Dije ya que la cita de la izquierda latinoamericana celebrada el fin de semana en Lima, cayó como un verdadero aluvión de internacionalismo sobre los débiles hombros de los Partidos de la Izquierda Peruana. Creo que no constituye ninguna infidencia decir que el tema del internacionalismo es una de las debilidades más notables de nuestro […]
Dije ya que la cita de la izquierda latinoamericana celebrada el fin de semana en Lima, cayó como un verdadero aluvión de internacionalismo sobre los débiles hombros de los Partidos de la Izquierda Peruana.
Creo que no constituye ninguna infidencia decir que el tema del internacionalismo es una de las debilidades más notables de nuestro movimiento por lo menos en las últimas décadas.
Desde la quiebra de IU algunos grupos se empeñaron en considerar a Alfonso Barrantes algo así como el «enemigo principal» del proceso peruano y lo llenaron de improperios: vacilante, timorato, oportunista, pro aprista; fue lo menos que le dijeron al «tío frejlito» para justificar lo que recientemente Alberto Moreno -el Presidente de Patria Roja- consideró un «gravísimo error» de la izquierda: el desgajamiento de IU para dividir los campos entre supuestos «revolucionarios» y presuntos «reformistas».
En los últimos años hubo quienes, desde los predios de la izquierda arremetieron con todo contra Ollanta Humala -«traidor», «desleal», » vendepatria», «renegado» y muchas cosas más le dijeron para descargar el hígado, repitiendo las monsergas del APRA y el fujimorismo, sin siquiera mirar el escenario nacional y darse cuenta que el enemigo principal estaba al frente, libre de toda culpa y sospecha.
Quienes así actuaron, creyeron, probablemente, que los consejeros políticos de la embajada de los Estados Unidos se dedicaba a tejer ropones celestes y rosados para repartirlos en las fiestas navideñas; y no percibieron la naturaleza de un accionar que se orientaba a quebrar lo poquísimo que el país había avanzado con la aun precaria e inconsistente administración nacionalista.
Y en los últimos dos años, Nadine Heredia se convirtió -como por arte de birlibirloque- en el «enemigo principal» de nuestro pueblos. Sus zarandeadas «agendas», fueron la comidilla que deleitó a muchos, al tiempo que Keiko Fujimori paseaba oronda su voluminosa anatomía por los valles de la costa, los contrafuertes andinos y los ríos de la selva con caudalosas carteras, hablando de las bondades del régimen de su padre y las penurias a las que se veía hoy injustamente sometido el «chinito de la yuca».
De pronto, después del evento de la Derrama -el 26 de agosto- hubo quienes desde la izquierda voltearon los ojos y dijeron: «Verdad, es el imperialismo el enemigo de los pueblos» y su trabajo -añadieron- «consiste en dividirnos, enfrentarnos y desviar los objetivos de nuestra lucha».
Entonces fueron saliendo uno a uno todos los elementos del verdadero debate de nuestro tiempo: la crisis del capitalismo -exactamente a cien años de la publicación de ese libro maravilloso de Lenin «El imperialismo, fase superior del capitalismo» que pocos leen y casi nadie, aquí, recuerda-; el papel del Imperio en nuestro tiempo; el accionar del gobierno de los Estados Unidos; la lucha de los pueblos por su liberación; los avances del proceso emancipador latinoamericano y muchos otros temas, derivados unos, y colaterales otros.
Probablemente más de uno pudo darse cuenta esa noche que el escenario mundial relaciona estrechamente un acontecimiento con el otro como nos lo había dicho Mariátegui hace cosa de 90 años: la agresión imperialista a Siria, por ejemplo forma parte de la ofensiva yanqui contra Venezuela y el gobierno de Evo Morales, en Bolivia; y los ataques contra Rusia, del mismo modo que las acciones contra Dilma en Brasil, están relacionados directamente con las maniobras que usa la «prensa grande» en el Perú, para distraer incautos.
A partir de constataciones de ese tipo, la gente comenzó a interrogarse acerca de la importancia de la unidad, de la lucha común contra «el enemigo grande» y las tareas que podemos cumplir todos para golpear juntos, incluso marchando separados.
La cita de Partidos Comunistas y Revolucionarios de América Latina y el Caribe, celebrada en nuestra capital por iniciativa del Foro de Sao Paulo, tuvo muchas virtudes. No sólo abrir los ojos de muchos, sino también para que perciban la inmensa importancia que tiene en la lucha la UNIDAD de todas las fuerzas que hacen resistencia -aunque fuera precaria, transitoria y aún inconsistente- a la política de Imperio y sus acólitos locales, los fujimoristas de viejo y nuevo cuño y el cogollo alanista del APRA, que han envilecido de común acuerdo a buena parte de la sociedad peruana.
