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Perú

La «concentracion de medios»

Fuentes: Rebelión

El tema de la «concentración de medios» ha estado -y sigue estando- en el centro del debate político nacional. Generado por un hecho puntual: la adquisición de acciones de los diarios «Correo» y «Ojo», que pusiera en venta la familia Agois, por parte de la empresa editora de «El Komercio»; dio lugar a una áspera […]

El tema de la «concentración de medios» ha estado -y sigue estando- en el centro del debate político nacional.

Generado por un hecho puntual: la adquisición de acciones de los diarios «Correo» y «Ojo», que pusiera en venta la familia Agois, por parte de la empresa editora de «El Komercio»; dio lugar a una áspera disputa en la que originalmente aparecieron como interesados los propietarios del diario de La Rifa y sus socios -y también rivales- los dueños del diario «La República» de honrosa tradición en el pasado.

Hasta ahí el tema de la «concentración de medios» podía verse reducido a un extremo formal: una sola persona, o un grupo de personas, tomaba en sus manos el control de la mayoría de los medios de comunicación -en el caso, el 78% de los mismos- y ejercía una suerte de monopolio de la información.

¿Era legal, lícito y ético, es decir, admisible, que eso ocurriera en una sociedad formalmente libre y proclamada democrática, o más bien eso rayaba en el totalitarismo que los «demócratas» de nuestro tiempo dicen recusar? He ahí la cuestión.

A tratar ese asunto, los editorialistas del Decano de la prensa nacional, se limitaron a asegurar que no existía incompatibilidad alguna entre propiedad y orientación por parte de los medios.

Y en el caso específico, se empeñaron en asegurar que ellos habían adquirido la parte «administrativa» de la cadena periodística en venta, más no su orientación política ya que ella quedaba en manos de los antiguos dueños, que conservaban tal derecho.

Esta supuesta disquisición cayó por su peso no sólo en el análisis del tema, sino en la vida práctica.

Objetivamente los nuevos y los viejos propietarios de los medios adquiridos rendía culto a la misma vela, es decir, respondían a la misma opción política: al propósito de esa alianza apro-fujimorista que lucha en el Perú por recapturar el control de la vida nacional dando al traste con lo poco conquistado por la ciudadanía en materia de vida democrática y otros.

En otras palabras, los Agois, al igual que los Miro Quesada, adoran a la abyecta Mafia que tuvo en sus manos las riendas del Poder durante muchos años, y que lo usó para enriquecerse; saqueando con descaro los bienes nacionales y la hacienda pública.

En el plano concreto, ambos grupos económicos apoyan hoy con franqueza a Keiko Fujimori, y aspiran a verla convertida en la futura Presidenta de la República; y ambos, también, podrían sin vergüenza, optar por Alan García, si la situación así se diese.

En otras palabras, estarían dispuestos a hacer confluir en una sola voz la orientación de casi el 80% de la prensa peruana -televisada, radial y escrita- cerrando filas contra el pueblo

A juicio de los voceros de «La Republica» eso equivalía a una detestable «concentración de medios», que buscaba imponer una suerte de «pensamiento único» y entregarlo al desaprensivo ciudadano en el marco de los procesos electorales que se avecinan.

Hoy, sin embargo, la situación ha sufrido notables mutaciones. Al 78% que ya obra en manos de los superpoderosos dueños de la «gran prensa», se ha sumado el porcentaje que corresponde a «La República» en el tratamiento del tema de Venezuela. Esas dos vertientes -supuestamente «democráticas»- han cerrado filas a favor de los golpistas caraqueños empeñados en dar al traste con un gobierno constitucionalmente elegido por el pueblo, al que odian al unísono.

Por eso, suman a la cantera de gobierno, las muertes que produce el terror fascista en las calles de Venezuela.

Ambas, en efecto, compiten entre si para ver quien califica mas despectivamente al gobierno del Presidente Nicolás Maduro, a quien llenan de improperios, rompiendo incluso todas las normas de la más elemental cortesía-

Y ambas, también, al cumplir esa tarea, distorsionan descaradamente la realidad, deforman unos hechos, inventan otros y proyectan en el escenario informativo imágenes que nada tienen que ver con lo que ocurre en la Patria de Bolívar.

Para ellas, los comandos fascistas en acción, esos que siembran terror, violencia y muerte en las calles de la capital llanera; son «demócratas». Y las mujeres, los jóvenes y los trabajadores que desfilan haciendo honor a su patria y a su historia, son apenas «asalariados del régimen». Y así lo dicen todos los días para desorientar a los peruanos.

De este modo, contra Venezuela, el Comandante Hugo Chávez, el Presidente Maduro y el legado bolivariano se ha producido una «concentración de medios» que sólo se había visto antes a comienzo de los años sesenta contra la Revolución Cubana.

Es bueno recordar, en efecto, que en ese entonces todos los medios de comunicación existentes -bajo la batuta de la SIP y su presidente Jules Dubois, veterano agente de la CIA- apuntaban sus encendido fuegos contra La Habana, probablemente con el mismo odio con el que lo hacen hoy, no solo contra La Habana, sino también contra Caracas, señal inequívoca que «el mal» no sólo que no desaparece, sino que se extiende.

Hoy golpean a Caracas, pero aspiran a un juego mágico -una suerte de «efecto dominó»- que permita la caída de Caracas para tumbarse a Managua, Quito, La Paz Brasilia, Buenos Aires, Montevideo, y más recientemente San Salvador y Santiago. Y hasta Lima, de paso, para que no quede resquicio de nada, por cierto. ¡La voracidad no tiene límites!

Con motivo del primer aniversario de la muerte del Comandante Chávez hubo en Caracas grandes y solemnes actos civiles y militares que, en la coyuntura, fueron expresiones de respaldo claro al proceso que hoy se desarrolla en ese país.

Pero la «concentración de medios», los silenció en todos los idiomas; del mismo modo que silenció los actos peruanos en homenaje a Venezuela, al tiempo que resaltó las groseras provocaciones de algunos desclasados que buscaron violencia ante las sedes diplomáticas de Venezuela y Cuba en nuestro país.

Esa «concentración de medios» que busca imponer a cualquier precio un mensaje único en torno a lo que ocurre en Venezuela, se extiende también al tema peruano. Y específicamente se expresa en la campaña contra el Presidente de la República.

En el «caso de Venezuela», lo consideran por lo menos «débil» o «indeciso», cuando no «cómplice del chavismo». Pero en el plano de la gestión local le achacan el que se haga «digitar» por su esposa, en términos ciertamente menos elegantes.

Contra Nadine Heredia, la «concentración de medios» es total: el 100% de la prensa diaria -televisada, radial o escrita- cierra filas contra ella quizá porque sabe que es la piedra que podría impedir lo que se cocina aquí con tanto esmero: que a la segunda vuelta, el 2016, los candidatos sean Keiko y García, de tal modo que, como se dicen en buen cristiano, los peruanos nos veamos precisados a elegir entre la caca y la mierda.

Busca conducirnos a eso la «concentración mediática» que, al margen de accionistas o propietarios, opera en nuestro país.

A ella, tenemos el deber de hacerle frente, y derrotarla.

Gustavo Espinoza M. Periodista peruano

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.