en Liga Norte. Las ideas de autonomía y federalismo fueron la cara presentable de un movimiento de extrema derecha xenofóbica que encontró su caldo de cultivo en las regiones más ricas del país. Los primeros blancos del movimiento fueron el gobierno central ( «Roma ladrona») y los inmigrantes internos llegados al norte desde el sur pobre del país. Luego, en la medida que Italia rápidamente se transformó en un destino para millones de migrantes del sur del mundo y del antiguo este europeo, Bossi convirtió el odio racista y xenófobo en plataforma para obtener millones de votos. En 1994 se alió con Berlusconi. Inventó tradiciones, una «raza» inexistente, hizo del río Po un dios céltico, proclamó la independencia de una nación trucha, la Padania. Supo también ofrecer enemigos a una clase obrera desconcertada por la desaparición de la izquierda clasista, luchó indefectiblemente contra la cultura, la escuela, las universidades y contra cualquier forma de integración de los migrantes y siempre alimentó la idea de que éstos constituían un problema de orden público. Con Roberto Maroni, delfín de Bossi, ocupando la cartera de Interior, el Mediterráneo se transformó en un muro y un cementerio donde están sepultadas 17 mil personas nn. Bossi peleó con Berlusconi, pero pronto volvió a aliarse con él para gobernar el país durante casi una década (entre 2001 y 2011, con el breve paréntesis de la gestión de Romano Prodi entre 2006 y 2008). En 2004 padeció un accidente cardiovascular grave, pero se aferró al poder. Mientras tanto la Liga se convertía en el más partidocrático de los partidos italianos. Sus hombres se introdujeron en cualquier institución, en fundaciones, bancos, consejos de administración, hospitales, medios de comunicación, cobrando excelentes sueldos públicos.
Bossi impuso a su hijo Renzo, de poco más de 20 años, pésimo currículo escolar y bautizado por su propio padre como «el Trucha», como concejal en la región Lombardía, con un sueldo de 12 mil euros mensuales. Renzo, usado ahora por Umberto como chivo expiatorio, había crecido considerando a las arcas del partido como su cajero automático personal. A su esposa, Bossi le habría comprado varios apartamentos valiéndose de su tesorero de confianza, otro hombre que había mentido sobre sus títulos escolares llegando a ser viceministro. La lista de las malversaciones todavía no se conoce por completo e involucra a la mayoría de los dirigentes de un partido que podría caer desde el 10 por ciento que hoy «pesa» en el electorado de la península (en el noroeste está entre 30 y 40) hasta muy abajo.
Fuente: http://www.gennarocarotenuto.it/18114-brecha-la-cada-del-chanta-bossi/