Hubo muchos -con muy buen criterio- subrayaron que la unidad no podía restringirse a los «revolucionarios» -con comillas o sin ellas- sino que debía obligatoriamente incluir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas. Sectores avanzados, progresistas, democráticos, patrióticos, nacionalistas, y otros. En la tarea unitaria, nadie sobra. Todos, hacen falta.
Es lo que los comunistas de «la vieja guardia» llamamos «la teoría leninista de acumulación de fuerzas»: preciar cuál es el enemigo principal, ganar a todos los que puedan sumar fuerza con él, y neutralizar a quienes no quieran «venirse con nosotros», para que no se vayan tampoco al campo en enemigo.
Pero sirvió, además, para que se despejen prejuicios infundados -y muchas veces creados por la «tele» y la ofensiva mediática de la reacción- contra el proceso bolivariano de Venezuela, su pueblo y su gobierno; para que la gente comience a darse cuenta que aquello del «autoritarismo» de Maduro, es apenas una treta para desacreditar a un gobierno que -aunque con errores, como lo admitió Marco Cabezas- hace cambios de corte patriótico y anti imperialista, y es atacado por quienes apoyan sin resuello a todas las administraciones verdaderamente autoritarias cuando se trata de destruir las conquistas de los pueblos; y que aquello de «los presos políticos» en Venezuela es tan sólo una paparrucha porque no es lo mismo hablar de «presos políticos», que «políticos presos».
Fujimori es, sin duda, un político preso, pero no está «tras las rejas» -es un decir- por sus acciones políticas, sino por sus delitos horrendos. Eso mismo explica en Venezuela la situación de López o Ledesma, que no son «presos políticos», sino políticos presos por la comisión de delitos que no pueden quedar impunes, como no debieran eso tampoco, con Alan García y otros
La cita de Lima llamó la atención en torno a temas que aquí han tenido escasa audiencia: a integración continental, el papel de la CELAC, la importancia de UNASUR, la solidaridad activa con los procesos sociales que hoy ocurren en países hermanos: Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y otros, incluido Chile. Rindió homenaje a Fidel en sus 90, apoyó a Maduro, y a Evo Morales.
La unidad de los comunistas peruanos estuvo también, de alguna manera planteada en la orden del día. Objetivamente, han desaparecido ya las causas que generaron la escisión de los comunistas en los años 60. Y nada justifica que en un país como el nuestro existan -aunque fuere formalmente- dos, o más «partidos comunistas». Es tarea urgente, entonces, marchar hacia la integración de los mismos. Pero hacerlo sin las discriminaciones, prejuicios y exclusiones que aún subsisten.
Para el efecto se requiere de tres pasos: una voluntad política concreta, un programa común de acciones, y un periodo de práctica unitaria. Y e s que la UNIDAD que se pregona, no puede ser una palabra. Debe elevarse a la categoría de conducta. Porque, además, los comunistas no podemos alentar «la unidad más amplia», si no somos capaces de forjar la más estrecha, es decir, la que nos incumbe directamente.
Así lo entendieron Alberto Moreno y varios de los dirigentes del Partido Comunista del Perú «Patria Roja» Pero hubo quienes -entre los dos «partidos convocantes»- actuaron guiados por la estrechez mental y la mezquindad.
En el plano personal puedo dejar constancia que -no obstante todas les gestiones hechas ante el PC del P y el PCP- no pude lograr acceso al evento pese a solicitudes extendidas por «El Siglo», de Chile; Radio Habana y Tribuna Popular de Venezuela, además de «Nuestra Bandera» y el Centro de Estudios «Democracia, Independencia y Soberanía», que supo hacer llegar sus pronunciamientos «a escondidas» a los delegados del exterior.
Si «algo» pude cubrir sin tener acceso al evento, eso se lo debo a la gentileza de representantes de Partidos hermanos asistentes, a la ayuda de dirigentes de «Patria Roja» y su Juventud, y a la colaboración solidaria de militantes y activistas del PCP, que burlando «disposiciones estrictas», me facilitaron documentos y estancia en ambientes no «custodiados».
La Unidad, en algunos, por lo visto, no dejó de ser sino una frase.
Gustavo Espinoza M., Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.
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